O todos los caminos conducen al subte o al colectivo….
Esta mañana caminaba del gimnasio a la oficina cuando, nuevamente de casualidad, escuché la conversación entre dos chicos que iban caminando detrás mío. Tampoco es para que pienses que me vivo metiendo en conversaciones ajenas, eh?!!!!
Uno de ellos le decía al otro: “yo estaba parado ahí fijo y no me movía y veía como TOOdos se sentaban, menos yo” (el TOO es porque gritó esa parte de la palabra, como indignado). Entonces lo miré al pibe que estaba sentado y le pregunté ¿dónde te bajas? Y me dijo que se bajaba en Alem, así que me fui a la mierda de ahí, no tenía ninguna chance de sentarme”.
No pude evitar sonreír. ¿Cuántas veces me ha pasado que me paro firme al lado de alguien, con la convicción de que va a bajarse y veo que nunca se mueve? De hecho, estoy aprendiendo a pararme en el último asiento doble, cerca del asiento de 5 personas, porque probabilísticamente hablando es el lugar en el que puedo llegar a tener más suerte. Pensemos, son 8 personas contra 2 o 1 si me paro cerca de un asiento doble o uno individual.
Aunque el asiento largo sea incómodo, implique la posibilidad de ir a parar a la mierda en una frenada o me caliente la espalda por el motor, allí es donde seguramente me pueda sentar antes de llegar a destino. Es cuestión de probarlo.
Adelante no hay chances, están todos los que tienen “problemas” que les da derecho a sentarse. Bueno señores, yo también tengo problemas, pero no hay un cartelito que diga “prioridad para los que tienen problemitas”. Así es que ni bien subo trato de irme para atrás. El tema es que muchas veces no hay ninguna probabilidad que ayude y es ahí donde se disparan mis ideas (por suerte salgo ilesa) y aparecen distintas formas de solucionar el problema:
- Con el boleto aparece el número, como si estuviéramos en la carnicería. El tema es que si ni bien subo me pudiera sentar en un lugar que se vacía en la siguiente parada, con este sistema del número tendría que quedarme parada. No sirve
- Por orden de aparición, es decir, subo cuarta y me sentaré cuarta. Es parecido al sistema del número, pero distinto, porque cuenta por parada, no por cantidad de gente sin asiento. Pero el problema del asiento vacío en la siguiente parada es el mismo. No sirve
- Por edad, de menor a mayor, según los años que uno acuse, o de mayor a menor descontando a los mayores de 70 años (que claramente van adelante). El tema es que las mujeres suelen restarse años y entonces habría que pedir documento y ¿quién se encargaría de constatar el año de nacimiento de cada uno? Quizá antes de que terminaran de pedir todos los documentos, yo ya llegué a mi casa parada. No sirve
- Como en el juego de la silla, pero en lugar de dar vueltas alrededor de un asiento que ya es bastante complicado, habría que levantar la mano y decir “lo ví” cuando se desocupe un asiento. Igual nunca falta el que amaga como en el “chancho” y hace trampa. No sirve
- Por instinto, es decir, me paro al lado de alguien y si ese alguien se baja del colectivo, me queda el asiento. No tengo que ofrecerlo a otros ni cederlo a nadie. Pero si se desocupa otro asiento y el colectivo está vacío de gente parada, yo seguiría quedando parada porque no acerté. No sirve
En fin, me parece que la mejor es la que hizo el chico, se animó a preguntar para saber si valía la pena jugársela por un asiento o si era mejor ir y venir por el pasillo, hasta que alguien se bajara y abalanzarse sobre el asiento vacío. La alternativa es el subte, pero tendremos que ser testigos de muchas conversaciones íntimas y quizá no estemos listos para soportar lo que escuchamos.
Por lo tanto, voy a proponer a la CNRT que agreguen “personas con problemitas” al cartel de los primeros cuatro asientos. No, mejor al de los asientos que estén adelante, pero que vayan de frente. Los asientos que dan la espalda al conductor me marean. Si hay que pedir, pidamos bien che!
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