Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

lunes, 6 de agosto de 2012

De los cortes de luz y la reacción por género


La semana pasada sufrí un corte de luz que duró unas 21 horas y algunos minutos. Mi cabeza funcionó de manera caótica, se preparó para una “situación de emergencia” como la luz que quedó prendida en el pasillo del edificio y, luego de mucho rato, surgieron algunas cuestiones para destacar.

Si se corta la luz, la mujer se despierta y se desvela, esperando ansiosa que vuelva.
Si se corta la luz, el hombre aprovecha y duerme.

Si al día siguiente amanece y no hay luz, la mujer se levanta, se baña a la luz de las velas y deja las velas a mano para que el hombre solo tenga que prenderlas. Mira la heladera con miedo y piensa en todo lo que no va a poder hacer: lavar, limpiar, ordenar, leer, trabajar.
 Si al día siguiente amanece y no hay luz, el hombre aprovecha y duerme hasta el segundo anterior a tener que salir a trabajar.

Durante la jornada de trabajo, la mujer llamará insistentemente para consultar si ha vuelto la luz y dejará asentados sus reclamos a cuanto ente encuentre a su paso, sobre todo en la víspera de fin de semana.
Durante la jornada de trabajo, el hombre trabajará y si vuelve la luz bien y si no, mala suerte.

Si a la vuelta de una jornada de trabajo no hay luz, la mujer irá a comprar las velas que el hombre no compró, también comprará una linterna para entrar y salir del edificio, levantará la ropa que quedó tendida y que la falta de luz no impide que sea guardada recién lavada. Intentará pensar en alternativas sin energía eléctrica, escuchará la radio desde el celular y pensará qué hacer con toda la comida que se eche a perder.
Si a la vuelta de una jornada de trabajo no hay luz, el hombre decidirá salir a comer afuera o ir a dormir a la casa de sus padres.

Porque, en definitiva, el hombre solo piensa en futbol y en dormir. Si no hay luz, no puede mirar futbol y entonces aprovechará para dormir. No hay nada que el hombre pueda hacer ante la ausencia de energía eléctrica. No entra dentro de los pensamientos de un hombre la cantidad de dinero gastado en el supermercado y la consiguiente pérdida de todo lo almacenado en la heladera. No entra en sus pensamientos la posibilidad de cocinar lo que está en el freezer para intentar recuperar algo de comida. No entra en sus pensamientos la acumulación de ropa sucia en un canasto, ni la casa llena de restos de vela, ni la imposibilidad latente del aseo personal ante la ausencia de agua.

No, el hombre solo registra el corte de energía porque no puede prender el puto televisor para ver el partido de futbol.
Por eso la mujer es una loca histérica que hace cualquier cosa por intentar que le devuelvan la energía al pedo. Si total, en casa de papá y mamá la tele anda!!!!
Sí, a vos te lo dedico. Hacete cargo, mierda!

lunes, 23 de julio de 2012

Para qué hablé?!!!

Ya pasó más de una hora y yo sigo puteando. No entiendo por qué me olvido de cerrar la boca y de esbozar sonrisas cada vez que me preguntan cómo estoy. O mejor, debería empezar a practicar respirar por la nariz sin dificultades y ponerme una pelota de tenis adentro de la boca para no hablar.
Lo peor del caso es que esta no es la primera vez que me pasa, por lo que estaba avisada y aun así abrí la boca. Debe ser ese afán pelotudo por intentar formar parte de la sociedad, que me hace olvidar que la gente te hace una pregunta y se siente con derecho a decir lo que se le cante el culo, sin mirar a quién y sin ningún conocimiento de nada ni de nadie.
En mi trabajo tenemos clases de yoga. Este beneficio se pensó para que los empleados tuviéramos un espacio de relajación en el medio de la vorágine diaria. Lo bueno sería que operara realmente como un espacio de relajación y no que hiciera que una persona como yo salga a las puteadas y con ganas de no volver nunca más. Voy a entrar en detalles para intentar obtener mediante la escritura una distención de los músculos que terminaron de anudarse luego de tanta mierda junta.
Cada clase la profesora nos pregunta cómo estamos para saber sobre qué áreas trabajar durante la clase. En una oportunidad en la que era bastante nueva, respondí que tenía “las pelotas llenas”, así sin reparos y expliqué el porqué. Estaba un poco cansada de las caras de orto de mis compañeros de trabajo y se me ocurrió que estaba bueno poder desahogarme. Error; me volvieron loca con que quizá yo estaba atrayendo gente con energía negativa y que si el humor de los demás me estaba afectando era porque yo lo estaba permitiendo. Sí, dale, prendámonos un sahumerio y fumémoslo entre todos y cuéntenme que ustedes son seres espirituales que no se calientan por nada….
En fin, en aquella oportunidad me prometí recordar esos comentarios para evitar volver a expresar cómo estaba cuando me lo preguntaran. Pero pasaron los meses y fui conociendo más a los miembros de la clase y me empezó a gustar y la pasaba bien y parece que me agarró la amnesia pelotuda que me hizo pisar el palito.
Hoy volví a responder a la pregunta. En lugar de hacer una sonrisa y decir que estaba espléndida, se me ocurrió decir que tengo un problemita en la cervical y que eso me produce mareos y vista borrosa. ¿Para qué mierda lo conté? No lo sé. Pero no solo conté eso, sino que además di detalles del origen del dolor, de los tratamientos que hice y dejé de hacer y del “diagnóstico” que nunca me dieron los médicos, obviamente incentivada por quienes escuchaban y pedían detalles.
En lugar de pensar en no trabajar la cervical, tanto profesor como el resto de los alumnos se dedicaron a analizar mi situación física y mental sin ningún tipo de pudor. No saben mi apellido, mi edad, mi estado civil ni mi color preferido. Pero aseguran que desde el osteópata hasta el psiquiatra, debiera visitarlos a todos y comenzar urgente un tratamiento. Desde el momento en que empecé a escuchar tantas pelotudeces, debí haber dicho, “sí” y “gracias”. Pero como soy una pelotuda muy importante, intenté refutar las afirmaciones acerca de mi actitud, condición física y psicológica, la idoneidad de mi psicóloga, el compromiso de los kinesiólogos que me atendieron y hasta la luminosidad de la calle en la que vivo. Digo yo una cosa; ¿cómo sorete puede una persona ponerse a hablar de uno y de su vida sin siquiera conocerlo? ¿Cómo alguien que te vio 10 veces en tu vida puede saber si tu psicólogo te lleva por el buen camino? ¿Cómo alguien a quien le decis que queres restarle importancia a un simple dolor te contesta que lo tuyo puede ser muy serio, sin ningún reparo?
Llegó un punto en el que lo único que hacía era intentar esquivar todos los comentarios y le pedía a mi cerebro que enviara a mi cara la orden de sonreír. Sabía que cualquier cosa que dijera sería usada en mi contra. Llegué a intentar explicar que los médicos me hincharon las pelotas y luego resumí todo en “pensé que un simple dolor no podía ser tan grave y no me gusta que una molestia se convierta en el centro de mi vida”.
A ver, pedazo de soretes metidos, es solo un puto dolor en el cuello!!!! Pero no importaba realmente lo que yo dijera, lo que debí haber entendido desde el principio es que ellos solo quieren escucharse y que jamás se tomarán el trabajo de escucharme.
Después de todo, la culpa es mía. ¿Quién carajo me mandó a hablar?

martes, 26 de junio de 2012

El fulbo es lo más grande que hay!


