Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

miércoles, 27 de julio de 2011

Hay que aprender a ver el vaso medio lleno

Sinceramente, no sé de qué manera expresar mi indignación al leer el titular del diario. No sé si la gente es pelotuda o si es re pelotuda. No lo entiendo. No me entra en la cabeza.
Porque vos podes hacer lo que quieras con tu vida, con tu laburo, con tu guita. Pero yo creo que existen límites invisibles a partir de los cuales se podría decir que uno se ‘zarpa’. Y están los otros, los límites visibles. Esos que, si los cruzamos, nos dejan del lado de la pelotudez total y nos diferencian claramente del resto. Con una claridad que encandila. Como en el caso del titular del diario. A partir de ahí te convertís en un visionario o en un auténtico pelotudo.
Basándome en la experiencia (corta pero vasta) en esta sociedad que me tocó en suerte, puedo decir que claramente nos enfrentamos a una manga de pelotudos natos. Esta gente evidentemente tiene problemas, mucho tiempo al pedo y no sabe en qué carajo gastar su dinero.
Por suerte siempre hay “un roto para un descocido” y a la manga de aprovechadores de pelotudos, siempre le corresponde el conjunto de gente que no sabe qué sorete hacer con su dinero y su vida y entonces deciden hacer negocios juntos.
Pues bien, desde mi humilde lugar de ciudadana crítica y ampliamente antisocial, esto se fue de las manos de cualquier análisis y se ha convertido en una pelotudez absoluta y total, imposible de entender desde el sentido común y la racionalidad.
Compruébelo Ud. mismo señora o señor, he aquí el titular que resume lo que no puedo decir:
“Ya son 1.741 argentinos que compraron su terreno en la Luna o en Marte”
¡¡¡¡¡Felicidades a los adquirentes de media hectárea!!!!!! Que me digan ahora cuándo carajo sale el cohete hacia un lugar en el mundo que ni siquiera se comprobó que haya pisado el ser humano. A la fecha es más la gente que sostiene que nos vendieron un buzón, que la que cree que el hombre llegó a la luna en 1969. Ni que hablar de marte, del cual únicamente tenemos referencias hollywoodenses de gente verde que habla en un idioma inventado por algún cineasta. De ahí en más los detalles son menores. No sabemos si hay ozono respirable, cómo funciona la gravedad, si el agua es consumible. Eso, como mínimo, para empezar a pensar en irse para allá.
Pero si en serio me pongo a perder el tiempo y pienso en todos estos pelotudos, llego a una primera mínima conclusión: ojalá se invente pronto el medio de transporte seguro que acerque a toda esta gente a la luna y a marte. Ya hay demasiados pelotudos en la tierra, así es que vayamos haciéndoles lugar en otro lado lo antes posible, así aquí se respira mejor aire y, por lo menos, hay menos tráfico matutino y menos amontonamiento en el subte.
Y después me vienen con que la prensa actual es sensacionalista y pesimista. Vale la pena releer el titular, por fin una buena!
 

viernes, 22 de julio de 2011

El aburrimiento puede llevarte a sitios horribles

Soy masoquista del consumo ajeno. Cada vez que tengo poco que hacer en la oficina, me pongo a leer las notas que consumen las mujeres con hijos, con patio con parrilla, con piernas largas, con problemas de depilación y hasta con problemas de pareja (yo no los tengo, jaja, qué pelotuda!).
Los leo para ver qué se siente ser así, distinta y parte del montón. Esos días de aburrimiento hartante miro el blog de una pelotuda que sale de su casa y se saca una foto para que nosotras (el resto de las pelotudas) veamos cómo se vistió. ¿Por qué no venís vos a casa que te muestro qué me puse hoy? Lo mío no es el conjunto con marcas por todos lados ni suecos horribles ni pilotos de colores, pero me puedo sacar la foto sin drama y te venís y me mirás. No tengo las cosas de mi abuela colgadas en mi placard y, no jodamos, vos tampoco. Te habrás ido a alguna boutique vintage a buscar algo viejo, pero yo no me como la de que tu abuela te prestó ese piloto horrible de plástico. Pobre vieja, no le eches la culpa a ella de tu horrendo gusto y no te creas que sos cool por usar ropa vieja. Con ese criterio yo soy ultra cool, porque tengo colgada en el placard la misma ropa que usaba en la secundaria. Y tampoco nos hagas creer que revolviste el “ropero” de tu prima Mechi, porque si yo fuera tu prima y me desordenas una puta media, te cago a trompadas. Ese mal gusto es todo tuyo, confesa!
Lo que más me enerva del blog son las 5 o 6 frases que forman parte de su resumen de moda y que son la nada misma, con la fotito de ella, re cool y sin ataduras ni horarios, ahí haciendo juego con el blog vacío que tiene.
Estuve a punto de meterme a leer los comentarios, pero ya sufrí una vez con el blog de una mamá y sé que tengo grandes chances de terminar mi día deprimida a full, cancelando planes, por la cantidad de pelotudas que comentan estas “no” notas publicadas a diario.
Ejemplos de los comentarios serían: “Qué buena onda Pachi” (porque estas minas que se visten así, tienen esos apodos pelotudos), “Grashias por tantash ideashh”, “Morí con tu carterita ashul, me encantó!”  “El shombrerito, un cláshico!” y otros más del estilo.
Este comentario es auténtico, copio y pego porque no lo puedo creer: “Uy Pachi, me sigue pasando que me aparecen las fotos una sobre otra. Le doy click sobre la primera y no me sale la opción “siguiente”, es mi PC?”. No, sos vos pelotuda, que no sabes mirar una página de internet!!!
Yo tengo puesta una camisa, un saco gris de los de traje, pantalón de traje y botas negras, de esas que tienen una suela bien compacta y con las que el impulso de la patada en el orto te deja bien lejos.
En fin, voy a dejar de meterme en el blog de esta pelotuda y me voy a dedicar a los otros que el mercado tienen preparados para nosotras: “Cómo usar el pelo corto”. Por Dios, qué pena que piensen que a las mujeres nos interesan tantas boludeces.

