Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

jueves, 26 de mayo de 2011

Con mala onda, pero patriota al fin!

Yo amo a mi patria, me considero patriota y trato de demostrarlo en cada ocasión que se me presente. Cuando era chica, mi mamá siempre colgaba una bandera celeste y blanca en la ventana para las fechas patrias y nunca me faltó la escarapela.
Ya independizada y sin nadie que me colgara la escarapela, me encargué de conseguir una y la usaba en todas las fechas patrias. De hecho, esta semana que pasó la fui cambiando de un saco a otro, para tenerla siempre puesta. Muchos me preguntaron “¿y esa escarapela?” y yo contesté orgullosa en cada oportunidad, que estábamos en la semana de mayo.
También me inclino por la participación en los eventos multitudinarios que hacen las veces de 'cumpleaños' de todos como argentinos y trato de asistir a la mayor cantidad de ellos. Salvo ayer, que hacía demasiado frío para ir a Plaza de Mayo.
Hasta aquí todo muy lindo y muy colorido, si no fuera por los episodios callejeros que me llevaron a la reflexión y que quiero compartir con mis lectores. Porque yo soy patriota, pero patriota de verdad y no un invento social que repite y repite y no sabe cómo ni porqué.
En primer lugar, no tengo por qué compartir el poco espacio que hay en el colectivo con los disfraces de los niños que van al acto. Me quitan lugar para estar parada leyendo un libro que me interesa y además, los niños no me caen bien. No tengo mucho más para aclarar al respecto. Señora madre o señor padre o abuela, cambie a su criatura en el colegio y todos contentos. Además, señoras maestras, utilicen un poco la creatividad y cambien las caracterizaciones de los personajes o hagan algo más divertido, que los actos son todos los años iguales!
Siguiendo con la crítica constructiva, para esta fecha los programas de televisión muestran cómo cocinar locro, tortas fritas, chocolate caliente y sus conductores y/o animadores se visten de manera alusiva, todos los años!!!! Sería más productivo que explicaran el porqué de la celebración, el porqué de los disfraces, de las comidas y de todo lo típico del día. Más de una persona copia una receta y ni siquiera sabe que es feriado.
La que más me indigna es la anécdota de un par de amigas que se encuentran en la calle, charlan de sus vidas, sus parejas, sus trabajos y se despiden con un “feliz 25 de mayo”. ¿Acaso sabrán qué pasó el 25 de mayo? ¿Pensarán que es el cumpleaños de algún famoso? ¿o será el picnic del otoño? Y si el 25 de mayo es el cumpleaños de la Patria, ¿por qué carajo se saludan entre Uds? Yo no he visto gente que el día de mi cumpleaños se salude con un : "Feliz cumpleaños de Fulanita". Sería ridículo, ¿o no?
Y para terminar con la mala onda, el día anterior a la celebración, a las 0 horas me tengo que bancar a Teresa Parodi entonando las estrofas del himno nacional argentino. Sí, ya sé, eso va por mi cuenta. Si estoy entre dormida tendría que apagar el televisor, pero está encendido y escucho “sean eternos los laureles que supimos conseguir” y no puedo evitar el comentario: seguro Teresa que vos supiste conseguir esos laureles, ¿cuántos fueron los que conseguiste vos, personalmente?, como introducción a la puteada a mi compañero de cama y mi directiva de que apague el televisor.
Con toda esta sarta de boludeces dando vueltas por ahí, sobre todo con la gente deseándose “feliz 25 de mayo”, me pregunto si nos estaremos volviendo cada vez más idiotas. ¿Qué significa que te deseen un feliz 25 de mayo? ¿Acaso el 26 va a ser una mierda porque nadie te va a desear nada?
Aclaro que en ningún momento devolví el saludo porque me parece una cargada. Me sorprendió la primera vez que lo escuché; después ya lo consideré una “epidemia de idiotez”.
Pues bien, lo que quiero decir es que este tipo de cuestiones me quitan las ganas de ser patriota o me dan ganas de dar clases de sentido común o de ironía a la gente o de inventar un remedio para tanta pelotudez que anda dando vueltas por la calle.
Por favor, a mí no me saluden ni para mi cumpleaños. Prefiero que utilicen sus energías en tomar un libro de historia y ponerse un poco al día con los acontecimientos que celebramos. Y ojo, que se viene el 20 de junio y va a haber más de uno diciendo “buen fin de semana y feliz día de la bandera”… (Que en realidad es el día en que se recuerda la muerte de Belgrano, la bandera se creó el 27 de febrero y ese día no festejamos nada).
Reitero, hagan lo que quieran entre Uds. Pero a mí no me incluyan en sus saludos ni en sus celebraciones!