No termino de entender la relación casi fraternal que los hombres entablan con el futbol. No entiendo cómo surge, de dónde, cuándo se desarrolla y, lo que más me preocupa, cuándo termina.
Este fin de semana que pasó sentí que reventaba de tanto ver y escuchar futbol. El partido en sí, cualesquiera fueran los colores de sus camisetas, no resultaba molesto. Lo que rompió soberanamente las bolas fue cada comentario pelotudo que se hizo en torno de la pelota y de sus protagonistas. No es por dármelas de culta, pero el mismo viernes un suceso de orden mundial parecía definirse en términos de importancia en la historia, a la par de lo que el sábado expresaban los hinchas de los distintos equipos de futbol. O sea, que asuma un nuevo presidente en X país es tan importante como que el equipo de X salga campeón o no se vaya a la B.
Qué triste que una letra tenga que ser tan repudiada. Pero más triste es que el humor de todo el sexo masculino y, por ende, los planes con el sexo femenino, se vean drásticamente modificados y/o cancelados como consecuencia de los resultados de los partidos de futbol.
De tanto ver y de tanto escuchar futbol durante 3 días seguidos, decidí que las cosas no iban a quedar así y que iba a necesitar descargar todos los pensamientos que se me fueron cruzando por la cabeza.
En primer lugar tengo una duda enorme: los jugadores de futbol ¿dejan la S el día que los convocan a jugar? Quiero decir, ¿la S es lo suficientemente pesada como para quitarles el aire mientras corren la pelota? ¿O esto ocurre luego de tanto correr? Porque me cansé de escuchar los reportajes con preguntas muuuuuy pelotudas, a las que todos los jugadores respondían con la misma falencia; “sí, jugamo bien y vamo a ponerle todo el año que viene”. “Etamo muy contento y emocionado, pasamo a primera y se lo quiero dedicar a todo lo hincha”. Mmmm, interesante. No sé si el equipo merecía ganar y pasar a primera o quedarse en la vapuleada B, lo que sí sé es que el NO uso de la S parece ser requisito para entrar al campo de juego.
En segundo lugar quiero reivindicar mi lugar no solo como mujer, si no como detestadora de todos los putos programas en los que se habla de futbol. Reitero, una cosa es ver un partido por amor al deporte, con el televisor en mute y sin radio de fondo (que detesté toda la vida). Otra cosa muuuuy distinta es ser víctima de un hombre que secuestra el control remoto y lo mueve entre los 9 o 10 canales deportivos, en los que cada conductor es hincha de un equipo distinto y cada panelista se toma cada comentario negativo de su equipo como si le hubieran pegado a la madre.
Reivindico mi lugar como mujer, porque si voy a ser sometida a desayuno, almuerzo, media tarde, merienda, hora de la picada, cena y sobremesa con futbol de fondo, al menos debe permitírseme expresar lo que siento sin el agregado de la frase “callate que no sabes una mierda” o “no entendes nada!”. A ver, antes de que me ponga un poquito más violenta, reviente el control remoto contra la pared, corte el cable del televisor y luego haga huelga de cocina, permitime que diga que tal o cual jugador es “lindo” o que me ría cuando vea a un director técnico llorando. Ojo, porque tantas emociones los pueden llevar al colapso a estos muchachos. No lloran de emoción cuando ven nacer a un hijo, pero se comen los mocos al ver el tablero de resultados. Encima se abrazan entre ellos, todos transpirados y gritan y cantan y se vuelven muy ridículos para el espectador escéptico. Un día se aman y al día siguiente se putean, el equipo es el peor y tienen que renunciar técnico, preparador físico y botellero. Pero a los 5 segundos la pelota entra en el arco y todos abrazados y el DT es lo más. ¿Y Uds. se atreven a reírse de las mujeres que nos entretenemos con peleas baratas y guionadas entre vedettes o que lloramos con una de amor en el cine? Por favor…. Los filmaría para que vean que Uds. son iguales!!!
También quiero reivindicar mi lugar de mujer cosificada y repudiar la exclusión del tan copado “plan futbolero” por considerárseme yeta. Yo no soy yeta, tu equipo es de madera terciada y no ve la pelota ni hinchada con botox. Tu equipo no llega al arco porque ni le explicaron dónde quedaba. Así que si vas a ver un partido de futbol en la vivienda que cohabitamos, yo voy a hacer mi plan y voy a ir y venir, con la libertad de expresar lo que se me cante mientras escucho comentarios de futbol pelotudos. Si no te gusta, así como reitero cada vez que mirás el plato de comida con desprecio, a la vuelta tenes 4 restaurantes, una casa de comidas rápidas y dos cafeterías. Elegí el que más te guste y andá a compartir esa emoción con gente de tu género, que seguramente no te traiga mala suerte. Eso sí, asegurate de que produzcan milagros y llévate un par de velas, porque es la única manera de que tu equipo gane.
Finalmente y más allá de que queda mucho por decir del tema, quiero pedir un favor (al pedo, porque no será concedido). Señores hombres del país (y si en el resto de los países es igual la situación, lo extiendo al mundo): hasta tanto no entren a la cancha, portando la camiseta, el short y los botines del equipo que los haya convocado, dejen de hablar de futbol como si ustedes mismos practicaran el deporte. Cuando dicen “ganamos”, deberían decir “tal equipo ganó”, porque ustedes no jugaron. “El domingo que viene vamos a ganar” es igual de erróneo, “les vamo a meter 5 gole” también aplica. Hablen de ellos, los jugadores y no de ustedes, los hinchas.
Y no nos quieran vender eso de que “ahora vienen las vacaciones y por 3 meses no vas a ver futbol”, porque siempre hay una excusa para ver futbol. Así que chicas, a secuestrar controles remotos y a esconderlos entre las toallitas, ahí nunca van a buscar. Y a mirar programas de chimento a lo pavote!

