No termino de ordenar, volví de vacaciones hace una semana y todavía tengo la bolsa llena de papelitos y folletos arriba de la mesa, aguardando a que me digne a cortarlos y ubicarlos en un álbum de fotos.
El placard de la habitación parece un campo de batalla, ya casi tengo toda la ropa lavada, pero se me acumula de nuevo y no encuentro espacio para guardarla. Para navidad me compré un perchero de boutique porque el caño de mi placard estaba roto y tuve tanta mala suerte que cortaron los caños del perchero un poco más altos de lo que yo los necesitaba y apenas puedo poner las perchas. Fue peor el remedio que la enfermedad. Y creo que mala suerte no hubo, sino inutilidad del que cortó el caño.
Los cajones ya no dan abasto, tengo muchas cosas viejas que no me animo a tirar o regalar, porque al par de meses se las veo puestas a otra persona y las extraño y pienso que yo también podría haber usado esa prenda de esa forma o en esa combinación. Pero mientras se encuentra en mi cajón, no me inspira ningún uso original.
El baño está lleno de productos “por terminar”. Hay una crema a la que le queda un dedo, un desodorante para 2 puestas más, 5 shampoos empezados y muchos repuestos de todos los artículos de perfumería, porque tengo la manía de acumularlos para que nunca me falten.
La cocina, bueno, es un tema aparte. Esta semana cambio la heladera y eso genera que todas las pavadas acumuladas arriba de ella ahora deban pasar a algún lugar alternativo. El problema es que en mi casa no hay lugares alternativos porque no hay lugar.
Encima, me encanta juntar cosas de la calle que pueda reciclar y antes de irme de vacaciones encontré dos banquitos de pino que tengo ahí esperando que los pinte y los use.
Todos los días cuando salgo del trabajo pienso que voy a llegar a casa y me voy a poner a hacer una buena limpieza. Y todos los días llego, me acobardo de solo mirar la cantidad de cosas acumuladas y no hago nada. Y cada mañana, antes de salir para el trabajo, pienso que no vale la pena acumular y que hay que deshacerse de todo porque lo único que se logra con mucho es juntar mugre.
Ya ni libros puedo comprar porque no hay más lugar en las bibliotecas ni lugar para nuevas bibliotecas.
Más o menos así está mi vida en este momento. En marzo es cuando empiezan las actividades cuatrimestrales o anuales. Este año quiero volver a bailar, pero no ya, si no el mes que viene. Voy a nadar, pero no todos los días, sino dos veces por semana. Haré gimnasia, pero solo cuando tenga ganas. Y retomaré los estudios y cursaré un posgrado, pero tranquila, sin querer tener el título ya. Mientras tanto, salgo del trabajo y vuelvo a mi casa; no tengo otro destino, porque me acobarda el solo hecho de pensar en ir a otros lugares y volver tarde con la noche ya instalada y el frío y la desolación.
Prefiero, por ahora, planificar el orden de mi vida sin demasiada prisa, pensando en despojarme más que en retener y haciendo sólo y exclusivamente lo que tenga ganas. Para todo lo demás tengo un potente “no” preparado (y también para todo lo demás existe Mastercard). No hay apuro, esto recién empieza.
2 comentarios:
Dicen q acomodar, deshacerse de cosas y ordenar ayudan a acomodar la cabeza...y un poco de razon en eso hay porque siempre que nos deshacemos de cosas viejas, ropa, papeles acumulados, objetos q no usamos para nada y q solo juntan polvo y ocupan espacio, se provoca un cierto relax, como una sensacion de bienestar en todo el cuerpo...parece q tenes las cosas claras en la cabeza...ahora baja ese orden a tu casa!
A mi me pasa lo mismo que a usted...(ponele música de bolero, y agregale sólo para mí) me siento sola lalalalala
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