Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

miércoles, 8 de junio de 2011

Indignada

Me tomé el trabajo de volver a navegar dentro de un diario de primera línea para, desde allí, poder acceder a una revista de esas que lo único que tienen son test repetidos, tratamientos para adelgazar imposibles de costear con un sueldo medio y fotos viejas de prendas de moda que se reiteran.
Tuve suerte, no me tomó más de 2 minutos encontrarlo. Hace una semana, de chusma, me metí en la página de esta revista y encontré un apartado de blogs. Y me indigné. Pensé en mí, en mis ganas de escribir de siempre, en las ganas que tengo de hacer que mis posts lleguen a la fama y en el espacio poco publicitado que comparto con ustedes. Más allá de las consideraciones personales, la semana pasada el blog de una de las mujeres que tiene un espacio en una revista perteneciente a un Editorial de renombre, titulaba un post “Como un gato”.
Debido a mi enfermo amor por los felinos, decidí meterme y leer, quizá, alguna aventura casera del animal de esta persona o ver fotos de gatitos que le gustaran o fuera uno a saber qué.
Para mi sorpresa, el blog debatía, en 22 renglones (los conté, sí) la delicia de que a una le toquen el pelo.
No lees mal, la mujer le dedicó 22 renglones a su gusto por que le toquen el pelo. Eso no hubiera sido indignante, porque cada uno puede hacer de su culo un pito.
 Lo indignante fue haber bajado con el mouse a través de la nota, para ver que la mujer tenía 97 comentarios de unas 97 mujeres a las que les gusta este tipo de lectura vacía y sin sentido alguno.
Es decir, al resto de las mujeres nos deja en un lugar que YO (siempre yo, porque soy yo la que escribe en este blog) detesto y que creo que no tiene nada que ver con quien soy y con lo que pienso. La mujer que comenta estas notas vacías tiene que ser la misma que lee los tests “¿De qué color es el sweater que deberías comprar este invierno?” para saber qué mierda comprarse porque no puede decidir entre negro y gris y que además, comparte el maldito test con su grupo de compañeras de trabajo. Es la que cuenta que al nene se le caen los mocos y que se compró el succionador, que debe ser uno de los aparatos más desagradables que he tenido el infortunio de conocer. Es la que hace la dieta de algún astro y te tortura contándote las calorías que tiene cada cosa que te llevas a la boca y te rompe las pelotas para que la acompañes a caminar a paso vivo, moviendo los antebrazos con velocidad y como un robot malogrado, con un equipo de jogging nuevo y bien llamativo. Es la que va a la peluquería de manera obligada una vez por semana, porque no le basta con quemarse el pelo en casa, necesita de muchos productos químicos para terminar pelada en 2 o 3 años. Es la que no se banca no tener las botas cortitas con las calzas estampadas, ese estampado de siervos que también está en los sweaters, los guantes y las camperas y que evidentemente se mandó a coser a granel para que todas estén iguales, como si tuvieran un uniforme para sus vidas.
Y no quiero ser recontra jodida, pero si vos leyeras en el blog el siguiente comentario, ¿no te gustaría conocerle la cara a la persona que escribió esto?:
A mí no me gusta mucho que me toquen el pelo, salvo mi mamá, mi marido y mis hijos. Si son ellos, me encanta… ahora otra persona, no… gracias! Y tocar el pelo de otro, ídem… salvo esas personas, no… paso! Besos para todos!”
Y ¿Esto?: “A mí el pediatra me dijo que tenga cuidado porque si quedan pelitos enredados en los dedos por mucho tiempo (a la noche, me imagino), les puede cortar la circulación…” (¿Acaso el hijo de esta mujer  ¿es Sanzón?)
Y ¿Esta pobre mujer?: “Mi mamá decía que las mamás que no se dejaban tocar el pelo por las hijas eran malas madres… A mí no me gusta que me toquen el pelo, lo tengo muy largo y se me cae mucho!! Me molestan los tirones, por eso desde que nació mi primer hija lo tengo siempre atado, con rodete, para que no se cuelguen (y para no tener que barrer tanto, odio ver mis pelos en el piso!) A ellas sí me encanta peinarlas, pero no se dejan mucho… salen a la madre!”
A lo que voy es a esto, ¿cómo puede ser que existan 97 mujeres leyendo este tipo de nota y –lo que es peor- comentándolas? ¿Tan boluda se vuelve una mujer con el paso de los años y con los hijos? ¿Tan mal nos puede hacer quedar una congénere?
¿Dónde están la inteligencia, versatilidad y el ímpetu con los que la mujer se ha ido imponiendo en la sociedad? Yo no digo que seamos intelectuales 24 horas al día, pero tampoco pelotudas a tiempo completo! De hecho, no me parece que todas las notas femeninas tengan que necesariamente ser huecas y estúpidas. Pero si pruebo y sigo buscando, no encuentro temas ‘interesantes’ para leer en estos espacios. Hay notas increíbles como “Cuál es el número ideal de amigos en Twitter” o “Claudia Schiffer ¿demasiado delgada?” o “Cómo ahorrar para darte un capricho”.
Esto, ¿es contagioso? Porque (por Dios!) me da miedo hasta pasar cerca de un kiosco de revistas. En definitiva, qué bueno no tener un espacio en la editorial X, para la cual tengas que escribir este tipo de idioteces, porque apenas me banco leerlas.
Después no nos quejemos cuando veamos algún sketch en el que nos parodien como auténticas boludas. Y no me digas que la próxima vez que veas alguna de estas revistas no te vas a acordar de mí, porque no te creo!
Sí, soy una reventada que critica a todo el mundo. Lo bueno es que lo hago público, peor sería que no supieras lo que pienso...

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