lunes, 23 de mayo de 2011

No me quiero parecer a los demás

Somos expertos opinólogos. De todo sabemos y de todo podemos hablar, opinar, teorizar. Es increíble cómo casi nos recibimos de todas las profesiones habidas y por haber. Para ser médicos sólo nos faltan 6 años, para ser abogados sólo nos faltan 5 años, para ser arquitectos solo nos faltan unos 7 años, más o menos. Pero no hemos cursado una sola materia de ninguna de esas profesiones y, sin embargo, hablamos como futuros “no” médicos, “no” abogados y “no" arquitectos. Podemos pararnos frente a un edificio y decir si está bien o mal sostenido, podemos recomendar a un amigo que tome un remedio “x” para su dolor “y” y podemos decidir si una resolución judicial es correcta o incorrecta, en función de nuestro total desconocimiento, porque hoy en día cualquiera opina de cualquier cosa.
Últimamente la gente que opina de todo a mí me da urticaria. No existe el “cuidado” por lo que se dice; cualquiera puede salir a hablar de cualquier cosa y sentirse dueño y señor de una verdad tan cierta como que yo tengo buen humor por las mañanas.
Casualmente, el fin de semana me tocó juntarme con un grupo de amigas de la vida y no pude evitar callar a mi genio. Me contenía y me contenía y me contenía; hasta que estallé y tuve que salir a exponerme y convertirme en el objeto de las risas ajenas. Era obvio que esa iba a ser la consecuencia inevitable de abrir mi bocota, pero juro que no pude dejarlo pasar.
Sucede que en la reunión, como en cualquier reunión en la que participa cualquiera con un grupo de amigos, surgieron toda clase de temas y sobre todos se hablaba sin ningún tipo de reparo. Había opiniones para cualquier tópico, de cualquier carácter y sin ningún criterio. Las opiniones a veces se convierten en juicios de valor y allí es donde yo pongo de manifiesto mi disconformidad con la opinión desmedida de cualquier ser humano que se crea con derecho a juzgar a quien no conoce, sobre lo que no conoce. Y allí es donde pido que se me explique el porqué de los juicios de valor y la fuente de la información.
Para que se entienda la conversación que me llevó a escribir esto, en la reunión con mis amigas se tocaron varios temas. Pasaron por nuestra mesa desde la política hasta el sexo. Y cuando tocamos algunos casos de la actualidad, una de las presentes habló de una causa judicial con tanto “supuesto” conocimiento como si hubiera sido ella misma quien estuvo en el lugar del hecho, en el momento en que sucedió. Cuando pedí que revelara sus fuentes de sabias conjeturas, surgió lo imaginado: “una familia amiga de una amiga le contó a un amigo que…”.
Podría haberme quedado callada. Podría haber previsto que si seguía con una discusión que no llegaría a ningún lugar, todas las consecuencias nefastas de esa charla recaerían sobre mí. Pero sentí un impulso interno que pudo más que lo que mi lado ‘inteligente’ me susurraba. Y ese impulso me llevó a contestar que un amigo de una amiga de una familia amiga puede saber tan poco como mi interlocutora de esa noche y que sería positivo para nuestro país y para la humanidad entera, que al tocar ciertos temas tuviéramos cuidado de realizar tan libremente los juicios de valor que no nos llevan a ningún lugar feliz.
Lo que intentaba era dar un mensaje claro de lo harta que estoy de escuchar cómo todo el mundo opina sin conocimiento de causa respecto de cualquier cosa. Pero quedé como una intolerante que pretende que todos seamos eruditos en cualquier materia. Y me comí la cargada el resto de la noche, porque cada vez que alguna opinaba de algo, lo hacía con una introducción dirigida hacia mi persona, que intentaba dejar en claro que yo no debía tomarme a mal lo que se expresara a continuación.
Bien, por lo pronto intento no ser una opinóloga más en este país de expertos en hablar huevadas. Por lo pronto intentaré diferenciarme y expresar, con altura, que no puedo emitir un juicio de valor sobre aquellos temas que no conozco o sobre aquellas cuestiones de las que no estoy informada más que por los programas de televisión.
Y seguiré haciendo fuerza para impedir que mis impulsos me lleven al lugar en el que seré el centro de las burlas y los juicios ajenos, para no convertirme en un personaje más de la cotidianeidad ajena.