Algo que me quedó pendiente y que también necesito pedir como favor, pero a los que pautan las publicidades para el entretiempo: dejen de pasar propagandas de tónicos y cremas para la sequedad vaginal y para el mal olor femenino. Primero, porque es denigrante para la mujer y porque los hombres no necesitan saber tooooodo eso. De hecho, no vi propagandas de tónicos para la sequedad peneana en los cortes de los programas de cocina. Segundo, porque en esos 15 minutos vamos a estar haciendo zapping para ver qué nos perdimos mientras ellos se apoderaron del control y no vamos a poder tomar nota de los hijos de puta que hacen ese tipo de cosas de mal gusto. Cierto... los hombres no huelen mal, nosotras no entendemos nada.

viernes, 22 de junio de 2012

Llamalo a Cachito nomás

Tras que soy bastante nerviosita sin contar el entorno, mi jefa se empeña en agregar personajes a esta parodia que es la oficina, en la que vivimos más tiempo que en nuestras casas y con gente que nos ve más que cualquier otra persona en el mundo (dejo de lado a los espías y psicópatas, que nos deben ver mucho más tiempo, pero de los que no podemos dar cuenta).
Hace algo más de dos meses ingresó una nueva persona a la oficina. En realidad ingresaron varias, pero una pasó a ocupar el escritorio que yo había dejado tiempo atrás, luego de una pelea con un compañero por el exceso de aire acondicionado en mi espalda. Sí, ya sé, es complicado imaginarme peleando con alguien. Pero lo hago a veces.
Pues bien, mi jefa ha hecho un trabajo de puta madre porque ha encontrado la pieza que le faltaba a este sector, para convertirse en una auténtica casa de excentricidades y reliquias de la vida diaria.
Para empezar, la nueva integrante (cuyos datos no revelaré por miedo a represalias) tiene nombre de país, segundo nombre de continente y apellido de color. Si hay algo jodido en este mundo, son los padres a la hora de ponerles nombre a sus hijos. Y a esta la re cagaron. Llamémosla Rosa entre nosotros; es un color y un nombre, así que vamos con esa.
Rosa tiene un andar que ya de por sí te da ganas de empujarla o de dormirte esperando a que llegue a donde estás. Pongámosle que llega y te saluda, ¡my god! El saludo es algo que no espero para nada. Te apoya la mejilla en tu mejilla, pero no te saluda con un beso. Digo yo, ¿para qué sorete se gasta? Si yo no saludo a nadie con beso, apenas digo ‘hola’ de lejos.
Se sienta y enseguida relata lo que hace y lo que hará. “Bueno, ya prendimos la máquina y ahora vamos a preparar un cafecito…..”. Un detalle importante que me saca de quicio (como si fuera lo único...) es su constante manía por decir todo en diminutivo. Ey vieja, estamos en una oficina, no en la sala de un jardín de infantes, acá tomamos té y café, si queres cafecito pedilo en otro lado!
Y entonces relata que a ella a X hora el cuerpo le ‘pide’ un cafecito. Nadie le responde porque es harto pesada y porque a nadie le importa qué le pide el cuerpo a ella.
En determinado momento se cansa y se calla. Pero donde siente que alguien comienza a hablar, se pone a hablar encima y hace preguntas que nadie responde, como si fuera ella el interlocutor único de la conversación de la que no forma parte.
Cuando no puede hacer algo, te llama diciendo “vení un cachito”… Mirá vieja, Cachito está en el taller mecánico y yo no te di confianza ni me convertí en tu secretaria de un día para el otro. Así que si necesitas algo, veni vos y si no arreglate sola!
Un día le tuve que decir 5 veces en qué lugar del teclado se encontraba el @, hasta que me paré y le hice una demostración práctica. Siempre hace las mismas putas preguntas, todas las mañanas se levanta de su silla, viene hacia mi escritorio y dice entre dientes “te saco un cachito” y se lleva un pedazo de cinta adhesiva o un marcador o una lapicera. T-o-d-a-s l-a-s  m-a-ñ-a-n-a-s!!!! Eso es igual a 5 días a la semana. Ahora, digo yo una cosa, ¿qué sorete haces con las cosas que te dieron a vos???? ¿Te comiste la cinta y usaste el marcador para mezclar el azúcar en el ‘cafecito’? ¿Sabes cómo lo tenes a ‘Cachito’ nombrándolo a cada rato?
Y ayer creo que reventé. Llegué a la oficina más temprano que nadie y me puse a sacar fotocopias, sin hincharle las bolas más que a la impresora. Llegó Rosita, jaja, saludó y siguió para la oficina. A los 10 minutos aparecí yo y con su caminar lleno de gracia vino y estiró la cara para darme un ‘no beso’. Reaccioné con un ‘ya te saludé’, pero Rosa no lo recordaba. Le expliqué que me había dicho “Hola” cuando ingresó y me dijo no recordarlo. Al rato volví a sacar fotocopias y la vi venir a ella. Pegó su brazo al mío y yo solo la miré. Me preguntó “¿estás sacando copias?”…no, estoy preparando los pochoclos para la película Rosa, ¿vas a hacer muchas preguntas pelotudas?
“Yo vengo a buscar una copia que mandé a imprimir”; “Ah”. Acto seguido se traba una hoja en la puta máquina y empiezo a putear y a tratar de destrabarla y de hacerla andar. Me mira y le digo que vuelva a la oficina, que le alcanzaré la impresión cuando salga. Me dice que no, que se queda. Puteo un poco más y empieza a meterse, a poner sus dedos en la máquina y a ‘intentar ayudar’. Mi paciencia llega al límite máximo y agoto el ex de paciencia para casos de urgencia en un día en ayunas y le digo “la estas rompiendo” y cancelo mis copias y me voy.
Pensé que mi forma de dirigirme a ella la iba a persuadir de no volver a hablarme. Pensé que iba a darse cuenta de lo odiosa que soy, de lo jodida, intolerante, antipática y mala compañera que puedo llegar a ser.
Y la vi venir y hasta me compadecí por ella y su imposibilidad futura de relacionarse conmigo. Y me devolvió la mirada y me dijo “Bueeeno, ahora me voy a tomar un cafeciiiiito”.