jueves, 21 de julio de 2011

Atentados contra mi buena voluntad diaria

Juro que cada mañana pongo todo lo mejor de mí para no caer en el mal humor desolador que me acecha en cualquier esquina. Ahora, si vos fueras yo, ¿podrías resistirte a él? Comparto con vos las cosas que me pasan en un día cualquiera y atrevete a llegar a las 23 hs sin haber incursionado en el mundo de las caras de orto…
Dos horas antes de que suene el despertador me despierto y miro alrededor en la oscuridad y todo está en silencio. No veo luz del día asomándose entre las maderas de la persiana, pero me empecino en pensar que me quedé dormida. Ahora, en lugar de levantarme a comprobar la hora, decido esperar en la cama en silencio, hasta que el despertador suene o hasta que escuche la cantidad suficiente de ruidos como para tener la seguridad de que me quedé dormida. ¿Por qué carajos no me levanto y miro el reloj? No lo sé, pero ahí me quedo y me pierdo dos horas de sueño por una inseguridad pelotuda. Finalmente suena el despertador y me dan ganas de partirme la cabeza contra la bañadera, porque me perdí dos horas nomás.
Me levanto, me baño a los pedos porque hoy tengo que salir más temprano, me cambio y corro a buscar el diario a la puerta del edificio. Mierda, el diario no está. Hace dos semanas acordamos con el dueño del kiosco que el repartidor me dejara el diario en la puerta del edificio y ni el jueves pasado ni hoy jueves está el diario. O el repartidor tiene un problema con los jueves o un hijo de puta me lo está robando.
Hombre de unos 40 años que se sube detrás de mí en el colectivo, se acomoda bien frente a un asiento y con su brazo derecho me mueve el libro que leo, parada y me empuja cada vez que quiere hacer algo con su celular. Lo miro y lo vuelvo a mirar cada vez que osa rozar alguna parte de mi cuerpo o de mi libro. Llego a putear en voz semi baja para ver si se hace cargo, pero el muy hijo de puta sigue jodiendo con su celular y hace de cuenta que no existo. Finalmente se desocupa el asiento que está detrás de mí y el muy sorete se tira encima del asiento, para sentarse antes que yo. ¡Metete el asiento en el orto, infeliz de mierda! Y la educación también.
Vuelve mi compañero de trabajo, luego de tres días de licencia por enfermedad y se sorbe los mocos como si se estuviera tomando una sopa crema y luego sorbe el café como si fuera un helado que se derrite y come con la boca abierta como si yo no supiera que hay facturas en la cocina.
¿Por qué sorete Cormillot me manda mails cada dos días, ofreciéndome dietas para bajar de peso o artículos de cómo cuidarme? ¿Acaso está escondido en un cajón del escritorio?
¿Puede ser que sea tan pelotuda que por no prestar atención y con un sol que raja la tierra, yo escuche que el locutor de la radio dice “Llueve otra vez” (en referencia al tema que acaban de pasar) y putee a lo loco para mis adentros, amargándome porque me voy a mojar, cuando veo que no llueve en 500 km a la redonda???
Hace unas semanas vi un aviso de un departamento que me interesó y me colgué y no llamé. Hoy llamo para averiguar de qué se trata, me atiende un viejo pelotudo en el celular que publicaron en el cartel que estaba colgado en el edificio en cuestión y me dice “estoy manejando, llamame más tarde”. La concha de tu hermana, ¿para qué sorete me atendes si me vas a decir que te llame más tarde porque estás manejando? Sos vos el que atiende, no hubieras atendido una mierda. Y si me atendes, tene la delicadeza de preguntar quién habla, por qué asunto es y al menos, tomar un mensaje. Si no, metete el celular en el orto o publica un teléfono de línea, así no te molesto en tu rutina automovilística de mierda.
¿Por qué si las vacaciones son de los niños, no se los llevan a todos a una granja gigante en algún descampado que no esté en uso y nos dejan de joder a todos los boludos que seguimos yendo a laburar, pero ahora rodeados de globos y chupetines y gritos insoportables? Si yo no quiero tener hijos, ¿por qué mierda me tengo que bancar a los hijos de los demás en todos lados? Yo quisiera tener vacaciones y romperle las bolas a los chicos en su rutina diaria de ir al colegio, a ver quién rompe más las bolas a quién.
¿Cuándo mierda termina la copa América? Estoy cansada de que lleguen las 10 de la noche y poner telefé y que la novela no esté porque hay 22 boludos corriendo detrás de una pelota. Encima no hacen un puto gol y al final termino apagando el televisor o haciendo otra cosa y cuando vuelvan a pasar la novela, ya ni la cara del protagonista me voy a acordar.
Necesito empezar un tratamiento para el manejo de la ira, otro para dejar de putear cada 2 segundos y otro para aprender a vivir en sociedad. Ojalá no sean muy caros y atiendan los domingos, porque no tengo mucho horario disponible en la semana. Por suerte, mañana es viernes!

miércoles, 20 de julio de 2011

Seria, esta vez paso...