martes, 17 de mayo de 2011

Reclamo de una "cuasi" -mal llamada- ama de casa

Anoche hice un piquete en la puerta de la cocina. Solo afectó a mi gata, quien no pudo entrar a tomar agua ni a su baño por más de una hora. Pero no le importó demasiado, porque estaba durmiendo. Fue un piquete acompañado de cánticos alusivos.
Mientras detenía el tráfico inexistente hacia las ollas y las verduras, cantaba lo más alto posible una canción de amor. Había puesto la canción en la computadora con la repetición automática, así es que al cabo de la tercera repetición podría haber salido tranquilamente al patio y los vecinos, sin dudar, hubieran abierto sus ventanas para tararear el estribillo (o para mandarme a la mierda).
Hice un piquete en demanda de amor y atención, pero me salió como a aquellos que cortan una calle poco transitada, porque eso es lo que es mi cocina, una calle poco transitada por los demás integrantes de la familia.
Al cabo de hora y media levanté el piquete y me puse a cocinar, pero no firmé una conciliación obligatoria con el otro comensal de la casa, si no que desistí de la medida pacíficamente por la hora. Ya eran las 9 de la noche y me estaba empezando a dar hambre. Además, el lavarropas estaba por terminar su jornada y me iba a quedar sola con David Bisbal cantando desde la habitación. Y me dio cosita, así que me puse a cocinar, sin dejar mi canción de protesta “y beberé mi sangre, y beberás mi amor…”
Tendría que ver si consigo un bombo de esos grandes, pero no creo que me lo pueda colgar del cuello. Quizás haciendo ruido consigo alguna respuesta. También podría apelar a prender fuego gomas, pero después tendría que limpiar la cocina y pensar en pintar el techo, porque se va a llenar todo de hollín. Un pasacalles no estaría nada mal, pero a las 9 y media de la noche, ¿quién se pone a leer un pasacalles? No sé, no se me ocurre nada efectivo, salvo la palabra. Pero es que ya dije las cosas tantas veces que la única que queda es actuar. Podría secuestrar la leche o los cereales y pedir que el rescate me lo paguen con atención. O podría comprar un kilo de helado y llevarlo a dar unas vueltas por la casa, amenazando a mi objetivo con hacerlo derretir. Mmmmm, helado de chocolate suizo o de dulce de leche tentación. ¿No sería una pena que lloremos su desaparición por la pileta de la cocina?
Así es que a vos te lo digo: ¡pensá bien lo que vas a hacer si no queres ver al helado derretido!
No obstante mi rotundo fracaso de anoche, hoy voy por más. Mi protesta es legítima y mi pedido es claro. Si no recibo una respuesta pronto, me tiraré pancha y campante en el sillón del living y veré cómo la tierra se acumula en los muebles, la gata muere de hambre y sed y la ropa se acumula en el cesto de ropa sucia.
Después de todo, ¿quién decidió que la persona que se encarga de cocinar, lavar, limpiar, planchar –a veces- y demás menesteres sea el “ama” de casa? Si es ama, que entonces a ella también la amen. Y si es ama y dueña, que haga piquete si le quieren menoscabar sus condiciones de trabajo, porque el ama de casa es quien manda al fin y al cabo! Y el que manda, demanda y yo demando amor!
Así es que esta noche me planto nuevamente en la puerta de la cocina y me pongo a cantar a viva voz y aviso que la proxima, el piquete va a ser de ojo. Vecinos, allá voy!
 

