Me robaron el sentido del humor. Alguien lo debe haber tomado de mi cartera en algún momento de distracción o quizá lo vio en el bolsillo de la mochila en el amontonamiento del subte.
Quizá no. Quizá alguien lo tomó prestado del esbozo de una de mis únicas sonrisas diarias. El problema es que no sé quién ha sido y mi vida desde entonces se está tornando insoportable.
Añoro los días en los que, con mi hermana, nos juntamos a reírnos y reírnos hasta que nos doliera la panza. Cualquier excusa era buena para reír.
También extraño las conversaciones con mi amiga que -siendo las dos de lágrimas feliz fácil- nos hacían llorar con dos o tres anécdotas mínimas pero efectivas para levantar el ánimo.
Sin el sentido del humor todo me lo tomo a pecho, nada me causa gracia y en lugar de hablar, ladro. Pero ya ladro a un punto que da miedo.
El viernes me llamaron de una importante empresa que defiende la paz verde y me preguntaron si quería aportar “un poco más” a la causa a través de una donación de dinero. Les pedí que volvieran a llamarme hoy.
A media mañana sonó el teléfono, descolgué el auricular y dije el “hola” más feo de mi vida. Si yo hubiera estado del otro lado, hubiera cortado. Pero el chico fue corajudo, se aclaró la garganta y pidió hablar conmigo. Triste sorpresa cuando le dije que yo era yo. Así es que la remó y me hizo todo el verso de nuevo y yo, inmutable con mi cara y mi actitud de orto, solo esbocé un ‘sí’ frío y seco ante sus explicaciones poco interesantes. Cuando terminó de hablar (porque seré cara de orto pero tengo códigos de respeto) le dije “decidí que no voy a donar dinero, porque ya dona otro familiar y no.. no tengo ganas de donar”.
Pobre pibe, se quedó medio segundo tildado y luego colgó agradeciendo mi tiempo perdido. Yo no me agradecí haber perdido mi tiempo escuchando a alguien al pedo, cuando ya sabía que mi respuesta iba a ser ‘no’. Tendría que haber atendido y ante la presentación del interlocutor debí haber dicho de una ‘no voy a colaborar’. Incluso, esa respuesta hubiera estado más a tono con una persona a la que le han sustraído sus escasas sonrisas.
Una compañera intentó tener una mínima conversación conmigo este mediodía. Fue como una imagen en cámara lenta, la miré con mi mejor cara de orto y vi cómo sus intentos iban a parar al tarro de basura que tiene debajo de su escritorio. Efectividad 100%, una sola mirada basta para que dejen de dirigirme la palabra.
Una amiga me mandó un mail contándome el drama de su fin de semana. Le respondí que era lunes para todos y que no me rompiera las pelotas, que bastante tengo con mi cara frente al espejo. No logré que deje de escribir, pero al menos está advertida de que mucho no va a obtener hoy de mí.
Mi jefa me mandó a llamar para ver qué me pasa. Nada, no me pasa nada, ¿me tengo que cagar de risa todos los días y jugar al payaso feliz para que no me mandes a llamar? Bueno, no tengo ganas, ¿cómo lo resolvemos?
Igualmente, el sentido del humor me falta hace varios días, esto no sucedió hoy. Quizá el jueves, que fue el día en que volví del trabajo en subte. Ese día tenía varios grupos de chicos riendo alrededor. ¿Alguna de esas risas habrá sido mía y no la reconocí en la boca de otro?
¿Y qué hago ahora? ¿Voy a la comisaría y digo Señor oficial, vengo a denunciar el extravío, con probabilidad de hurto, de mi sentido del humor? ¿Cómo hacen para encontrarlo?
Puedo aportar un par de datos que lo distinguen del sentido del humor de los demás: risa fuerte, que se ahoga y deriva en carcajada incómoda para terceros, con sobredosis de comentarios sarcásticos, crueldad en la medida justa y una carga gigante de ironía, que nunca falta.
Listo, ahora lo publico en los clasificados de algún sitio con muchas visitas. Si alguien lo encuentra, mándemelo antes de que el mundo se me vuelva imposible!!!
2 comentarios:
Hacete la distraída y que te roben el mal humor.Cuando se den cuenta de que lo que robaron es tu mal humor, se van a querer matar.jajajaja
Anonimo en este caso es sinónimo de norika...se me hace muy complicado enviarte mensajes con mi nombre (¿?)
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