Ya me dijo “feliz día” mi compañera de trabajo. Ya recibí mail de mi suegro deseándome “feliz día” (obvio que no era un mail exclusivamente para mí, sino una cadena) y ya recibí mails de amigas a las que veo poco y que, a pesar de conocer mi repudio por el día, igual me saludan porque para ellas el día sí es importante.
Mi hermana también se encargó de llamarme para saludarme, en joda y me encargué de mandarla a la mierda, en serio. El día del amigo da para eso, para que exista impunidad en el saludo y para que un pelotudo llame a la ‘radio de los hits’ que escucha el colectivero que me trae al laburo y yo tenga que bancarme el “feliz día para todos!” del oyente, sin poder apagar la radio ajena.
No lo entiendo y tampoco me voy a tomar el trabajo de entenderlo. Cualquiera saluda a cualquiera y si no devolves el saludo, sos ortiva o “menos” amigo. El día es comercial, ¿es que nadie se da cuenta de eso? Resulta que ahora no tenemos el “día de…” sino “la semana de…” o hasta “el mes de…”
Por lo tanto, como a algún pelotudo se le ocurrió que en julio iba a haber una semana de la dulzura (seguramente un distribuidor de golosinas o dueño de una fábrica de dulces), todos tenemos que andar saludando cual robots sin sentido común “feliz semana de la dulzura”. Y este año ya es “mes de la dulzura”, lo que genera una mayor recaudación, porque 30 días pueden más que 7, ¿no? Así que en julio tenemos la semana de la dulzura, el día de la independencia y el mes del amigo. Arriba que nos vamos, no falta nadie!
¿Alguno se puso a pensar por qué mierda festejamos el día del amigo? Resulta que hace más de 30 años “dicen” que el hombre llegó a la luna un 20 de julio. También “dicen” que fue con un perro, ¿será por eso la conexión con el día del amigo? Porque yo tengo un gato y no tendría un perro a no ser que el patio de mi casa fuera tan gigante como el Parque Nacional Nahuel Huapi. ¿Entonces qué? ¿No soy amiga porque no tengo perros? Conozco un montón de gente que no tiene perro y se cree “amiga” y también conozco un montón de soretes con perro, que no podrían ser amigos ni de sí mismos.
A lo que voy es a que toda mi vida me junté para el 20 de julio con quienes se decían mis amigos. Recuerdo que un año me gasté todo mi aguinaldo en regalos para un grupo de ‘amigas’ que, un año más tarde, decidieron que yo no era lo suficientemente valiosa como para conservarme en el grupo-secta que conformaban. Me podría haber ido unos días a la mierda con esa guita.
Si el día del amigo le da tanta impunidad a tanto hijo de puta y el saludo se vuelve tan generalizado, entonces considero que tengo derecho de hacerme a un lado y no saludar. No me interesa participar de un saludo que se da porque el calendario lo marca. Es como comer frutas secas en navidad, lo hacemos porque copiamos de las culturas en las que hace frío, aunque acá el 24 de diciembre nos caguemos de calor. Así también festejamos día de padre, madre y niño. Del hijo no festejemos el día, así los que no somos padres ni madres y ya tenemos más de 25 años, nos recontra jodemos y no volvemos a recibir un puto regalo en nuestras vidas. Festejemos estos días pelotudos que sirven para que todos se saluden con todos, como si se estuvieran dando la paz en el medio de la misa, para al día siguiente ponérsela por la espalda, porque ya es 21 de julio.
Bueno, en esta no me prendo. No me va la cerveza de los “amigos”, ni las casas de bijou para las “amigas”, ni los bombones rellenos para celebrar la “amistad”, ni los descuentos en bares y restaurantes para juntarse, hacer cola para apoyar el culo en una silla y tener que contar enterito el último año de tu vida para poner ‘al día’ a tus (jajaja, haceme reir) ‘amigos’ y luego repetir, como si fuera diciembre: “A ver cuándo nos volvemos a ver, che!” o “a ver si nos vemos más seguido” o “a ver si nos juntamos una vez por mes aunque sea” o “veámonos antes de fin de año”. Y volveremos a cruzar nuestras jetas recién el 20 de julio próximo y el resto de nuestra vida girará en torno de otra gente con la que ni nos juntamos el 20 de julio ni la última semana de diciembre.
Yo elijo juntarme mañana o pasado o dentro de dos o tres semanas, con quien se me cante y sin que me lo marque el calendario. Porque compartí muchos 20 de julio con amistades que me pegaron cuando me di vuelta, que me traicionaron, que no quisieron acompañarme en mis mejores momentos y que estuvieron en los peores, para compararlos con sus peores momentos y llorármelos con descaro.
Chica de mala suerte o demasiado sincera para tener muchos amigos. Hoy elijo no devolver los saludos por el día del amigo, mis amigos ya saben que no me va el día y que igual los quiero aunque “no cumpla” con el puto calendario. El resto, ese que se cree amigo y no está entre mis cariños, ese resto va a saludar y a mandar mails y mensajes. Y ¡ups!, justo hoy me quedé sin crédito.
Como si me estuvieran espiando, en la radio me pasan “You are my best friend” y el pelotudo del conductor dice “feliz día del amigo para todos”. Qué día me espera, ojalá llegue a las 12 de la noche sin cagar a piñas a nadie.
 


viernes, 15 de julio de 2011

Y dale alegría, alegría a mi corazoon!