miércoles, 11 de mayo de 2011

Con todo respeto

Para quienes creemos en la existencia de un Dios, él nos creó a su imagen y semejanza. Con lo cual, no sería muy difícil adivinar cómo es Dios… si nos creó a su imagen y semejanza…
Ahora bien, me interesaría saber si lo hizo por venganza, para no sentirse solo o sin ninguna intención más allá de la de crear la humanidad. Lo fantástico es que haya preparado todo en tan solo 6 días. Yo paso meses con un informe que me mira impreso en el escritorio y no soy capaz de producir una oración nueva y él pudo con un universo en 6 días.
Si yo hubiera sido Dios, hubiera descansado 6 días y el 7mo hubiera visto qué onda, si daba o no para crear algo. Me hubiera guiado por el clima, porque si llueve o está feo o húmedo, me da fiaca.
Así que, con suerte, si salía el sol me fijaba si podía hacer algo. De lo contrario, me hubiera quedado leyendo algún libro en soledad, en silencio y hubiera ido creando en función de mis necesidades y deseos. Por ejemplo, si me cansaba del libro que estaba leyendo, hubiera creado otro libro del mismo autor, porque para ello antes tendría que haber creado al autor y hubiera tenido que armarle un mini mundo que le permitiera escribir un libro. Otro autor hubiera implicado otro ser humano y ahí ya seríamos muchos.
Una radio sería interesante, pero ahí se van muchas creaciones solo para pasar un rato. De todas maneras no quiero detenerme mucho en sentirme “Dios”, sino que simplemente quiero llevarles una reflexión a quienes me leen y si nadie me lee tendré que rezarle a Dios para que aparezcan lectores, porque no voy a poder crearlos (a pesar de que el día está lindo). Ya es muy tarde para eso, hay poco por crear que a mí se me pueda ocurrir, más que un par de líneas irónicas.
Entonces, vayamos al grano. Dicen que Dios nos creó a su imagen y semejanza o por lo menos es lo que escuché. Lo que quiero llevar a la reflexión es netamente superficial y por eso es más interesante de lo que podría llegar a imaginarme. Dios, ¿es feo? Después de mucho pensarlo durante toda la mañana, mi respuesta es sí. Yo creo que si hay un Dios, debe ser feo. Y ¿por qué creo eso? Simplemente por mirar a mi alrededor. ¡No puedo creer lo feo que es el ser humano! ¿Alguna vez se detuvieron a mirarse entre ustedes? Pero no a mirarse así porque sí; yo digo a mirarse con la mayor atención y dedicación posible.
Yo sí, hoy me detuve a mirar “narices”. No debe haber nada más desagradable en el cuerpo humano que una nariz (o sí, pero mejor ni imaginármelo) y a la vez es una extensión tan útil para todos! Es loco, porque es una cosa generalmente regordeta, con dos agujeros y el hecho de que sobresalga de la cara es cualquiera. Porque puede pasarle algo a tu nariz y ya fue, se te complicó la existencia!
No vi una sola nariz que me inspirara algún pensamiento copado, solo me di cuenta de que todas las narices ¡son horribles! ¿Y las orejas? Son parlantes humanos feos! Con un tamaño convencional tendrían que poder cumplir su función, pero ¿por qué a Dios no se le ocurrió que ahí la nariz podía estar más protegida? O, no sé, debajo de la axila. Es un espacio que no sirve para nada el de debajo de la axila, entonces ¿por qué no proteger la nariz ahí? De paso no la vemos y nos ahorramos esta cosa de tener que ver lo feo en el otro, para darnos cuenta de lo feos que somos!
Claro que podría generarse el inconveniente de que al tener la nariz debajo de la axila sentiríamos antes el olor a transpiración y, además, tendríamos que andar con los brazos levantados para respirar. Entonces, ¿por qué no hacerle un agujero a cada mano y respirar por ahí? ¿Tan necesaria era esa extensión en la cara que nos hace tan feos?
Yo creo que Dios no quiso sentirse solo, pero ‘solo’ de fealdad y nos puso estas cosas raras a nosotros, como la nariz y las orejas. La boca y la función de la misma son sumamente inaceptables. ¿Se dieron cuenta de que nuestra boca es proporcional en función al pico de una botella? La diferencia con la botella, es que nosotros tenemos varios otros picos, todos con una función inteligentemente pensada.
¿Y los ojos? Esos dos huevos de color, ultra sensibles y delicados que sirven para darnos cuenta de nuestra fealdad… ¿por qué no los hicieron un poco más grandes? ¿Tan pequeños tenían que ser? Quizá si fueran más grandes y no tuviéramos la nariz en la cara, seríamos más lindos o menos feos… Se me ocurre que entonces debe ser verdad que las modelos son huecas, porque solo alguien con un vacío en el marote puede creerse lindo si se mira detenidamente (advertencia: este comentario puede herir susceptibilidades, modelos, abstenerse! –que significa, ¡¡¡no leer!!!-)
En definitiva, podría analizar al ser humano en su totalidad y ser profunda y avalarme en teorías e investigar religiones y conseguir testimonios. Pero creo que con un par de ejemplos mi conclusión tiene sustento. Dios es feo, no hay nada que hacer. Ojo, que no creas en Dios no te hace lindo. Hasta corres el riesgo de ser más feo...
 

martes, 10 de mayo de 2011

La próxima vez, que vaya otro...

