Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

viernes, 24 de junio de 2011

Loca ¿linda? con disimulo.

Limada. Tocadita. Falta. Rayada. Con problemas. Enfermita. Ahora le llaman workaholic, algo así como adicto al trabajo.
Lejos estoy de ser una adicta al trabajo, muuuuuuuy lejos. Siempre tengo cosas muchas más interesantes que hacer, aunque ese hacer implique la inacción total. Ahora bien, con la producción bloguística soy otra persona. Tanto me gusta escribir, que no puedo evitar “trabajar” a toda hora.
Hoy es viernes, cuando termina nuestra jornada laboral estamos destrozados en el mejor de los casos y en lo único que podemos pensar es en tirarnos cual ballenatos en algún lugar medianamente cómodo de nuestro hogar. Pensamos en cenar algo rico, si nos queda alguna energía perdida por ahí podemos decidir entre salir o tener relaciones sexuales (porque a determinada edad las dos cosas son imposibles) y nos entregamos al viaje de regreso a casa, preferentemente con los ojos cerrados y sin pensar.
Yo quise desafiar a mi falta total de aire, a mi cerebro exhausto luego de haberme exprimido intelectualmente hasta el último minuto de la jornada y abrí mi libro de turno, sentada en el último asiento, el que se comparte con 4 muertos más.
No llegué a hacer 2 cuadras. A riesgo de terminar golpeada en el costado de la vereda, sangrando y pidiendo ‘basta’, mientras hacía de cuenta que leía, no pude evitar escuchar una súper conversación a mi lado. No fue ‘súper' por el contenido quizá, si no por el énfasis que le ponía la protagonista al hablar. Iba sentada entre la ventana y yo, del lado derecho del colectivo y a pasitos de la puerta trasera. Casi que gritaba. Lo primero que pensé fue así debo gritar yo cuando mi hermana me dice que estoy hablando fuerte. Pero enseguida me enganché con su conversación telefónica, creyendo que la chica era compañera de trabajo de una amiga y esperando que tirara algún dato que me permitiera comprobar esa teoría.
Obvio que no tenía nada que ver con nadie a quien yo conociera, pero bueno, me enganché en la conversación y necesitaba escucharla entera.
Aquí pondría todos los adjetivos con los que inicié este relato ……. Vos ponele el nombre que quieras. Como había sacado el libro de la cartera -no estaba copada con la lectura pero quería engancharme- y estaba fusilada como para recordar todos los detalles, decidí hacer 'algo más'.
Metí la mano dentro de mi cartera, haciéndome bien la boluda y tomé mi equipo de mp3. Lo prendí, sin los auriculares y presioné 'grabar'. Seguí haciendo de cuenta que leía y mantuve el mp3 a una altura que permitiera que el micrófono diminuto captara lo que la chica hablaba vaya uno a saber con quién. En algún momento hasta moví la cabeza como en señal de estar bailando al ritmo de la canción que no estaba escuchando. Lo bueno es que la chica estaba concentradísima en su charla, porque la entrada vacía de los auriculares le apuntaba justo a su cara y a mí me hubiera dado miedo estar al lado de semejante loca.
No, no chequeé si alguien me miraba del otro lado del asiento para 5 personas. De última, si me estaban mirando no veían la entrada de los auriculares o quizá se dieron cuenta de lo loca que estoy. Igual me interesa muy poco lo que hayan pensado, con todo lo que pienso yo de los demás no me puedo permitir censurarlos.

En un momento se le cortó la llamada a la chica y yo creí que lo estaba fingiendo y que enseguida iba a convertirme en la víctima de una pelea callejera pero dentro de un colectivo. Me tiré un poco para mi costado izquierdo y traté de mantenerme erguida para no caer ante el primer golpe. Pero la chica simplemente volvió a marcar un número (no sé qué número, tanto no me meto en la vida de los demás) y siguió hablando. En esta segunda llamada fue más lo que escuchó y menos lo que habló, por lo que sospecho que voy a encontrarme con bastante ruido de motor en la grabación.
No sé qué se habrá grabado porque todavía no me tomé el trabajo de presionar ‘play’. Igual, era obvio. Así como cuando me escribía una palabra difícil en la mano antes de entrar a un examen y esa era la única palabra que me acordaba por mucho tiempo, ahora me acuerdo perfectamente de la conversación de la chica con alguien (sospecho que con otra chica).
En definitiva, me da la sensación de que perdí el tiempo. Hice horas extras al pedo y me perdí la posibilidad de estar atenta a otras conversaciones que quizá resultaron ser más interesantes. O tal vez podría haber avanzado en el libro o dormir un poco.
Lo cierto es que, por las dudas nomás, ahora voy a cargar la batería del mp3 para el próximo viaje. ¿De qué habló la chica? De cosas que me hicieron pensar un poco. Pero eso lo dejo para otro momento, es viernes y estoy reventada.



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