Ya sé, me pongo pesada con la pileta. El tema es que me he dado cuenta que es en el agua donde surgen las cosas más curiosas y me parece que tengo el deber de compartirlo con ustedes. Hoy ese “ustedes” está más dirigido a mis lectoras que a mis lectores. Igualmente, seguí leyendo si sos un “ustedes” masculino, porque siempre se puede aprender de las cuestiones de las que hablan las mujeres.
De más está decir que me compré una gorra. Me la compré el mismo día que me meó el elefante, antes de encontrarme con mi amiga y la estrené a principios de esta semana. Cuando salgo del vestuario y me meto en las duchas, estoy en lo que podría llamar ‘temperatura ambiente’. Pensemos que, a pesar de que no hace frío polar, es invierno y andar en malla por la vida no es fácil. De todas maneras me considero (entre otras cosas) una persona valiente y me animo a salir de las duchas hacia la pileta. Gran sorpresa me llevé el otro día cuando me fui introduciendo en el agua de a poco (porque no queda bien tirarse de panzazo en un gimnasio) con mi gorra nueva.
Como estaba tan enojada con la gorra de latex que ahora descansa en el Ceamse, me compré una gorra de licra. Mamita querida, se te congela la cabeza cuando pasa el agua, algo que no ocurría con la de latex. El agua va entrando de a poquito y no está caliente, a contrario de lo que se pueda pensar de una pileta climatizada. Lo que climatizan es el lugar en el que se encuentra la pileta, pero el agua está a temperatura normal. Así es que mojarse la cabeza con agua fresca no es una experiencia del todo agradable.
Por lo que hoy fui preparada y teniendo presente que iba a sentir frío. Me introduje poco a poco, luego de colocarme mis antiparras y con gorrita cuasi nueva que me debe hacer la cabeza con forma de huevo negro (tampoco me miré al espejo con este modelo) y salí nadando lo más rápido que pude, para sufrir menos el frío. Hice un largo de crol, volví con otro de pecho y volví a salir, casi sin frenar, con otro largo de crol hacia la parte más baja de la pileta. Siempre salgo al revés, me acostumbré así. Voy de lo hondo a lo bajo, de lo impar a lo par y mis brazadas siempre terminan en par y suelen ser la misma cantidad que la cantidad final de largos. ¿Por qué es importante todo esto? Para que se entienda la concentración que requiere mi meticulosidad matemática a la hora de nadar y el poco espacio que hay para divagar y pensar pavadas. No obstante ello, suelo mirar las burbujitas que dejan las patadas y brazadas ajenas en mi camino hacia cada punta de la pileta.
Hoy éramos dos mujeres. La pileta está dividida en 4 andariveles, yo estaba en uno de los del centro y la otra mujer en uno de los extremos. El resto, hombres (no dejan entrar animales y me daría asco nadar con pelos de perro por todos lados).
A lo importante: iba por mi tercera pileta de crol, la quinta en total y con 15 piletas más por venir planificadas. Estaba llegando a la brazada 20 cuando toqué la pared del lado bajo y me puse de pie para acomodarme las antiparras. Es una molestia la gorra nueva, no solo se me congela la cabeza sino que además se resbalan las antiparras y me entra agua en una lente. Es horrible estar nadando y sentir que se te ahoga un ojo, además de ser injusto porque el otro ojo lo goza mirando para todos lados sin problemas. A esta altura de mi vida no voy a andar mediando en una pelea entre ojos, ¿no?
La cuestión es que te lo cuento en cámara lenta para que lo revivas conmigo: me levanto y al hacerlo voy teniendo ante mis ojos dos piernas que continúan en un cuerpo. Es inevitable pasar con la mirada por los órganos sexuales, en el camino hacia mi altura o largo final, que suele estar a la altura de las axilas de un hombre. Entonces, me paré y creí ver algo en el camino de mi mirada. Pensé o recordé o dudé y giré mi cabeza con mucho impulso hacia la cintura del hombre que estaba parado al lado mío, preparándose para salir a nadar desde la parte baja de la pileta. Oh, por Dios, la tiene parada! Inmediatamente subí mi vista hacia la de él, morí de vergüenza y huí nadando como si me estuviera persiguiendo la policía. Quería desaparecer a través de las burbujas, él me vio que lo miré. Pero, ¿sabía que la tenía parada? En realidad ¿la tenía parada o yo soñé que se la vi parada? Esto no podía quedar así, necesitaba quitarme la duda (sin doble sentido) por lo que llegué a lo hondo y salí de nuevo nadando a mucha velocidad para cruzar al hombre y corroborar lo que creía. Sí, la tenía parada, aun nadando la tenía parada. Aunque en realidad podía ser la fuerza de gravedad que hacía que le colgara más. La única forma de comprobarlo era comparando ese bulto con el resto. No tuve más remedio, empecé a mirar a los demás nadadores. En un momento ya alucinaba con que uno de ellos estaba desnudo, cuando en realidad solo tenía una malla color piel. Hubiera estado bueno, porque me hubiera despejado definitivamente la duda.
Yo no sé si alguna vez observaste a un hombre nadar, pero la mayoría de los hombres que nadan en el gimnasio al que voy, lo hacen mirando para abajo. Con lo cual, no te ven y muchas veces te llevan puesta o se tragan la pared. En este caso me benefició, porque ninguno vio que lo miraba. En un momento hasta parecía que iba de costado, casi a punto de sacar fotos a cada uno, como si en lugar de nadar estuviera haciendo un informe acuático-periodístico.
Ya no sentía pudor porque, si los hombres se la pasan mirando culos y tetas con impunidad en la calle, ¿por qué yo no puedo mirar bultos mientras nado?
Luego de 20 minutos de nadar sin parar, me di cuenta de que hacía rato que no sentía frío, que no sabía si había nadado 20 o 200 largos y que había dejado de contar. Encontré una nueva distracción, que no está nada mal. Si el hombre me vio reposar mi mirada en su bulto, no lo sé, pero si lo cruzo alguna vez le voy a agradecer, hoy me alegró el día.