Me ofrecí a comprar unas entradas para un espectáculo. Salí caminando en mi horario de almuerzo, despacito y por la sombra, con la convicción de que ningún otro ser humano iba a ir a comprar entradas en el mismo horario que yo. Siempre repito ¡cuánta gente tuvo la misma idea!, sobre todo cuando me sorprendo como ese día, en una fila de más de una cuadra. Me siento una estúpida porque estuve hablando 40 minutos por teléfono con mi hermana y frené en el camino para eso, cuando podría haber estado esos 40 minutos hablando desde la fila y no siendo testigo de conversaciones ajenas, como de costumbre.
Pero ya estoy en la fila y veo que delante de mí hay aproximadamente 20 personas y detrás varias, pero no me tomo el trabajo de contarlas porque soy egoísta y no me interesa cuánto más tengan que esperar los que me siguen.
Lo que sí puedo distinguir es la edad aproximada de la gente que me rodea, por delante y por detrás. Estoy rodeada por 4 chicas, las dos de adelante tienen unos 20 años y las dos de atrás no llegan a los 15.
Las de adelante me enternecen, llevan un papelito con la ubicación y el precio de las entradas que van a comprar. Sospecho que todos nos hacemos la misma pregunta “¿Ésta fila es toda para el mismo espectáculo?”. Yo creo que no, ni estas jovencitas ni el vejestorio de más atrás van a ver el espectáculo de alto impacto que, a mis treinta y pico, pretendo ver yo.
Se ve que mi pensamiento es fuerte o se escucha, lo cual debe preocuparme porque tengo pocos buenos pensamientos, sobre todo de la gente -en general- que me rodea (y en particular también). Digo que el pensamiento debe ser fuerte, porque enseguida la pequeña que está parada detrás de mí y que no para de hablar, esboza un: “Che, boluda, ¿ésta fila es toda para lo mismo? Me da que estoy esperando para comprar la entrada para Luis Miguel y me muero…” y le sigue a eso un “jajaja” de su pequeña amiga.
Sonido de disco de pasta que se frena con el dedo del dj:
¿Jajaja? ¿Cuál es la gracia de que alguien vaya a ver a Luis Miguel? ¿Cuántos años tenes mocosa insolente? Mejor dicho: pendeja de mierda, vos también vas a tener 30 años!
Se me congelan las manos... del frío que hace y no por lo que dijo la pendeja. Me quedo como tildada, pensando: ¿Tan así de vieja soy? Y me consuelo escuchando a los que, unos pasos más atrás, hablan muy entusiasmados de Michael Bolton y de cuando, en el 83’, lo fueron a ver con los padres. Tan atrás no llego en el tiempo, pero a Luis Miguel lo fui a ver hasta hace no muy poco. Entonces quiero escuchar más y quiero ver a las culpables de mi futura depresión. Me doy vuelta y las miro de lleno; dos pendejitas rubias, con sus billetes de 100 pesos hechos un bollito en la mano, hablando de cosas de nenas y riéndose de nosotros, los viejos que alguna vez vimos a Luis Miguel. Me desespero por saber qué van a comprar, a quién quieren ver. No conozco a nadie, ni sé quiénes van a estar, porque la fila es para todos los espectáculos pero no sé dónde está la cartelera de espectáculos. Sé que los de más atrás van a ver a Michael Bolton y sé que va a haber un espectáculo de Disney, pero las pendejas son grandes para eso. Dicen que la entrada sale 220 pesos y que una chica se va a venir desde Ushuaia sola, que se va a pagar el hotel y va a venir a verlos. Tiene que ser una banda. Dicen que muchas van a ponerse las carpas unos días antes de que vengan, que ellas si no llegan a conseguir entrada se pagan una habitación en el mismo hotel, para verlos y yo pienso: Pobres padres, qué terrible la adolescencia, en el 99 % de los casos te vuelve un boludo durante casi 10 años. Avanzamos, ya hace media hora que estoy ahí y no consigo averiguar nada. Darme vuelta y preguntarles sería demasiado fácil y la fila se volvería interminable luego, porque me falta bastante para llegar a la boletería y no tengo otro entretenimiento.
Llegamos a la cartelera; leo y escucho atenta. Las pendejas van leyendo cada espectáculo y opinan. “Disney, jaja, qué pavada… Mi- cha- el, ¿quién es Mi-cha- el?" Y luego intentan decir “pulman” pero les sale “purman” y se ríen. No saben ni decir la ubicación que eligieron para  ver un espectáculo que sigue siendo un misterio y acaban de cagarme la poca esperanza de juventud que tenía!
Señores legisladores, en lugar de discutir el presupuesto, la tala de árboles o los subsidios a la educación, ¿Por qué no reformar el Código Penal? ¡Que a uno le refrieguen en la cara su envejecimiento es un delito!
No quiero escuchar lo que opinen de mi espectáculo, no!!!!!!!!!!!!!!... Ufff, no dicen nada.
Hasta que veo en el televisor que venden entradas para “McFly” y ellas leen y gritan y yo pienso: ¡¡¡Sí, lo conozco!!! Sí, el que hace los ruidos tipo robot y parece que estuvieras viendo lo que te cuenta de las películas y parece que estuviera hablando con un walkie talkie! El que tiene el micrófono incorporado, que actuó en alguna peli de Emilio Disi, lo vi en la tele, lo conozco, no soy vieja!!!!
Pero no entiendo, esas pendejas viendo ese espectáculo. ¿Estará bueno? ¿Saco una entrada? Finalmente llego a la boletería, compro mis entradas, ellas compran sus entradas y se van haciendo un gritito histérico al unísono.
Yo ya tengo mis entradas y he recuperado parte de mi juventud. Yo he ido a ver a Luis Miguel, pero ellas van a ver a McFly.
 Unos días después recuerdo el episodio y me meto en internet. Para mi horror, para la muerte de una parte de mi corazoncito descubro la cruda verdad: McFly es un grupo de pendejos que canta alguna pelotudez que le gusta a las pendejas insoportables como las que estaban atrás mío ese día. Mc Phantom es el boludo que hace los ruidos con el micrófono incorporado y con el que yo creí que recuperaba mi juventud. Esta tarde vuelvo a casa dispuesta a tirar todos los CDs de Luis Miguel. Y nunca más me ofrezco a volver a comprar entradas, que vaya otro.