lunes, 28 de mayo de 2012

Tu nombre me sabe a insomnio

No me pude dormir. El domingo transcurrió muy tranquilo. Pero yo estaba cansada desde el momento en que me desperté. Intenté levantarme, pero sentía una pesadez impresionante. Igual me levanté. Me gustó la complicidad con la que, junto a mi media naranja, logramos vulnerar algunos códigos del desayuno. Fue gracioso vernos a los dos intercambiando miradas y tomando rápidamente él de mi pan y yo de su galleta, para que nadie se percatara de mis caprichos. Pasó el día y mi cuerpo seguía pidiéndome que tomara una siesta. Debíamos volver a casa y, antes de poder siquiera pensar en la posibilidad de dormir, nos esperaban dos horas de viaje. Finalmente fue una hora y media. Cuando llegamos yo estaba muerta de hambre, así que me preparé un café y me fui a la cama. Luego de varios cambios de canal, logré quedarme dormida. Me desperté casi a la hora de cenar y él seguía entretenido en sus cosas.
Me levanté, otra vez cansada y con el cuerpo pidiéndome a gritos que me quedara en la cama. Me costó sentirme despierta. Preparé la cena y el almuerzo de lunes y martes y nos sentamos a cenar. Luego hice café, lavé los platos para no quitarle tiempo a lo que él estaba haciendo -se lo veía entretenido y contento- y me quedé un rato mirando televisión. A las 11 de la noche me fui a la cama. Ahora sí podía dedicarme al descanso sin interrupciones, a dormir plácidamente en la cama calentita, a disfrutar de la compañía y a cruzar pies entre las sábanas.
Solo que nada de eso fue posible. Era la 1.30 am y yo seguía haciendo fuerza para quedarme mágicamente dormida. Desde el mismo momento en que apagamos las luces, supe que algo andaba mal. Mi cabeza comenzó a intentar recordar el nombre de un actor. ¿Cómo se llamaba? Todas las combinaciones eran posibles. Pero si acababa de verlo, de escuchar su nombre, ¿cómo era posible que no lo recordara? Juan, Juan Carlos, Luis, Antonio. Ninguno me sonaba y no iba a poder dormirme sin saber el nombre de ese actor. Me repetía el apellido y el nombre no salía.
Me di vuelta, pensé en despertarlo a él, que dormía como un bebé, pero supuse que en lugar del nombre iba a obtener una puteada. Pensá, pensá, lo sabés, es cuestión de tiempo. No quería mirar el reloj porque me condiciona sobremanera la cantidad de horas que me quedan hasta que suene el despertador. Roberto, no, es nombre de un hombre más grande. Y si me acuerdo cómo le dicen, me acordaré del nombre. Nada, una laguna en la cabeza. Necesitaba recordarlo y hacerlo rápido para poder empezar a dormir. Ahora que lo pienso, si hubiera prendido el televisor, hubiera solucionado el tema. No lo pensé en ese momento porque estaba muy ocupada pensando en el nombre olvidado. En eso pienso en otra persona y surge “Guillermo”. Sí, se llama Guillermo, qué bueno que me acordé!
Pero no me duermo. Doy una, dos, cinco vueltas y no me duermo. Y llega la temida puteada producto de tanto movimiento en la cama. Y le digo “no me puedo dormir, vos estás dormido?” (pregunta pelotuda si la hay) y oh!, respuesta más pelotuda: “sí…” Y luego agrega, “tomá un vaso de leche” y yo “ni en pedo” y él “lee algo” y yo “ni en pedo”.
Vuelvo a darme vuelta y no sé por qué, me acuerdo de mi abuela. Y empiezo a recorrer su casa en mi cabeza y como mi gata no deja de acomodarse arriba mio, recuerdo a sus gatas. Una murió casi con ella, de tristeza. Y la otra… la otra ¿cómo se llamaba? La puta madre, ¿otra vez?? No, otra vez no, peor ahora. Porque el nombre de una persona es más o menos susceptible de ser adivinado, pero ¿y el de un gato? No había caso, me salía el nombre de la gata que murió, del perro, de la perra que adoptaron, de los gatos que tuvieron antes, de los gatos del resto de mi familia y esa gata ¿cómo mierda se llamaba?
Me rompí la cabeza. Era de suma importancia acordarme de ese nombre. Paseé por todos los rincones de la casa de mi abuela, la recordé cocinando, leyendo, durmiendo, limpiando. Y la gata pasaba por mi cara como invitándome a correrla y cagarla a palos. ¿Cómo te llamas, gata de mierda?
Fui al baño, con los ojos cerrados para no desvelarme más de lo que ya estaba. Sí, una pelotudez pensar en que uno puede estar más despierto aun que cuando está completamente desvelado. Volví a la cama de espaldas, para no ver los números rojos del reloj despertador y enterarme de qué poco tiempo quedaba para el desayuno. Me entre dormí y en sueños escuché a mi abuela gritar su nombre “Crazy”. Y me desperté. Sí, la gata se llamaba Crazy. El problema entonces fue que no supe qué pasó con Crazy. ¿Se murió? ¿Se fue a vivir a otra casa? ¿La abandonaron?
Y ahí empezó la rueda de nuevo. Me enteré alrededor de las 11 de la mañana cuál fue la suerte de Crazy. Y “enterarme” es una forma de decir, porque le pregunté a mi hermana y ella supone algo que ninguna de las dos puede asegurar.
Así que el despertador sonó entre que recordaba el nombre de la gata y me preguntaba qué habrá sido de ella. Y estoy intentando sobrevivir a un malhumor insoportable, a sabiendas de que esta noche, al cerrar los ojos, puedo llegar a convertirme nuevamente en una víctima de mi olvido.


miércoles, 23 de mayo de 2012

Sin nada para decir... o nada nuevo para decir...