 

martes, 12 de julio de 2011

Un elefante y medio...

Mirando para atrás me causa mucha gracia. Pero puedo asegurarte que ese día no me reía ni en pedo. Todo lo contrario, sentí que me había meado un elefante y que no había llegado a sentir la humedad en mi cuerpo.
Debe ser por eso que insistí e insistí e insistí, hasta que no pude insistir más y mandé todo a la mierda.
Creo que ya he deslizado en algún otro título mi incapacidad para salir de casa sin estar cargada hasta las cejas. Mínimamente salgo con la cartera y una mochila y haga lo que haga, ordene como ordene y organice como organice, siempre estoy hasta las manos. El peso de la mochila me hace ir sacando pecho como si estuviera orgullosa de salir a la mañana y nunca puedo comprar nada que necesite, porque no tengo donde ponerlo y no quiero volver llena de bolsas a casa.
Ese día del que te hablo, salí con las cosas de la facultad, las cosas del trabajo, las cosas de natación y las cosas del gimnasio. No me faltaba nada! El itinerario era facultad, gimnasio, trabajo y natación y después había quedado en encontrarme con una amiga a tomar algo. Como mi amiga iba a demorar aproximadamente una hora en llegar al bar del encuentro, me venía perfecto el hueco para hacer un poco de pileta.
Así es que salí a las 8 con una cartera chica -porque en la oficina me había dejado un bolso- y con la mochila. Fui a la facultad, luego al gimnasio y cuando llegué a la oficina me tomé el trabajo de pasar varias cosas de la mochila al bolso que tenía en un mueble y guardé las cosas de la cartera en la mochila. Ya que estaba, puse cosas que tenia en la oficina hacia mil años, mitad en el bolso y mitad en la mochila.
Se hizo la hora más hermosa de la semana en mi vida, las 6 de la tarde del viernes. La llamé a mi amiga para confirmar hora de encuentro y salí sacando pecho con la mochila y pegándole con el muslo derecho al bolso que llevaba cruzado.
Creo que entre los tres estábamos cerca de los 100 kilos. Las pocas cuadras que me separan de la pileta las transité a toda velocidad, para tener más tiempo para nadar. Llegué casi corriendo, me apuré a "colarme" delante de una chica que estaba por entrar, bajé las escaleras corriendo y cuando llegué al vestuario solicité mi locker con entusiasmo al tiempo que decía "ya te doy el carnet".
Había dejado la billetera próxima al cierre más cercano a mi mano, así no tardaba demasiado en entregar a la señora del vestuario el carnet y el vale para la pileta. Saqué la billetera, la abrí, tomé el vale, miré a la señora y le dije "ya te doy el carnet". A todo esto, ya tenía 3 mujeres detrás de mí. Como no soy maleducada, decidí correrme de la fila y sentarme en los bancos del vestuario a buscar mi carnet. Primero busqué en la mochila, que es la que siempre uso para ir a la pileta. Revisé el bolsillo delantero unas 30 veces y nada. Entonces saqué el bolso que contiene todos los artículos de perfumería, lo abrí, constaté que tenía el carnet del otro gimnasio, revisé entre los bolsillos internos y nada. Saqué entonces la ropa, la malla, las antiparras y me colgué un rato imaginándome con ellas puestas. Siempre me pasa que cuando salgo de la pileta me pongo las antiparras arriba de la cabeza, como si fueran anteojos y pienso: gracias a Dios acá no hay espejo, porque si me llego a ver así no vengo más. Me imagino parecida a los hombres que andaban en esas motos con cabina y esos anteojos tipo antiparras que ya no se ven en muchos lados, una delicia para no perderse!
En fin, seguí metiendo la mano en el resto de los bolsillos de la mochila (son 6 en total) y nada. Ya  habían pasado las 3 mujeres que estaban detrás de mí y yo como si nada, ahí, detenida en el tiempo por una nimiedad. Miré el bolso y me dije: tiene que estar ahí. Entonces saqué una por una todas las boludeces que cargaba, lo que incluía 2 tuppers que tenía en la oficina hacía mil años y que ¿justo ese día me tenía que llevar a casa?
Mientras tanto, la señora del baño me miraba y me decía “buscá tranquila” y yo pensaba: tranquila las pelotas, vine corriendo para perder el tiempo buscando el puto carnet y vos me podrías dejar pasar, si me ves todos los días. Cuando estaba por iniciar la tercera búsqueda infructuosa en la mochila, como una aparición en una película de terror, vi mi carnet cagándose de risa en un monedero que había dejado en casa. Por lo menos sabía que era al pedo seguir buscando. Así es que me paré, pateé un tupper, fui guardando todo en la mochila y el bolso al tiempo que sostenía lo que todavía no había guardado entre mi pera y mis brazos y me acerqué a decirle a la señora "no tengo el carnet, me lo olvidé". A todo esto ya había perdido 15 minutos y me quedaban 45 para nadar, bañarme y salir a encontrarme con mi amiga. La señora muy sonriente me dijo "no hay problema, anda a buscar uno provisorio arriba". Ah, listo, ¿por qué no me avisaste antes, la concha de tu hermana? ¿Vos te pensas que a mí me sobra el tiempo?
Terminé de armar el bolso en el aire, me lo colgué del cuello, sujeté la mochila de un brazo y subí las escaleras corriendo. Me dieron un carnet provisorio y bajé a las corridas. Ya habían pasado 5 minutos más, pero lo que había intentado evitar me estaba sucediendo ahora. Había cola para pedir locker porque las mujeres estaban saliendo todas juntas de sus trabajos e iban todas al gimnasio. No problem, esperé en la fila hasta que me dieron mi número. Corrí hasta el locker, me cambié como una bestia, entre saltos para no caerme de jeta y tratando de poner la clave del candado lo más rápido posible. Salí casi corriendo a las duchas, porque antes de meterse a la pileta una debe ducharse y me dí cuenta de que me olvidaba la toalla. Ok, ya estaba bien caliente. Volví a buscar la toalla y me metí como venía en la ducha, a riesgo de morir congelada si el agua salía fría. Me duché en dos segundos, saqué la gorra de la bolsa y cuando me la fui a poner me quedé con un pedazo en cada mano. Gorra de latex medio vieja + chica atolondrada con muchas ganas de nadar = cagate y ahora no nadas nada.
Nada de nada, no nadas nada. Con mucha elegancia, cual famosa infraganti, tiré la gorra en el tarro del baño y ya que estaba húmeda en la ducha, me bañé para justificar tanta movida al re pedo y me fui a tomar algo con mi amiga. Cuando no tiene que ser, no va a ser. Hasta el carnet que se quedó en casa lo sabía mejor que yo.