lunes, 9 de mayo de 2011

Eso sí que no...

Histérica: relativo a la histeria. Buenísimo, me queda re claro. A ver, diccionario de la Real Academia Española ¿tendrás otra forma de definir este adjetivo calificativo? porque con esa explicación me pongo más “histérica”.
Histeria: Enfermedad nerviosa, crónica, más frecuente en la mujer que en el hombre, caracterizada por gran variedad de síntomas, principalmente funcionales, y a veces por ataques convulsivos. Bien, ahora tengo una aproximación a la nada misma, pero dentro de un conjunto de palabras que suenan “serias” y profesionales. Hasta “síntomas” veníamos bien, pero ahora necesito otra definición.
Funcional: perteneciente o relativo a las funciones… Otra vez, no tengo todo el día para entender esto. Quiero algo que esté relacionado con la definición de histeria, que me permita entenderla…
Funcional: Se dice de los síntomas y trastornos en los cuales la alteración morbosa de los órganos no va acompañada de lesiones visibles y es, por tanto, susceptible de desaparición rápida y total.
Bien. De a poco. Hoy tengo tanto sueño que me cuesta hasta deletrear mi nombre. Necesito saber qué me están diciendo cuando me dicen que soy “histérica”. Podría levantar el teléfono y consultar a algún médico/a o psicóloga amiga, pero no quiero que me pregunten para qué quiero saberlo y no quiero que sea evidente que voy a perderme en la mitad del relato.
Prefiero analizar las cosas detenidamente y tomarme el trabajo de pensar. Soy histérica, por lo que estoy relacionada con la histeria. La histeria es una enfermedad, es nerviosa, es crónica y es más frecuente en la mujer que en el hombre.
Se caracteriza por una gran variedad de síntomas que el diccionario no menciona, con lo que puedo inferir que desde un simple sarpullido detrás de la oreja hasta una gran congestión pueden indicar que soy histérica. Pero los hombres no padecen esta enfermedad en la misma medida que las mujeres, con lo cual debiera pensar en síntomas femeninos, como cuestiones relacionadas con el aparato sexual o con la inteligencia, porque son las dos cosas que nos diferencian. Los síntomas son principalmente funcionales, por lo que son relativos a la funciones. Aquí tampoco es claro el diccionario en cuanto a qué funciones debe cumplir mayormente la mujer para ser histérica. Pero ahondando en lo funcional, nos encontramos con que debe haber una alteración morbosa de los órganos. ¿Qué órganos? ¿El corazón, el hígado, el páncreas? Podría ser el corazón, porque luego aclara que va acompañado de lesiones no visibles y cuando a una le rompen el corazón, nadie puede ver la lesión, el corte, la rajadura, sino a través de alguna lágrima que dejemos caer –si es que lo hacemos en público-.
Pero la definición finaliza con la susceptibilidad de la desaparición rápida y total y cuando a una le rompen el corazón, no existe tal desaparición, menos aún la desaparición rápida y jamás la desaparición total de la lesión no visible. Y morboso ¿no está relacionado con la sangre que nos gusta ver en las películas de terror o el quedarnos viendo un choque?
Porque entonces, cuando me decís histérica, me estarías diciendo que soy una mujer enferma de los nervios por una lesión no visible en algún lugar, cuyos síntomas son variables y de rápida y total desaparición y que me gusta quedarme mirando cosas desagradables….
Mmmm, entonces no, eso sí que no. Histérica no soy. En todo caso vos me pones nerviosa, me sacas canas verdes, me dejas sin pelos en la lengua y me matas todas las pulgas que pueda tener. Vos me haces tener ganas de comprarme una bolsa de boxeo y no parar de pegarle hasta ver sangre en mis dedos y que eso haga que rápida y totalmente desaparezca mi ira para continuar con mi vida normal.
Vos me lesionas el cerebro, la inteligencia y el corazón haciéndome repetir una y mil veces las mismas cosas y haces que me enferme de los nervios constantemente.
Pero histérica no soy, para eso se necesita tener estómago, porque yo no me paro a ver un choque ni en pedo.

