Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

martes, 25 de enero de 2011

Socorro, me asfixio!!

Hace dos meses empecé a hacer pileta libre. Me asocié a un club y me obligué a levantarme todos los días a las 7 am para ir a nadar.
Me compré un bolso, una malla, la gorra la tenía y las antiparras me las prestó mi novio.
El primer día fue buenísimo; llegué, pedí un locker y dejé adentro toda la ropa, incluida la malla. El segundo fui más viva y saqué la malla pero dejé la llave del candado adentro del locker, es más seguro si ni siquiera yo lo puedo abrir, o no?
Lo que pasa es que son demasiadas las cosas que una no debe olvidarse, quizá si fuera hombre sería más fácil. Pero tengo que pensar en el shampoo, el acondicionador, el desodorante, el jabón (líquido es más práctico), la esponja, el perfume, la maquinita de afeitar por las dudas, los protectores diarios, la crema para el cuerpo, la crema para la cara y lo peor de todo, tengo que elegir qué me voy a poner la noche anterior y no voy a poder arrepentirme cuando esté en el gimnasio!
Se supone que antes de nadar debo ducharme, luego ponerme la malla y luego meterme a la pileta, pero son tantas las cosas en las que tengo que pensar a esa hora, que a veces alguna falla.
Lo que nunca falla es que cuando llego a la pileta, comienza mi asfixia y siento que voy a morir ahí parada, de malla entera apretada, gorra de goma blanca y ojotas fucsias, con la mirada puesta en el horizonte de la pileta.
Es que una vez que llego a la pileta y luego de dejar toalla y nécessaire en un estante, me acomodo la gorra de goma y, lentamente, me pongo las antiparras. Y es ahí cuando me siento morir, como si la antiparra me tapara las fosas nasales y se convirtiera en una mano gigante de un monstruo horrible de una película de terror!!! Por un momento me olvido que la antiparra me tapa sólo los ojos y peor aún, me olvido que tengo una boca por donde respirar!
Y comienzo a sentir que se me hincha la cara y que me pongo roja y espero a que alguien acuda en mi ayuda. Pero ¿quién me va a socorrer si están todos nadando? Y entonces escucho una voz que dice: por la nariz, se respira por la nariz!!! Y ahí respiro.  Es mi voz interior la que me ha salvado la vida. Y cada mañana se repite el ritual de la cuasi pérdida de una vida tan joven y atlética por culpa de unas antiparras asesinas…

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