jueves, 7 de julio de 2011

A cuatro manos pero re 'in'.

La moda te hace bosta, es como un boomerang que pasa por tu vida y si no lo agarras estás ‘out’, pero si lo agarrás le tenes que seguir la velocidad y es muy difícil bajarse después. Vengo escuchando hace ya varios días a mucha gente con la misma cantinela.
No es algo nuevo, pero me da la sensación de que se viene agravando o acentuando en este último tiempo. Podría decir que está de moda, pero no en el sentido de la moda de la ropa de temporada, este es otro tipo de moda.
Consiste básicamente en no tener tiempo ni para respirar. La idea es que estes todos los días, incluidos los días del fin de semana, bien hasta las manos de cosas para hacer. Las cosas para hacer deben ser tanto actividades intelectuales, como quehaceres domésticos, sin olvidar la recreación. Deben incluir salidas sociales y llamados telefónicos por doquier, no olvidando trámites y reclamos que, si son bien engorrosos, mejor.
Entonces, por ejemplo, laburas 9 horas en algún lugar en el que no puedas tomarte ni el horario de almuerzo de la cantidad de trabajo con la que tenes que lidiar. Ahora, si llegas a tener la hora de almuerzo, la vas a usar para cualquier cosa menos para almorzar. No sé, te vas a anotar en un curso de tejido o en clases de pilates o en inglés acelerado.
Cuando salis del laburo te encontras con algún amigo/a y te tomas algo bien rapidito, porque después tenes que rajar a la clase de cine o de foto o de decoración, que están tan de moda y por eso son tan caras. La clase dura como hasta las 10 de la noche, así es que vas a llegar rendido/a a tu casa y vas a calentar algo que cocinaste y freezaste el fin de semana para tener comida lista o te vas a poner a hacer algo a las apuradas. Te vas terminar acostando a la 1 de la mañana y, como también está de moda, vas a tener insomnio. Con lo cual, no vas a poder dormirte hasta las 3 o te vas a despertar tipo 5 y vas a dar vueltas en la cama hasta que suene el despertador. Si no tenes insomnio hoy en día, estás re ‘out’; tener insomnio es sinónimo de estar adentro del sistema.
A la mañana siguiente vas a salir de tu casa una hora antes para ir a hacer aparatos o usar la cinta antes de entrar a trabajar y a la salida del laburo vas a llevar la ropa a la lavandería y los zapatos al zapatero. Si no pudiste poner el horario del médico después del horario de almuerzo, lo vas a fijar también a la salida del laburo, pero va a ser el día que tenes libre (el viernes, por ejemplo), total no tenes nada que hacer, ¿para qué volver a tu casa a rascarte si podes hacer algo más?
Obviamente vas a ir a la facultad a terminar tu carrera de grado o vas a hacer algún posgrado o master o doctorado o seminario o conferencia; sin eso no sos un joven completo y activo en el mercado de la moda. Vas a cursar, preferentemente, tres tardes por semana entre las 6 y las 10 de la noche. Si tenes suerte, la cursada te va a ‘robar’ parte del horario de laburo, con lo cual cuando aparezcas en la oficina no te van a dar las manos para terminar todo lo que tu jefe te dejó amontonado en el escritorio.
Vas a estudiar, resaltar apuntes y leer la bibliografía mientras viajas de una actividad a la otra, con la mochila, los libros y algún bolsito, todo colgado encima y los tuppers que te llevaste al laburo para comer mientras terminabas de hacer algo. Siempre, pero siempre, vas a viajar parado/a, así es que entrenate en usar el marcador sin agarrarte del pasamanos del colectivo, porque es difícil!
Las cuentas las vas a pagar a través de internet, porque te queda el domingo entre las 3 y las 4 de la mañana para ir al banco y está cerrado, así es que mejor hacerlo mientras chequeas los mails en el laburo o cuando te estás por acostar, en tu casa.
El sábado a la mañana algún deporte vas a hacer o vas a arreglar para salir a andar en rollers por Palermo, luego vas a ir a almorzar con alguna amiga, a la tarde vas a ir a visitar a algún bebé recién nacido y vas a padecer a sus padres y a la noche vas a recibir amigos en casa y vas a cocinar vos ¿para qué pedir comida? El domingo, almuerzo con algún familiar tuyo o de tu ‘peor es nada’ y a la tarde, agarrate si tenes sobrinos, porque vas directo a la calesita o al shopping a gastar plata al pedo.
Y llegas a tu casa tipo 8 de la noche, a preparar la ropa, la comida, la mochila para el gimnasio y los apuntes para la facultad. Se te va a ocurrir decir “qué cansada estoy, no sé por qué si no hice nada”. Esa es la clara frase que demuestra lo enferma que estas, escuchate, porque así no llegas ni a los 40. Igual, tranquila, seguís en la competencia!! El lunes arranca todo de nuevo y todos los que están a la moda como vos, van a matar o morir con tal de hacer tantas o más cosas que vos. Lo que vale es decir todo lo que haces y cuanto más hasta las manos suenes, mejor. El relajarse, no hacer nada y disfrutar de estar al pedo no son la moneda corriente en estos días. Así es que si sos un holgazan al que no le gusta el gimnasio, si no te interesa estudiar o volver a estudiar y no tenes un laburo absorbente, mmmm, anda pensando qué vas a inventar cuando te cruces con alguno de nosotros, los histéricos culos inquietos de moda. Qué horror, tenes dos tardes libres a la semana! ¿No queres venir a aprender salsa esta noche?
 



