Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

miércoles, 2 de febrero de 2011

Seguro contra todas mis torpezas

Debería existir un seguro, no de vida ni contra terceros ni contra incendios, si no contra cuestiones diarias como las que vivo en el gimnasio.
Estoy pensando seriamente en dejar de ir, porque lo que gano en músculos y vida atlética, lo pierdo en detalles no menos importantes, como dedos, uñas y demás partes de mi cuerpo. Justamente hoy fue un día en el que un seguro me hubiera servido de mucho.
Pero debo retrotraerme a la semana pasada, cuando intentando salir de la pileta, nadé en forma perpendicular al largo de la misma o en el sentido del ancho, sobre la parte más onda y con el objeto de salir de la pileta.
Mi idea era no molestar a la gente que a mí me molesta, me raspa los pies cuando nado lento, pega un brazaso y me da en la cara o el cuerpo y demás. Yo soy una persona respetuosa del prójimo a pesar de considerar que mi mundo sería mejor sin el prójimo. En ese sentido me parezco bastante a Jack Nicholson en la película “Mejor Imposible” y en el resto de los tics y obsesiones de Nicholson, también!!!
Igualmente nadie se da cuenta de todo esto en el gimnasio. El profesor no para de intentar levantarse minas, a todas les dice lo mismo, les señala las mismas partes de la pileta y las retiene por casi la misma cantidad de tiempo. Lo malo es que a mí no me advirtió que sobre cada lateral de la pileta había una pared. Así es que la semana pasada, en esta travesía hacia las escaleras, di una brazada elegante en estilo crol y me tragué la pared, con un saldo de dos uñas partidas.
Estoy pasando por un momento particular de mi vida que no me permite darme el lujo de perder dos puntas de uña…
No contenta con ese accidente y sin seguro contra torpezas, casi a diario me trago uno de los tantos bancos de gimnasio que hay en el vestuario. O bien no levanto la pierna lo suficiente como para atravesarlo por arriba o directamente me lo llevo puesto.
Hoy tuve una especie de “ataque” de prolijidad cuando me dirigía a las duchas. Observé que la puerta de ingreso a las mismas tenía la cortina de la primera ducha trabada. Entonces intenté, con la toalla, el necessaire y la bolsa con las antiparras asesinas y la gorra, retirar la cortina de la puerta. Lo intenté TRES VECES!!!! Y la muy puta no quería salir de ahí. Resultado, un dedo golpeado por el vaivén de la puerta (qué curioso, ¿no? Vaivén es “va y ven”, por eso se debe llamar así la puerta).
Me duché rápidamente y me fui a la pileta. Tuve que esperar que dos chicos pasaran nadando por al lado de la escalera para poder bajarla y meterme a la pileta, eso me molestó mucho porque era como si estuviera de bañera en la pileta, parada sin hacer nada más que mirar nadar a los demás. Salí en estilo crol, como siempre, con toda la energía de quien recién empieza el día y tiene la posibilidad de empezarlo con todo. Bueno, no tan rápido querida, porque a la tercera brazada me dí el brazo derecho contra las arandelas esas gigantes que ponen para separar los andariveles. El dolor fue muy parecido a una “paralítica”, pero en un brazo. Me desquité en el siguiente largo y le rasguñé el pie a un chico que iba, a mi gusto, muy lento. ¿Qué tiene de malo? Cuando los demás rasguñan mis pies yo no considero que mi velocidad sea un problema, si no que el problema es tener que compartir la pileta. Elíjanse otro horario para nadar y yo no voy a ser un obstáculo.
Pues bien, en la siguiente vuelta abrí la boca (aunque no tuviera nada para decir) y como están los que se creen campeones olímpicos nadando en uno de los andariveles, me vino una ola de agua toda hacia mi boca y me tragué medio litro. Me la pasé tosiendo debajo del agua. Cuando me recuperé, se me empezó a llenar de agua el lente derecho de la antiparra. Ahora que lo pienso, estoy teniendo muchos problemas con el  lado derecho… Y finalmente, cuando llegué a las duchas y luego de haberme aseado, encremado y todos los “ados” posibles en un baño (o casi todos), al abrir la maldita puerta que trababa la cortina, me golpeé el dedo gordo del pie ¡derecho!!!!! con el vaivén.
Ahora, digo yo una cosa, con la fortuna que pago para ir a nadar, ¿no tendría el gimnasio que resarcirme por tantos golpes y avatares?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojo con los golpes o "accidentes" del lado derecho.Es el lado Iang de la vida: lo masculino, el afuera, el trato con los hombres, el padre,el trabajo, lo intelectual. En fin...

Anónimo dijo...

no creo que hagan un seguro contra torpeza ya que yo fundiria cada una de las aseguradosres, no hay un dia que mi cuerpo padezca una de mis torpeza, pero se puede vivir con esto, esocreo, hay dia que mas y otros que menos, en fin el dia que deje de ser torpe no sere yo.
creo que no medimo los movimientos con cuidado y no sabemos apreciar nuetro volumen por eso somos tan torpes, o nacemos asi porque no se puede ser torpe por naturaleza, yo voto por la TORPEZA jaja