Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

lunes, 14 de marzo de 2011

Mejor calor que frío...

14 de marzo, 6 am y hacen 12 grados. 11 de marzo, 6 pm y hacían 32 grados. En dos días el tiempo se fue a la mierda y el paisaje natural se empobreció de una manera tan abrupta, que no me dio tiempo a somatizar el otoño que tanto me deprime.
El viernes había guardado el traje de baño en mi bolso de fin de semana y estaba contenta porque el sábado me iba a meter en la pileta. A la salida del trabajo solo pensaba en llegar a mi casa y prender el ventilador para no morir asfixiada. El sábado a las 11 am fui al gimnasio y esperando al profesor sentada, transpiré más que si hubiera ido a correr por Palermo.
El sábado a la noche hacían 10 grados y no se podía estar al aire libre. Todo esto me lleva a tener que apurar a mi cabeza y pedirle que acepte el hecho de que el invierno se acerca. Sí, ya sé, si empiezo a decir que ya estamos en invierno, me convierto en un porteño más que conjuntamente con la tragedia del tsunami en Japón, ponía el viernes el titular “Alerta naranja por el calor” y el sábado “Alerta por tormentas en Capital Federal”, cuando finalmente cayeron 3 gotas locas.
El porteño si no figura no existe. Y si no se queja, no es. El viernes me cansé de escuchar “qué calor de locos, ¿cuándo termina el verano?” y desde ayer que no escucho otra cosa que “se vino el invierno, hace un fríiiiiio…”.
¿No podrá la gente callarse la boca y dejar de comentar su parecer respecto del clima? ¿Acaso el prójimo supone que me resulta de interés su opinión acerca de las temperaturas? Con que el otoño me deprima y el invierno me tire abajo, ya tengo demasiado. El frío me encanta, pero me apaga el anochecer prematuro a las 6 de la tarde y el amanecer tardío rondando las 7.30.
También me molestan los que sacan las camperas con 12 grados y las vidrieras con la temporada otoño-invierno en pleno febrero.
En fin, estoy de vuelta. Atrás quedaron la playa, el calor y las ganas de muchas cosas que la luz y la temperatura hacen florecer. Al menos sé que no estoy sola en este espacio pequeño y seguramente no sea la única a la que le cuesta transitar el año hasta noviembre. Así es que, hagámonos compañía y quizá se hace más corto el viaje. Feliz año!

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