Guauuu, un mes sin escribir. La verdad es que admiro a aquellos que sacan libros pelotudos de autoayuda en un abrir y cerrar de ojos (son los que más se publican ultimamente). Hay que tener inspiración para redactar unas 150 hojas de pelotudeces. Yo apenas puedo con una carilla. Por eso me ausenté de mi propio espacio durante tanto tiempo. Alguno podría pensar que ni yo me quiero, porque me autoabandono. Pensalo chiquito/a, me tiene sin cuidado lo que pienses.
La cuestión de fondo sigue siendo la misma. Tengo cosas de las que me gustaría hablar, pero en definitiva terminan reduciéndose a más o menos lo mismo… no me banco a nadie.
Sin embargo, por momentos intento atesorar frases o episodios para traerlos a mi espacio y compartirlos. Y después, se esfuman, me juegan en contra, desaparecen.
No sé, ¿ya conté que no me gusta que la gente me hable a la mañana? Bueno, porque la loca de mierda de la que hablé la última vez, viene todas las mañanas y me habla y me habla y me habla y me rompe las pelotas que me hable! Entonces, no la miro. Porque si le doy un centímetro de cabida, se despliega con sombrilla y silla plegable, saca el mate y se hace un picnic en mi vida. Y yo no quiero que nadie se haga un picnic en mi vida, apenas que se asome por la ventana y pida permiso. Menos a las 9 de la mañana, cuando lo único que quiero es estar sola e intentar entender por qué tengo que estar mentalmente despierta si lo único que quiero es dormir o mirar vidrieras o leer un buen libro policial.
Hoy por ejemplo llegó y yo me quedé un rato en el baño, para evitarme su picnic. Y cuando ya habían pasado 10 minutos y yo sentía que me iba a quedar a vivir en el baño, salí despacito y ella venía atrás. ¡Parecía que me estaba esperando! Bueno, mejor dicho, me estaba esperando! Ahora, ¿cuánta ugencia podes tener en contarle algo a una persona que te hace capaz de esperarla a la salida de un baño? Ya, de entrada, me parece desagradable la palabra baño, con lo cual no pierdo ni 1 minuto de mi vida en ello.
Bueno, evidentemente y gracias a los genes, la naturaleza y el espíritu ¿religioso?, no todos pensamos igual. Así que la loca me esperó para venir a decirme buen día y tirarme su queja diaria. “Cómo estás? (no le importa, es un modismo que tiene de preguntar al pedo).. yo re cansada, con mucho sueño”. Mi intervención fue preguntarle por qué tenía tanto sueño y me respondió que porque no podía estudiar. Le pregunté qué tenía que ver una cosa con la otra, me contestó que nada y ahí nomás me salió con que le cambiaron la fecha de un cumpleaños, atrasando el festejo un día.
Ahh, bueno, qué bien que estoy del marote. Yo anoche comí ensalada y ¿qué mierda tiene que ver una cosa con la otra? ¿Tenías ganas de contarme que tenes un cumpleaños? Esperá que saco la botella que tengo escondida en el cajón y brindamos porque te invitaron a un cumpleaños!! Y si encima te invitó un/a amigo/a, tiramos la oficina por la ventana!
Sí, mi actitud es de mierda, por eso prefiero pasar la mañana sola y recién comunicarme con el mundo a partir del mediodía. De lo contrario, cualquier pelotudo será víctima de mi sarcasmo y/ de mi ironía. Ya me estoy preparando para que llegue la otra, que labura 4 horas diarias y siempre llega tarde. A mí no me daría la cara para llegar tarde, si llego y ya me estoy yendo. Pero se ve que a ella sí. También le da la cara para hablar y hablar y hablar conmigo, a quien no conoce y de quien solo recibe caras de orto. Por eso trato de no estar cuando llegue, para que no me empiece a hablar del clima, como si yo aterrizara en el aeropuerto todas las mañanas, directo desde Alaska. Si lo único que tenes para decir se relaciona con el tiempo, prefiero escuchar la radio. Si tenes alguna otra cuestión para charlar, charlalo con otra compañera, porque yo vengo a la oficina únicamente a trabajar. Para hacer amigos me busco otros espacios.
Y la loca manda mail, diciéndome que hay que ponerle pilas al día. El mío anda a batería pelotuda, así que no me jodas más!
No cambié mi forma de ser ni de pensar, solo me mantuve un tiempo callada. Pero sigo siendo la misma de siempre, mal que le pese al que le pese… Y estoy de vuelta!

lunes, 23 de abril de 2012

Más loca que una cabra

A veces siento que hay un “gran hermano” que me está mirando y que pone a prueba mi paciencia y mi nivel de tolerancia. A ese gran hermano le diría: “no te gastes, tengo tolerancia menos 20. Ocupate de otro!”. Digo, Dios no puede estar tan al pedo como para preocuparse por mí y por mis niveles de tolerancia.
La cuestión es que, en un esfuerzo sobre humano y por una razón que no puedo explicar, hace un par de meses decidí que una compañera de trabajo podía convertirse en amiga. Nos conocimos en un evento laboral y luego nos fuimos comunicando a través del mail del trabajo, para pasar a hacerlo a través de nuestros mails personales. Al principio fue como un noviazgo; puras risas y momentos copados, donde sentí que ella se parecía mucho y no se parecía en nada a mí a la vez. Me resultó una persona agradable, suave, divertida; un buen proyecto de amiga para una persona sin paciencia ni tolerancia. Igualmente me llamaba la atención que “festejara” por demás todo lo que yo dijese o hiciese.
Pero el diablo muestra la cola y yo soy una desconfiada por naturaleza, así que pude ver cómo aparecía sin que nadie me lo avisara. Al principio el intercambio de mails era pavo e inofensivo. Nos dábamos los buenos días y comentábamos alguna pavada de la noche anterior o del fin de semana. Luego llegó el día en que ella vino a contarme un “problema” que había tenido con una amiga de años y finalmente llegó el día en que le vi la cola.
En realidad había mostrado la cola con anterioridad, pero yo decidí no ser mal pensada y dejarle pasar esa primera vez. Yo estaba enferma en casa y ella me mandó 3 mensajes, el último a las 11 de la noche, alterada, pidiéndome que le respondiera si estaba bien porque estaba preocupada porque no le contestaba los mensajes. Yo estaba bien, sin crédito en mi teléfono. Así que tomé el celular del trabajo y le mandé un mensaje para que dejara de romperme las bolas.
Cuando comenzó a contarme su problema con su amiga, sentí que estaba viviendo un dejavú. “Esto ya me pasó. A este tipo de locas las tengo caladas”, pensé. Pero no le di mayor importancia, porque el problema era entre ella y su amiga. Y un día que no estaba en el trabajo, recibo otro mensaje en el que me pide que me apure en llegar al trabajo “que acá pasan cosas cuando no estás”.
Bien, pensamiento nro. 1: yo manejo mis tiempos según tus antojos. Vos tenes un problema pelotudo con una mina que no conozco. Yo a vos te conozco por mail hace 2 meses y ¿tengo que salir de mi clase de posgrado para escucharte? Sí, sí, esperá sentada.
Pensamiento nro. 2: Seguramente pasen cosas en mi ausencia, ¿quién dijo lo contrario? El tema es que pasen cosas que me involucren. Y el problema es tuyo, así que no me rompas las pelotas!
Ese día llegué a la oficina y me estaba esperando como si se viniera el mundo abajo y tuviera que esperar a que yo le diera el “ok” para meterse debajo de una mesa y esperar lo peor. Ni bien me senté en mi escritorio, recibí un mail de ella en el que me contaba el drama de su vida. Sinceramente pensé en esa amiga de ella y me dije “Inteligente la amiga, se está sacando una loca de encima”. Me pidió un consejo y le respondí el mail con un: “buen día, ¿no?”. O sea, no me rompas las pelotas con tus boludeces y, suponiendo que lo hagas de la manera prepotente y sacada que lo haces, por lo menos saludame. Me respondió que no estaba para “reproches” ese día. Y comprendí que debía comenzar a alejarme inmediatamente de ella. A ese suceso le siguieron muchos, todos del mismo estilo. Desde preguntarme 100 veces qué iba a hacer el fin de semana porque ella tenía ganas de que hiciéramos X, Y o W, hasta mandarme mensajes un día feriado a la mañana, preguntando boludeces.
Me dice “ami”, algo que me pone de los pelos. Me cuenta en cada mail que manda (porque escribe todos los días), que ella es re buena y que todo el mundo le pregunta cómo hace para no estar de mal humor y para ser tan dulce y tan amable. Me dice "me acordé tanto de vos..." cada vez que respira y hace todo lo que yo hago. Ahora bien, una vez le hice un comentario mientras me contaba algo y me paró en seco y me dijo, mirándome a los ojos: “escúchame cuando te hablo”. Se me heló la sangre. Fuera de esa oportunidad, jamás me mira cuando me habla. Siempre mira para un costado o para abajo. No hablo de mirar a los ojos, ni siquiera me mira a la cara, hace de cuenta que habla sola, al aire.
Si le digo algo con mi tono irónico, me responde “trátame bien”. La verdad es que tuve varias amigas que hoy son “ex” amigas y que estaban más locas que una cabra. Evidentemente las atraigo. Pero de un tiempo a esta parte he decidido que para loca estoy yo y que no hay lugar para enfermitas en mi vida intolerante.
Porque ¿a mí qué sorete me importa que la gente esté preguntándote todo el tiempo por qué sos tan buena? Me huele a invento, me huele a que ni vos te crees lo que vendes de vos misma. Y a la primera de cambio, mostras la cola. A mí no me vengas con el cuento. No me conmueven tus experiencias con viejitos no videntes a los que ayudaste a cruzar la calle, ni la enseñanza de amor que te dio un niño con síndrome de down, ni lo valiente que te volviste para defender a un compañero de la primaria de una horrible discriminación. Desde hoy te bautizo mi “Claudia María Domínguez”. Si vos sos buena, te felicito. También sos muy yo-yo, ¿te diste cuenta de eso? No le das lugar al otro, solo se puede hablar de vos, de tus problemas, de tus experiencias, de tus obras de bien y de todas tus pelotudeces.
Para terminar con este descargo, acabo de recibir un mail en el que me dice que le asusta “lo enferma y obse que está la gente”. A mí también, así que hacete humo querida, estás re mal de la cabeza!!!!

