Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

martes, 12 de julio de 2011

Un elefante y medio...

Mirando para atrás me causa mucha gracia. Pero puedo asegurarte que ese día no me reía ni en pedo. Todo lo contrario, sentí que me había meado un elefante y que no había llegado a sentir la humedad en mi cuerpo.
Debe ser por eso que insistí e insistí e insistí, hasta que no pude insistir más y mandé todo a la mierda.
Creo que ya he deslizado en algún otro título mi incapacidad para salir de casa sin estar cargada hasta las cejas. Mínimamente salgo con la cartera y una mochila y haga lo que haga, ordene como ordene y organice como organice, siempre estoy hasta las manos. El peso de la mochila me hace ir sacando pecho como si estuviera orgullosa de salir a la mañana y nunca puedo comprar nada que necesite, porque no tengo donde ponerlo y no quiero volver llena de bolsas a casa.
Ese día del que te hablo, salí con las cosas de la facultad, las cosas del trabajo, las cosas de natación y las cosas del gimnasio. No me faltaba nada! El itinerario era facultad, gimnasio, trabajo y natación y después había quedado en encontrarme con una amiga a tomar algo. Como mi amiga iba a demorar aproximadamente una hora en llegar al bar del encuentro, me venía perfecto el hueco para hacer un poco de pileta.
Así es que salí a las 8 con una cartera chica -porque en la oficina me había dejado un bolso- y con la mochila. Fui a la facultad, luego al gimnasio y cuando llegué a la oficina me tomé el trabajo de pasar varias cosas de la mochila al bolso que tenía en un mueble y guardé las cosas de la cartera en la mochila. Ya que estaba, puse cosas que tenia en la oficina hacia mil años, mitad en el bolso y mitad en la mochila.
Se hizo la hora más hermosa de la semana en mi vida, las 6 de la tarde del viernes. La llamé a mi amiga para confirmar hora de encuentro y salí sacando pecho con la mochila y pegándole con el muslo derecho al bolso que llevaba cruzado.
Creo que entre los tres estábamos cerca de los 100 kilos. Las pocas cuadras que me separan de la pileta las transité a toda velocidad, para tener más tiempo para nadar. Llegué casi corriendo, me apuré a "colarme" delante de una chica que estaba por entrar, bajé las escaleras corriendo y cuando llegué al vestuario solicité mi locker con entusiasmo al tiempo que decía "ya te doy el carnet".
Había dejado la billetera próxima al cierre más cercano a mi mano, así no tardaba demasiado en entregar a la señora del vestuario el carnet y el vale para la pileta. Saqué la billetera, la abrí, tomé el vale, miré a la señora y le dije "ya te doy el carnet". A todo esto, ya tenía 3 mujeres detrás de mí. Como no soy maleducada, decidí correrme de la fila y sentarme en los bancos del vestuario a buscar mi carnet. Primero busqué en la mochila, que es la que siempre uso para ir a la pileta. Revisé el bolsillo delantero unas 30 veces y nada. Entonces saqué el bolso que contiene todos los artículos de perfumería, lo abrí, constaté que tenía el carnet del otro gimnasio, revisé entre los bolsillos internos y nada. Saqué entonces la ropa, la malla, las antiparras y me colgué un rato imaginándome con ellas puestas. Siempre me pasa que cuando salgo de la pileta me pongo las antiparras arriba de la cabeza, como si fueran anteojos y pienso: gracias a Dios acá no hay espejo, porque si me llego a ver así no vengo más. Me imagino parecida a los hombres que andaban en esas motos con cabina y esos anteojos tipo antiparras que ya no se ven en muchos lados, una delicia para no perderse!
En fin, seguí metiendo la mano en el resto de los bolsillos de la mochila (son 6 en total) y nada. Ya  habían pasado las 3 mujeres que estaban detrás de mí y yo como si nada, ahí, detenida en el tiempo por una nimiedad. Miré el bolso y me dije: tiene que estar ahí. Entonces saqué una por una todas las boludeces que cargaba, lo que incluía 2 tuppers que tenía en la oficina hacía mil años y que ¿justo ese día me tenía que llevar a casa?
Mientras tanto, la señora del baño me miraba y me decía “buscá tranquila” y yo pensaba: tranquila las pelotas, vine corriendo para perder el tiempo buscando el puto carnet y vos me podrías dejar pasar, si me ves todos los días. Cuando estaba por iniciar la tercera búsqueda infructuosa en la mochila, como una aparición en una película de terror, vi mi carnet cagándose de risa en un monedero que había dejado en casa. Por lo menos sabía que era al pedo seguir buscando. Así es que me paré, pateé un tupper, fui guardando todo en la mochila y el bolso al tiempo que sostenía lo que todavía no había guardado entre mi pera y mis brazos y me acerqué a decirle a la señora "no tengo el carnet, me lo olvidé". A todo esto ya había perdido 15 minutos y me quedaban 45 para nadar, bañarme y salir a encontrarme con mi amiga. La señora muy sonriente me dijo "no hay problema, anda a buscar uno provisorio arriba". Ah, listo, ¿por qué no me avisaste antes, la concha de tu hermana? ¿Vos te pensas que a mí me sobra el tiempo?
Terminé de armar el bolso en el aire, me lo colgué del cuello, sujeté la mochila de un brazo y subí las escaleras corriendo. Me dieron un carnet provisorio y bajé a las corridas. Ya habían pasado 5 minutos más, pero lo que había intentado evitar me estaba sucediendo ahora. Había cola para pedir locker porque las mujeres estaban saliendo todas juntas de sus trabajos e iban todas al gimnasio. No problem, esperé en la fila hasta que me dieron mi número. Corrí hasta el locker, me cambié como una bestia, entre saltos para no caerme de jeta y tratando de poner la clave del candado lo más rápido posible. Salí casi corriendo a las duchas, porque antes de meterse a la pileta una debe ducharse y me dí cuenta de que me olvidaba la toalla. Ok, ya estaba bien caliente. Volví a buscar la toalla y me metí como venía en la ducha, a riesgo de morir congelada si el agua salía fría. Me duché en dos segundos, saqué la gorra de la bolsa y cuando me la fui a poner me quedé con un pedazo en cada mano. Gorra de latex medio vieja + chica atolondrada con muchas ganas de nadar = cagate y ahora no nadas nada.
Nada de nada, no nadas nada. Con mucha elegancia, cual famosa infraganti, tiré la gorra en el tarro del baño y ya que estaba húmeda en la ducha, me bañé para justificar tanta movida al re pedo y me fui a tomar algo con mi amiga. Cuando no tiene que ser, no va a ser. Hasta el carnet que se quedó en casa lo sabía mejor que yo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hacia mucho q no entraba al blog y estoy tratando de actualizarme con las lecturas atrasadas. es increible como me cago de risa con lo q escribis!!!!

Ironica dijo...

Gracias!!! La idea es esa, reirnos!!!!!