Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

lunes, 13 de junio de 2011

A mí no me vendes nada!

No puedo decir que estoy indignada, porque lo dije hace unos días. Pero, entre nosotros, me siento así: indignada y estafada. Quiero creer que no hay una mente femenina involucrada en todo esto, pero es tan probable como que mañana va a nevar en Buenos Aires.
Este fin de semana –entre otras cosas- me dediqué a observar con detenimiento las publicidades que aparecen en los canales de televisión. Supongo que no soy la única que se ha dado cuenta, pero creo que voy a ser la primera en expresar mi parecer al respecto.
Es solo cuestión de prestar un poco de atención y vas a ver a qué me refiero. Primer bloque de la novela de turno, corte publicitario y aparece una mujer que va caminando por la calle. La detiene alguien y le pregunta cómo están sus dientes. Ella manifiesta que los nota sensibles y le hacen una prueba con una pasta dental. Buenísimo, nada demasiado trascendental si no fuera porque acto seguido una voz en off habla de la gingivitis, el mal aliento y muestran a una mujer que –presumo- tiene estos problemas a diario. Pero no veo un hombre que padezca estas cuestiones.
Siguiente publicidad, limpiador cremoso para la cocina. Aparece una mujer preocupada (porque quitarle la grasa a la cocina nos quita el sueño, sí…) y se pregunta cómo dejar limpia su cocina luego del plato que ha preparado. Ojo, antes te muestran que hizo la receta que enseñaban en el programa del famoso cocinero y te muestran que la cocina ha quedado hecha un desastre. De pronto, aparece un súper héroe de limpiadores y asunto terminado, la mujer contenta y la cocina reluciente. La mujer tenía un problema relacionado con la limpieza (esta vez externa) y un súper hombre se lo solucionó.
Puedo seguir con la estúpida mujer que tararea una melodía horrible y pegadiza mientras cuelga la ropa y el marido llega y le pregunta cómo está, si lo ama y ella contesta tarareando. Ella lava y él llega… y se rasca. Ella lidiando con la suciedad y él, nada.
Siguiente publicidad, un grupo de mujeres discute respecto de sus dificultades para ir al baño. Antes de haber probado el producto que se vende, están todas vestidas de marrón –muy elocuente-. Luego de adquirir el producto, están vestidas de blanco y violeta. No veo ningún hombre en la publicidad, se ve que todos ‘van bien de cuerpo’.
Otra más, mujer que camina alegremente por la calle. Te muestran que antes se bañó y que se puso un protector y te cuenta la voz en off que para estar “segura” durante el día y no tener “olor”, debes usar esos protectores. ¿A qué seguridad se referirá la publicidad? Porque si un protector va a protegerme, entonces empiezo a cargar el paquete en la cartera cuando salgo de noche sola! Hombres no hay, ellos no necesitan seguridad ni protección contra el olor.
Siguiente publicidad, crema para las arrugas del rostro de una mujer, que promete casi la belleza eterna. No veo hombres que la usen.
Siguiente publicidad, desodorante que reduce el vello y que no deja manchas en la ropa y hasta la prueba de darse vuelta la ropa y todas las mujeres con la remera al revés.
Siguiente imagen, postre dietético y muchas mujeres comiéndolo…
¿Se entendió? ¿O lo explico? En las publicidades de la televisión ningún hombre tiene mal aliento ni gingivitis. Ningún hombre cocina ni limpia. Ningún hombre lava la ropa ni tiene problemas para ir al baño, ni tiene olor en sus partes íntimas, ni transpira, ni mancha la ropa, ni hace dieta.
Para la televisión y para las malditas agencias de publicidad, los hombres son perfectos. Les importa un huevo exponer a la mujer como un pollo abierto al medio, contando todas sus intimidades como si comentaran la temperatura del día y sin embargo, no tienen reparos en mostrarlo a él como la perfección hecha carne y hueso.
No quiero estar cenando y escuchar, de pronto, que el olor de la mujer como consecuencia del día agitado… con un hombre al lado mío. No quiero que a él le cuenten de los olores. ¿Y si yo no tengo olores qué?
El hombre anda en autos caros por ciudades inventadas, se afeita y tiene –debajo- la piel perfecta. No necesita cremas, ni dietas, ni productos para el cuidado personal. La mujer, en cambio, tiene olores, no puede ir al baño, se pone mal cuando se indispone, hace un quilombo terrible cuando cocina y después necesita productos mágicos para limpiar. El hombre solo anda en autos 0 km y se pone perfumes y desodorantes para atraer mujeres, que tienen olor y problemas de todo tipo y viven necesitando combatirlos con los productos que venden en la tele.
No quiero imaginarme que exista una mujer que se siente cada mañana a pensar las publicidades en las agencias de publicidad, porque debe ser una hija de puta terrible a la que no le interesa denigrar cada partícula femenina.
El hombre es perfecto! Pero no es el hombre que está en la oficina y hace las veces de nuestro compañero de trabajo, no es nuestra media mandarina sin semillas, no es el chofer del colectivo, ni el carnicero del barrio, ni el profesor de la facultad. Ese hombre, es un cuento, porque no existe el hombre que no chive, que no tenga olor a bolas, que no tenga mal aliento y que no necesite cremas.
Si existiera, sería tan hijo de puta como la mina que arma las publicidades denigrantes y seguramente, no se fijaría en mujeres, si no en hombres perfectos como él.


2 comentarios:

Norika dijo...

ESAS PUBLICIDADES ME TIENE REPODRIDA!!!Además del mensaje, fijate en la ropa de esas mujeres amas de casa y en sus pelitos insulsos y sonrisitas de re pelotudas.

Anónimo dijo...

Jaja sabe k los publicistas siempre tocan tu ego para k reacciones .eso es lo mas normal de las publicidades .también hay publicidades donde se ridiculiza a los hombres pero la gran mayoría es para lucrar con tu reaccion a la ira .la ira crea compulsión .compulsión = compra = ganancias . o acaso crees k las publicidades de green pease con delfines empeyrlados o propagandas de coca con sata claus no están pensadas para k pienses lo ellos kieren k pienses? Un