lunes, 4 de julio de 2011

Cantemos todos, ¡What a wonderful world!

Había una vez, una hermosa y graciosa mujer que les contaba acerca de una crema que usaba para embellecer sus piernas. Se la había comprado a principios del verano, para poder estar preciosa y esbelta como las modelos de la tele.
Por si todavía no te avivaste, esa hermosa y graciosa mujer soy yo. Sí sí, y en esta oportunidad quiero contarte que la cremita no me sirvió para nada. Bueno, nada lo que se dice nada, no. Me sirvió para cagarme de frío entre los 25 minutos y la hora y media de su aplicación. Pero mis piernas tienen la misma longitud y diámetro.
Debería hacerle juicio al laboratorio o debería dejar de creer que la magia existe. Sin embargo no me doy por vencida. Sigo creyendo en lo increíble. Lo que me reconforta (con el frío que hace estos días y la ola polar y la puta que lo parió) es que no soy la única cenicienta que cree que se va a convertir en princesa con un simple tratamiento. Bueno che, cenicienta vio cómo su carruaje se convertía en zapallo, por lo que tranquilamente yo puedo permitirme pensar que una crema me va a hacer crecer y adelgazar!
Sin ir más lejos, he sido testigo directo de las mil y unas rarezas a las que se somete la mujer para lucir más bella (esta es ideal para ir a contársela al conductor amarillista, rubión y pelotudo de un canal de televisión que tiene el mismo nombre que un continente y que últimamente está escaso de “noticias”).