jueves, 19 de abril de 2012

Te quiero pero... me rompes tanto las bolas!!!

Luego de casi un mes de volver a acariciar la soledad hermosa de cantar a los gritos mientras cocino, de bañarme temprano con la puerta del baño abierta de par en par, de “picar” una fruta en lugar de sentarme a cenar, de buenas a primeras veo que todo se va reacomodando a lo que algunos llaman la ‘convivencia’.
Él estuvo de viaje y yo también estuve de viaje, aunque él se haya ido a recorrer el mundo y yo me haya quedado en casa. Y aproveché mi viaje hacia aquellas épocas en las que solo éramos mi gata y yo y rememoré todas las viejas costumbres de mujer sola y ¿feliz? Duró un poquito menos de lo que hubiera necesitado y la soledad fue un lugar cómodo y seguro que tenía fecha de vencimiento. Por eso fue tan bienvenida y tan disfrutada, hasta que ya no quedó ni un poco de jugo para sacarle.
Hoy me encuentro enviando la misma cantidad de mensajes de texto a ese ser humano que volvió, llamándolo la misma cantidad de veces y discutiendo en el mismo tono de voz que antes de que partiera. Lo que no entiendo es por qué no puedo conservar la calma y la paz que mantuve en su ausencia y por qué vuelvo a mecanizar los instrumentos de comunicación con los que cuento. Si cuando él no estuvo yo no necesité de esos llamados para nada ni de esos mensajes para mucho menos….
Lo que más bronca me da es que mientras él no estuvo, tuve momentos de añoranza. Pero hoy me doy cuenta que añoré un imposible, o 2 o 3 imposibles o todos los imposibles, mierda!
Y lo peor es que esos imposibles son sus imposibles. Y mis añoranzas y la conjunción hacen a la discusión y así terminamos enmarañados en los llamados para nada y en los mensajes para mucho menos. Esos imposibles se componen de pequeñas modificaciones de conducta que generan una casi desaparición total del movimiento cuando a mí me moleste ese movimiento. ¿Me explico? Mientras estuve sola no había un ser humano sentado en el sillón que prolijamente dejo cada tarde y ahora hay un ser humano que se sienta ahí, a mirar televisión, a tomar un café, a hacer bricolaje, a jugar con la gata… Y mi sillón se arruga y se ensucia y eso no pasaba cuando yo estaba sola!!
Ahora que no pico de noche y que me siento a cenar a horario, me encuentro con que los platos no han aprendido a ir hacia la mesa, que siempre hay un solo vaso y que la comida se quema si yo no la vigilo. Sí, sí, es imposible pretender la ayuda del otro que construye castillitos en el maldito juego de internet que lo deja hipnotizado a pesar de mis gritos y mis súplicas.
También tengo que dejar la puerta del baño cerrada mientras me ducho, porque hay un ser humano que duerme en el horario en el que yo me levanto y al que le molesta la luz reflejada en la habitación. Ese ser humano es el mismo que de noche puede mantener el televisor prendido hasta la hora que se le cante, a pesar de que a mí me moleste el reflejo de la luz en la habitación. La diferencia entre nosotros dos es que yo presto atención allí donde el otro hace agua.
Ojo, si llega a tener que ser él quien se levante temprano, no va a volar ni una mosca y hasta la gata tendrá que aprender a llorar como un mimo, porque el ser humano necesita descansar.
La excusa al día siguiente será que “estoy cansado, me levanté re temprano”. Sí, sí, a la misma hora que yo me levanto todos los putos días para terminar haciendo todo lo que a vos te impide el cansancio, como si fuera para mí una obligación adquirida por esta antigua y absurda idea del machismo y el feminismo.
La escoba es una animal extraño que habita el patio de la casa, al cual resulta casi imposible el acercamiento. No se tiene noción de la existencia de la lavandina, menos aún de la necesidad de limpiar un baño o una cocina. Esas son cuestiones completamente ajenas al cerebro del otro ser humano, en el que habitan el deseo de comer, el deseo de descansar y el deseo de jugar a los jueguitos. A duras penas y tras muchas discusiones, consigo que “estire” las sábanas, ‘si a la noche la vamos a desarmar de nuevo!’. Dale, entonces tampoco lavemos los platos si los vamos a usar a la noche y no lavemos la ropa, porque también la volveremos a usar y así sucesivamente. Ya que estaos,¿por qué no convertirnos en recicladores de mugre?
Solo un grito lo suficientemente fuerte permite que ese ser humano que dijo extrañarnos y amarnos tanto, vuelva en sí y finalmente guarde la ropa recién lavada y doblada, que tampoco sabe caminar de la cuerda a la cama. Y a ese grito le siguen miles más, hasta el hartazgo, que me recuerdan a mis hermanas, a mí y a mi madre, cuando nosotras las mujeres no hacíamos ningún quehacer doméstico y ella era la que gritaba para que la ayudáramos en algo.
Lo gracioso es que siempre termino siendo la gritona histérica que harto al ser humano con mis demandas. Quisiera por una sola vez en toda mi vida tener la posibilidad de que él encarnara en mí durante 24 hs y viviera en carne propia lo que es estar a 1500 y que nadie te ayude en nada. Porque si se lo cuento piensa que exagero. Y si me ve hacerlo dice que es porque estoy mal de la cabeza, porque soy una obsesiva. La casa está como está porque tiene un mantenimiento encima. Si nos manejáramos con sus ganas y sus tiempos, nos taparía la tierra. Y ni comeríamos, porque la heladera tampoco se llena de comida apretando un botón. De más está decir que el lavarropas es una palabra de origen holandes para ese ser humano, que dice no saber usarlo y que jamás se tomó el trabajo de empezar a aprender… Seguramente soy una más del montón de minas recontra podridas de pedir ayuda que no llega. Solo que me había olvidado que todo esto también venia en el combo del “fueron felices y comieron perdices”.
Y ya te dije mil veces que no tenemos acciones en ninguna compañía eléctrica, así que bienvenido a casa y ¡apagá la luz, carajo!