jueves, 5 de mayo de 2011

Un poco de silencio, por favor!

Estoy de buen ánimo, pero la armonía se da entre mi mente y mi alma. El resto de las almas me perturban, me molestan, me rompen bien las pelotas.
Desde que me levanto, tardo aproximadamente 2 horas y media en empezar a emitir algún sonido. Es fantástico, pienso y pienso y pienso; pero no hablo. Me baño, me cambio, desayuno, chequeo la temperatura, pero no hablo.
Salgo y mi primera emisión de sonido consiste en un inocente “Buen día” a la gente de la cuadra, que implementé hace escasos 3 meses y que no me modifica demasiado la vida. Luego el “Buen día, 1.20 por favor” del colectivo y entre 30 y 45 minutos más de silencio, acompañado de alguna sonrisa si estoy escuchando radio o de una sumisión terrible en el suspenso del libro que esté leyendo.
Más silencio al caminar las cuadras que me separan de la oficina y la llegada, con cataratas de “buen día”… “bien, ¿vos?” … “me alegro” y un café o unos mates y más silencio, por favor, que lo necesito como al aire que respiro.
Pero parece que voy a tener que comprarme el tubo de oxígeno del silencio, porque nadie respeta mi necesidad desesperada y siento que el mundo se vuelve en mi contra. Todos llegan charletas a la oficina y todos comentan las mismas cosas cada mañana. Entonces escucho lo que ya sé porque ya leí, vi o escuché, 4 o 5 veces más, con distintos tonos, énfasis y comentarios al margen y trato de evitar emitir cualquier sonido que demuestre que estoy ahí.
Me gustaría entrar en contacto con el mundo exterior luego del almuerzo; antes de ese horario nada positivo puede emerger de mi ser. Por lo tanto, cualquiera que intente socializar conmigo será sometido al más profundo corte de rostro, cara de culo y mirada de “no te estoy prestando atención, ¿qué necesitas?”
Lo grave es que en varios ámbitos en los que me muevo, ya no amedrenta mi cara. Es más, se ha vuelto parte del paisaje mañanero de la vida de quienes me rodean. Ya no causo miedo, ni rechazo, ni respeto. Me hablan igual! Y no me dejan en paz! Hasta llego a utilizar un tono bastante agresivo, pero aquellos a los que no les importa pecar de hinchapelotas hablan y hablan y hablan y rompen la armonía que tengo conmigo misma y estallo.
Luego del almuerzo ya charlo, respondo consultas, comentarios e inquietudes y hasta me río de los chistes que me hacen o de mí misma, lo cual es un montón viniendo de mí.
Pero el ciclo es circular y cuando cae la tarde vuelvo a mi inmersión y me ensimismo de tal manera, que caída la noche siento que necesito más tiempo de tranquilidad y silencio y vuelvo a sentir que me rompen las pelotas al hablarme y que me interrumpen la conexión conmigo misma y otra vez mis caras y mi indiferencia y mis estallidos sin razón aparente.
Estoy crazy, Macaya, se me nota a la legua y no tengo cura. Así es que por lo pronto te sugiero que me conozcas entre las 13 y las 17 hs. Antes o después, puede ser letal.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Maestría en sutilezas

