Nunca me pasó de dejar de querer a alguien antes de que dejaran de quererme a mí. He sido una chica dejada y no me pesa. Por el contrario, me sirvió para saber hasta dónde puede llegar la tristeza si uno no le pone un freno y cuán loco se puede volver un ser humano por otro, aunque no valga la pena.
Pero al revés no me había pasado, esto de sentir que te hacen tanto mal que te obligan a dejar de querer, a no querer compartir nada más, a que mágicamente esa persona desaparezca y que se lleve tu dolor con ella.
No es necesario que la otra persona sea tu pareja, puede ser un amigo, un compañero o hasta alguien de tu familia. La condición para que se dé lo que describo, es querer a ese otro. Y la consecuencia con ese otro, es que su ceguera le impida ver cuánto te lastima y eso te lleve a no querer quererlo más.
Hace un par de meses que no quiero quererte más, pero no puedo. Ya me hice consciente de tu ceguera, pero no puedo aceptar que me lo estés haciendo a mí. Quizá no es a “mí” con nombre y apellido, sino a todo lo que no te gusta de vos, pero lo depositas en mi vida y yo tengo que cargar con eso.
Hace varios años que queres que todos estemos en torno de vos y algunos ya no tenemos ganas de seguirte a todos lados o simplemente armamos nuestras vidas en rumbos paralelos al tuyo, por lo que ya no quedan posibilidades de que se crucen. Pero vos insistis, siempre desde el reproche y creando la culpa para que te quiera.
Y yo hace tiempo que me vengo cuestionando tus reproches y hace otro tiempo que siento que ya no tengo nada que reprocharme. El colmo fue cuando los reproches se instalaron en un tiempo y un espacio totalmente inadecuados y te pusieron mucho más en evidencia que nunca.
A mí no me gusta querer para que no me reprochen. A mí no me gusta querer con condiciones. A mí me gusta la libertad, hubiera sido el nombre que me hubiera puesto al nacer si hubiera podido elegir. Y no te digo que soy de los que andan con el discurso del “me ahogas” porque solo me ahogo cuando no respiro, pero las obligaciones en mi vida pasan estrictamente por lo laboral, todo el resto es alegría y disfrute.
Y vos te convertiste en una obligación y a mí no me gusta que me obliguen a querer.
Me lastimaste mucho este último tiempo y sé que en el momento menos pensado vas a redoblar la apuesta y estoy acá, en un rincón acurrucada, intentando dejar de quererte antes de que eso pase.
Pero no puedo, no sé cómo hacer para tirar por la borda tantos recuerdos y tantos momentos. No sé cómo abrir mi cerebro y quitarme la foto de tu cara. Sí sé que no quiero estar cuando vengas a tocarme la puerta para maltratarme una vez más con tus reproches vacíos, así es que lo voy a seguir intentando. Voy a tratar de dejar de quererte… para siempre.
1 comentario:
si te digo q se me llenaron los ojos de lagrima? tal vez por llorona, tal vez por algun tipo de identificacion o porque se nota en lo que escribis como duele...
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