lunes, 9 de abril de 2012

El miedo y yo

Me levanto, hay varios compañeros de la clase de matemática en casa, repartidos entre el living y el comedor y me dirijo a la cocina. En el piso hay 3 colillas de cigarrillos y 2 notas escritas en Alemán. Es obvio, alguien entró en casa porque yo no fumo y no sé alemán. El tema es quién entró. Y el otro tema es quién me va a traducir esas notas, en apariencia “mensajes” amenazantes que debo dilucidar. Así es que vuelvo al living y consulto con los chicos y ahí me doy cuenta de que yo no tengo living y comedor, sino living-comedor y como por arte de magia, se desvanece todo y me despierto.
Otra vez una pesadilla; ¿estará relacionada con lo poco que entiendo de estadística y el examen que rindo en 3 días? ¿O con el miedo de cruzarme con un cigarrillo y que me invite a fumarlo?
Más bien debe tener que ver con las ideas con las que me voy a dormir cuando estoy sola. Me encuentro haciendo las cosas más irracionales y ridículas y no me las cuestiono en lo más mínimo!
Es habitual que el miedo aparezca cuando nadie más habita la casa en la que pasamos la noche. Es más común que el miedo brote cuando el animal que nos acompaña (el pichicho, no nuestra pareja) escucha los ruidos que nosotros también escuchamos, pero que intentamos hacernos creer que son imaginarios.
La semana pasada estaba mirando una serie de suspenso/terror -cosa que hago con más frecuencia cuando estoy sola que cuando estoy acompañada- y sentí un ruido en algún lugar de mi casa de 3 metros x 3 metros. Me dije a mí misma que había sido algún ruido en la serie que miraba, pero al cabo de un rato el ruido se repitió y mi gata incorporó su cabeza y giró sus orejas.
Miedo; una sensación de frío que recorre desde la parte más alta de la cabeza hasta la cintura. La concentración desapareció para dar lugar a la duda. No iba a poder seguir prestándole atención a la serie si antes no inspeccionaba la casa. La cagada de tener un gato es que tiene un oído privilegiado y nada más. No puedo mandarlo a que ladre o chumbe o “mire” si hay un intruso en la casa.
Con lo cual, luego de 5 segundos de pánico total, decidí tomar un arma y aventurarme al resto de los ambientes. Lo único que tenía a mano era un bate de beisbol “de mentira”, de esos que venden como recuerdos de algún lugar turístico, con el nombre del lugar tallado.
Tomé el bate, prendí las luces de la habitación y abrí la puerta de manera rápida y seca. Mi gata se limitó a bostezar y quedarse mirándome. Corrí hacia la puerta que da a la entrada del departamento y prendí las luces del living-comedor. Miré detrás de la cortina cerrada que da a la ventana de un patio de 1 metro x 1 metro, debajo de la mesa (donde no entra más que un gato) y me dirigí a la cocina. Prendí la luz, chequeé que la puerta del patio se encontrara cerrada con llave y volví con la guardia baja a la habitación. En el camino me crucé con el espejo y comprobé lo ridícula que me veía con el palo en la mano. Solté una carcajada, ¿acaso hubiera atacado al intruso con ese bate? Yo creo que hubiera intentado gritar, pero no hubiera llegado mucho más lejos. No faltó la apertura súbita del placard de la habitación, ni el correr abrupto de la cortina del baño.
Nuevamente en la cama pensé “si yo cerré todo con llave y el departamento es de 3 x 3, es imposible que entre alguien!
Pasaron unos minutos y mi gata y yo volvimos a aguzar el oído. Esta vez comprobamos que los ruidos provenían del departamento de arriba. Igualmente, dejé el bate de beisbol en la mesa de luz, uno nunca sabe cuándo pueda servir para espantar fantasmas mentales.
Anoche los ruidos volvieron, el recuerdo de los sucesos anteriores apareció, pero igualmente se me heló la sangre y en lugar de hacer el ridículo ante mí misma, decidí apagar la luz y enfrentar a mis fantasmas en mis sueños. Hoy vienen a tomar el té a casa y quizá los invite a cenar.
Si no puedes contra ellos, úneteles!

