Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

martes, 29 de marzo de 2011

Qué vergüenza que me da!

Qué feo es ir en el subte, sumidos en un silencio cómplice de quienes tenemos sueño y estamos haciendo el esfuerzo por llegar a destino y que de pronto se sienta un grito que desequilibre ese silencio matutino.
Más feo es que ese grito salga de tu boca y que no sea un grito cualquiera, sino un grito desaforado, casi ordinario y despechado. Y luego de eso, mi silencio y muchos ojos pegados en todo mi cuerpo mientras me dedico a hacer algo que me hace parecer más enferma aún que cuando pegué el grito.
Hoy salí re dormida de casa. Caminé 5 cuadras con el bolso de natación en un hombro y la cartera en el otro. Llevaba traje, pero debajo me había puesto la malla para no demorar cuando llegara a la pileta. Llegué al subte 4 minutos más tarde que de costumbre y ya, como efecto dominó, todo se fue atrasando. Para ganar tiempo, durante el viaje en subte fui entretenida con el candado que uso en el locker del gimnasio, que por una razón que desconozco no reconocía la clave que le asigné cuando me lo compré y no abría. Lo positivo de lidiar con el candado, fue que las estaciones de subte se me fueron pasando rapidísimo. Y antes que eso, otra cosa positiva y rara a la vez, es que ahora hay más gente en la calle a las 7.30 que en verano. Entre los niños que van al colegio, los encargados de edificio y los comerciantes, ya somos mucho más que dos a la mañana.
Bueno, entonces vengo en el subte intentando abrir el candado y pensando en que voy a terminar pidiéndole a la encargada del baño de la pileta uno, porque a esta hora no hay lugar donde comprar un candado y ya he pensado en esto otras muchas mañanas y en la estación anterior a la mía se desocupa un asiento. Entonces me acerco para sentarme y veo una bolsa con dos termos al lado de la puerta que no se abre en esta estación y pienso en la pobre persona que se dará cuenta dentro de un rato, que se ha olvidado una bolsa en el subte y vaya uno a saber en qué estación se la olvidó y todo el cuento en cabeza de este ser humano. Entonces grito: “¡¡¡Alguien se olvidaaa una boooolsa!!!” y le pongo mucho énfasis al grito y lo transformo casi en un reproche o un enojo, porque ¿qué cabecita se olvida de su bolsa en el subte? Mucha gente que está descendiendo del subte se da vuelta para mirarme, mucha otra gente que permanece sentada me mira, yo miro la bolsa y espero que aparezca alguien reclamándola y casi al mismo tiempo en que todo esto sucede (cuestión de segundos), el señor que está sentado al lado del lugar vacío que voy a ocupar, me dice “es mía la bolsa”.
Bien, soy el centro de todas las miradas. Muchas gracias, me he ganado esa mirada violenta en repudio a mi súbita acción de despertar gente dormida. Igualmente la culpa de todo esto no es mía, Señor, ¿me quiere decir por qué carajos deja su bolsa al lado de otra persona? ¿Se da cuenta que todas estas personas me están mirando por culpa suya? Yo me convierto en una metida y Ud. es el héroe de sus termos y el Señor atento a sus bolsas, muy injusto. Me interno en mi tarea de intentar abrir el candado y siento las miradas de todos. Pongo cara de distraída y ruego que se abran las puertas para dejar de sentir esa vergüenza fea y escapar corriendo. Me bajo en mi estación y llego al gimnasio. Es muy tarde, no tengo candado, no encuentro el carnet, no sé qué tengo que encontrar primero.
Termino de nadar, me baño, me olvido la gorra y las antiparras en la ducha. Vuelvo a buscarlas, hay una persona que está limpiando las duchas y creo que me habla y le contesto a lo que creo que me dice y entonces expresa “no te dije nada” y le pido perdón y pienso en cerrar mi boca y en no volver a intervenir a no ser que me estén hablando directamente a mí.
Cuando me estoy yendo del gimnasio, devuelvo el candado que me prestaron y a cambio me devuelven el carnet. Saludo “hasta mañana” y la encargada del baño me dice “La toalla, por mí llevátela…” y veo que tengo colgada la toalla al bolso, como quien se cuelga la ropa que sacó de la soga en su hombro. Show de actos vergonzosos, todavía estoy a tiempo de empezar de nuevo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajaja gracias, me hiciste reir mucho con tus pequeñas desgracias diarias! jajajaja