Creo que fue en 1969 cuando –nos contaron que- el hombre llegó a la luna. ¿Te acordás el traje que llevaba ese hombre? Si te vas a un centro de estética de estos ‘ortomoleculares’ de moda, te vas a encontrar con entre 10 y 15 mujeres acostadas en camillas con esos trajes. Las esteticistas te hacen poner esos mamelucos de plástico y luego te enchufan a una máquina que le da aire al disfraz y calculo que si no estuvieras acostada, podrías volar. Imaginate 20 minas por el cielo en la hora de almuerzo: “son las que se hacen el tratamiento reductor” diríamos y seguiríamos caminando como si nada.
Confieso que si no sabes de qué se trata, dá un poco de miedo abrir una puerta y ver a tantas mujeres acostadas con esos cosos en sus cuerpos. Nunca se sabe qué pueden estar haciendo!
Pero esas son las menos impresionantes; también fui testigo directo de las que tienen millones de abrojos negros y blancos que les rodean todas las partes del cuerpo y desde donde salen cables que les dan como golpecitos. Hay otras a las que acuestan boca abajo y les ponen una banda en la cola y vaya uno a saber qué pasa, porque las tapan con una toalla y se quedan todas dormidas.
Luego las ves, cada una a su turno, pedaleando como locas o caminando en una cinta o esquiando, pero (qué triste) en una máquina en un lugar cerrado, sin siquiera imágenes de una montaña.
Ahora bien, cuando salen de ahí, ninguna tiene piernas de modelo, ¿se habrán dado cuenta de eso? Y la esteticista que las atiende, ¿hará el tratamiento? Porque si lo hace, estamos en el horno o, mínimamente, estamos gastando plata al pedo.
Lo más cómico de estos métodos revolucionarios de reducción, es que tenes que llevarlos adelante conjuntamente con una dieta y con ejercicio físico. ¡Así cualquiera! Eso no es un tratamiento revolucionario, eso es lo mismo de siempre, a cerrar la boca y a mover las cachas!
Entonces, ¿qué es lo que les pasan a través de los cables? ¿No será una especie de ‘samba’ que lo único que hace es mover las camillas y hacernos creer que ahí hay electrodos trabajando? ¿No estarán usando un inflador a gas y por eso se rellena el traje de astronauta?
¿Hasta cuándo vamos a seguir haciendo toda esta sarta de pelotudeces que sabemos que no nos va a convertir en hermosas mujeres? Bueno, a ustedes, yo ya soy hermosa!
Pero, por favor, cuántos años más vamos a pagarle a un señor matriculado para que nos mire en bolas, nos diga que “sí, unos kilitos tenes que adelgazar”, nos dé una hoja con una dieta con faltas de ortografía que básicamente  nos prohíbe comer y nos saque los pocos pesos que nos quedan para ahorrar, ¿ehh?
Yo creo que una crema que me congela el orto (con el perdón de los mayores) da menos impresión que meterse en el traje de Armstrong, así es que me queda cuarto pote y tendría que aprovecharlo.
Mientras tanto, señor periodista, ¿por qué no se da una vuelta por algún centro de estética y se busca una noticia para su pedorro noticiero? Las bebidas energizantes como nota central no vende,  el "no" robo a una chica con muchas tetas tampoco, pero pruebe con el traje del hombre que llegó a la luna y va a ver cómo sube el rating.
  And I think to myself, what a wonderful world....
       


A mí así no!

Qué pesadilla, la puta madre que lo parió! Sí, qué boquita, con esta boca digo “te quiero” y “mamá” y también puteo a lo pavote. La boca es mía, así es que hago lo que se me canta con ella. Los ojos y las orejas son tuyos, vos decidí si te parece demasiado leer o escuchar lo que pienso.
Digo la puta que lo parió porque es lunes, llega mi compañera, se queja del frío y luego llama a su casa para ver si su señora madre ha ido al baño. Otra vez lo mismo. A mí me importa tres carajos todo eso! Es más, todo lo que tenga que ver con ella me importa tres carajos, ¿cómo se para esto?
Mientras hablaba por teléfono con la señora que trabaja en su casa y que cuida a su señora madre, yo canté, hice ruido con los dedos contra el escritorio, refunfuñé; pero igualmente escuché la gran pregunta.
Así no se puede empezar un lunes, con todo el mundo hablando del frío –que hoy sí se siente- porque no pasa nada interesante en sus vidas más que una bufanda de mierda. Loco, es lunes, alguien que le ponga onda porque con la mía sola no alcanza para transitarlo por completo.
Además, ya sé que mañana la gente va a enervarme nuevamente, porque para mañana –cha chan cha chaaaan!!!- está pronosticado frío!
Hello!!!! Es invierno, la puta madre, ¿qué carajo quieren que haga? ¿Calor? Juro que lo invento para que me dejen de joder. ¿Es que nadie sabe cómo abrigarse? Yo me llené de ropa y no tengo frío. Entiendo que el que se queja no sabe vestirse o no tiene nada interesante en su vida de qué hablar. Ya lo escucho al gordo forro de la oficina de al lado diciendo: “Frío, ¿no?, yo salí de casa esta mañana con 1 grado bajo 0”. Nosotros salimos encapsulados, gordo forro y vinimos volando en un raviol donde se sentían 30 grados. Odio la gente que te dice boludeces para hacerse la amiga. La temperatura es la misma para todos, gordo. Me importa un carajo a qué hora saliste, si sentís frío, qué hiciste el fin de semana y cuánto laburo tenes hoy. No quiero ser tu amiga, con los 2 o 3 teléfonos que figuran en mi agenda, me sobran amigos!
Quiero paz, loco, paz!!!! Ahora le está sonando el celular a esta marmota que tengo al lado, va a cortar y me va a contar con quién habló y de qué y a mí no me importa!!! Se me nota en la cara que no me importa con quién habla, de qué habla y qué hizo el fin de semana. Por favor, tene un poco de dignidad y no me hables! No me digas cuánto frío tenes, ni con quien te viste el sábado, ni cómo está tu hija. Callate la boca y dejame vivir, ok?!!!!
Pará, pará; llegó mi compañero que estaba de vacaciones y tenes que adivinar qué dijo: “Qué frío, che. Qué frío….”. Se ve que la pasó bomba, porque si lo único que tiene para decir es eso...
Y… último momento: pasaron dos horas desde que llegué a la oficina y mi compañera, reincidente, ha dicho: “no se me pasa el frío che!”. Nooooooooooooooooooooo!!!
Feliz comienzo de semana para Uds., que seguramente estén en algún lugar escuchando a algún pelotudo que también tiene frío.