Me gustaría anotarme en una maestría en sutilezas. No es que quiera saltearme etapas, pero considero que con el título de grado de irónica debieran reconocerme las equivalencias y, además, me he recibido con honores. Ojo, reconozco que mucho mérito en mis honores lo tienen mis compañeros de los últimos 3 trabajos en los que estuve y ni hablar de la gente de la facultad. Pero quienes más han aportado a mi profesión han sido los ciudadanos, ilustres y no ilustres, que habitan no solo esta ciudad, sino el país entero.
He aquí una explicación de porqué yo considero que debo ser admitida en la maestría en sutilezas. Mando un mail a alguien, pongamos que es un “X” y consulto por algo. En la respuesta “X” me trata como si yo fuera idiota y quiero levantar el teléfono y mandar a “X” a la recalcada casa de su madre, pero debo frenar mis impulsos y concentrarme fuerte para poder responder algo que suene sutil. Puedo estar una mañana entera rompiéndome la cabeza y lo único que afloran de ella son puteadas!
Finalmente envío un mail con dos o tres palabras que no dicen nada (OK o Gracias) para no pecar de ordinaria y me quedo envenenada un rato más, porque no pude decir lo que pensaba.
Para la aplicación a casos de rutina también es necesaria la maestría, ya que no encuentro la sutileza y recurro a la ironía tajante. Estoy parada esperando un colectivo, apoyada contra el poste que contiene el cartel con el recorrido de la línea y se acerca una señora mayor pero no recontra vieja y se para delante de mí. Antes de pegarle una patada o un codazo, recurro al hay una fila para tomar el colectivo a lo que la señora mayor pero no recontra vieja responde, haciéndose cargo de mi comentario “ay, ¿estás esperando el colectivo?”, no, salí a tomar aire y me pareció cómodo el poste para quedarme un rato descansando y ya que estaba me busqué unas monedas dentro de la cartera, para tener algo con qué jugar en las manos… En lugar de decir eso, con ironía tajante, prefiero mirar a la señora mayor pero no recontra vieja con mi peor cara y responder . Pero me encantaría poder decir algo copado, inteligente y súper sutil en respuesta a las que yo llamo, las preguntas pelotudas.
Tengo un listado armado y siempre que la gente que me conoce mucho me las hace, respondo todavía no es horario de preguntas pelotudas o ponete en la fila de preguntas pelotudas o anótalo en mi lista de preguntas pelotudas o no abrió la oficina de preguntas pelotudas.
Sí, me falta sutileza y no lo puedo evitar, pero ¿a quién no le falta cuando pasan cosas como éstas?
A la pregunta “¿te vas?” cuando me puse la campera y me colgué la cartera, ¿qué debiera responder?..¿que estoy probando mi capacidad de cagarme de calor en un ambiente cerrado y quiero nivelar mis hombros, por eso me cuelgo la cartera un rato de cada lado?
Si estoy parada frente al ascensor, esperando que llegue y me preguntan si espero el ascensor, ¿debería responder que estoy apreciando el color de la estructura o que me gusta ver como se abre sola la puerta?
Si me quito el sweater un día en el que la temperatura llega a 20 grados y me preguntan ¿Tenes calor?, ¿debería hacer de cuenta que no escucho la pelotudez que me están preguntando? ¿Debería responder que estoy viendo si me queda el talle? ¿O es que hay tanta necesidad de estar constantemente emitiendo palabras y la gente no puede cerrar la boca un solo minuto?
Si habíamos quedado en salir a almorzar y siempre me cancelan a último momento, además de avivarme, tendría que encontrar la forma de hacer notar la repetición y no mandar a la misma casa de su hermana a alguien, en lugar de decir no importa, otro día.
Si la mesa está servida y se puede ver un plato de pastas servido y me preguntan si vamos a comer pastas ¿qué carajo debe uno responder a esa pregunta pelotuda?¿Cómo se hace para no terminar en un psiquiátrico en este país??
Necesito sutilezas, una lista que supere la lista que tengo hecha de preguntas pelotudas y quiero poder ordenar alfabéticamente las sutilezas en un cuaderno con índice, así es más fácil encontrarlas en momentos de locura y de falta de paciencia.
¿Alguien me ayuda a llenar mi cuaderno?