lunes, 19 de marzo de 2012

Abono para pelotudos

Las situaciones más insólitas y enfermizas me ocurren a mí. No sé si tengo pago un abono de nacimiento, si lo adquirí en algún pedo que me agarré en mis días de joda o si, como las enfermedades autoinmunes, siempre estuvo conmigo y ahora se empieza a manifestar, como despertando de un sueño eterno.
No importa el origen, la cuestión es que este abono de situaciones que me desquician es como el descuento de los domingos en combustible, termino usándolo sin querer y sin aviso.
Hace una semana me enteré que en una gran tienda de Buenos Aires hacían un descuento por pago con una tarjeta de crédito y débito. Como tengo otro abono, que es congénito y que consiste en comprar cualquier cosa -necesaria o no- si está en oferta, le conté a una amiga que iba a pasar por la tienda a “ver qué puedo comprar”. Mi amiga, que realmente necesitaba comprar algo y que no tenía oportunidad de pasar por la tienda, me pidió que averiguara el precio y los descuentos en la compra de un sommier.
Ok, como me encanta perder mi tiempo viendo qué puedo comprar, no tuve inconvenientes en hacerle el favor y, en mi obsesión por arrastrar a otros hacia la compra compulsiva al pedo, invité a otra amiga a pasear por la tienda. En realidad, sospecho que mi amiga no volverá a acompañarme jamás, porque lo que ella suponía un paseo tranquilo en horario de almuerzo terminó convirtiéndose en una carrera contra el resto de las personas que también iban a aprovechar los descuentos y que estaban a punto de copar la tienda.
Pero el abono no lo utilicé para realizar compras con mi amiga, si no para hacerle el favor a mi otra amiga. Créanme, hay que estar en mi cuerpo para saber cuántas ganas de patear culos se pueden tener.
Entramos en la tienda, fuimos al subsuelo en busca de los sommiers y me dirigí sin vacilar al escritorio en el que se encontraban los vendedores de sommiers. Uno cree que si existen vendedores para cada rubro es por algún propósito en particular. También cree que ese propósito debe tener que estar directamente relacionado con el asesoramiento, la practicidad y la mejor atención del cliente.
Pero también uno cree en Dios, otro cree en Buda, otro en Santa Claus y así estamos. Yo creí. Creí que acercándome al escritorio del personal que se encuentra en el área de sommiers, iba a encontrar esa mejor atención al cliente a la que hacía mención. Y de pronto, me sentí obligada a dejar de creer (lo mío en cursiva):

- Buen día
- ……
- (Este es el momento en que debí huir) Buen día
- Hola
- Estoy buscando un somier rosen de 1,60 x 2 y quiero ver las opciones para la compra con el descuento de hoy
- No hay ningún descuento
- Lo tenes en el cartel de ahí, arriba del colchón
- (Dirigiéndose a otro empleado) ¿Hay descuento?
- Si, hay descuento / Si, hay descuento
- No sabía
- (Genial, me adjudiqué un pelotudo) Quiero saber cuáles son los de 1,60 x 2
- Ahh, pero no, los tenes que probar primero
- Solo quiero saber los precios de los de esa medida que entran en la promoción
- Pero elegí uno y probalo
- (Otra vez, pelotudo!!) Es que no es para mí
- Ahhh no! Si no es para vos, entonces tiene que venir la persona
- (Pará hijo de puta, no es una casa, es un colchon!!!!) Es que la persona no puede venir y me pidió que consulte por el precio
- Pero no te puedo dar un precio si no lo prueban, ¿cómo vas a comprar un sommier sin probarlo? ¿Y si no te gusta o te hace mal o no lo sentís cómodo?
- Pero decime todos los precios y cuando la persona venga, lo prueba
- No, primero que lo pruebe y después le doy el precio. No te puedo dar el precio de algo……
A esta altura yo ya estaba subiendo las escaleras mecánicas, seguida por mi amiga, un tanto avergonzada y otro tanto confundida, mientras repetía “no puedo creer que sea tan pelotudo!
Por lo menos tengo una testigo de que tengo mucha mala suerte o de que el mundo está repleto de pelotudos y todos se topan conmigo!
A pesar de todo, mi amiga entro en la página de internet de la tienda y compró su sommier. Y ¿sabés qué, pelotudo? No lo probó!!!!!

jueves, 8 de marzo de 2012

¿Para qué mierda existen los vecinos?

Antes que nada y aunque no hace falta aclarar, quiero dejar por escrito que odio a los vecinos, no importa de qué departamento sean. Los odio a todos. Dicho esto, va la anécdota.
Estoy sola en el departamento. Son casi las diez de la noche y me pongo a cocinar, aunque sé que no voy a cenar porque no tengo hambre. Guardaré la comida para el día siguiente. Saco las verduras de la heladera, las lavo y justo cuando voy a clavar el cuchillo en la primera cebolla limpia, suena el timbre. Qué raro, no espero a nadie nunca y menos un miércoles a las 10 de la noche. Voy hasta la puerta y pregunto quién es. Me responden “del 15”. En mi edificio los departamentos están identificados con números en lugar de letras. No recuerdo quién es del 15. Miro a través de la cerradura y solo veo un antebrazo apoyado en la puerta. Qué descaro, apoyar el brazo en mi puerta. Retiro la mirada y vuelvo a mirar y pienso que quizá no hay nadie del 15 allí afuera y que no bien abra la puerta pueden entrar a robarme. Entonces retrocedo, dejo el repasador en una silla, pongo el televisor en mudo y cierro la puerta de mi dormitorio, supongo que porque no sé qué hacer. Camino nuevamente hacia la puerta y vuelvo a preguntar quién es y me responden nuevamente “del 15”. No sé quién carajo es del 15, así que pongo la traba de la puerta y abro, pero la puerta queda entornada y mi corazón late a 2000 por hora. Parezco una anciana de barrio. Veo que es el pesado del 15, así que quito la traba y abro. Ya recordé que el tipo da vueltas y vueltas y vueltas al hablar, así es que inhalo y le pregunto qué necesita.
Me cuenta que una prima no fue a una oficina a hacer algo que tenía que hacer y que ahora le dicen que tiene 10 días…. “¿10 días para qué?”, le pregunto. Otra vez comienza con el relato, mientras sostiene un papel en su mano que por momentos me muestra y por momentos dobla. Pero no es claro, me cuesta entender por qué sorete tengo que estar en short, remera y ojotas, hablando con un pelotudo en la puerta de mi casa un miércoles a las 10 de la noche. A ver, yo estaba tranquila en mi casa a punto de cortar una cebolla, ¿por qué mierda abrí la puerta? Me podría haber hecho la muerta, estoy en todo mi derecho porque en mi casa hago lo que quiero y eso incluye no abrir la puerta de entrada!
Ok, inhalo nuevamente y le pido que me explique qué sorete necesita la prima. Entonces otro relato confuso donde me dice que tiene 10 días y le preguntó para qué tiene 10 días y finalmente logra decirme que la prima no obtuvo la residencia y que necesita que Migraciones reconsidere su pedido, para lo cual tiene 10 benditos días y (el cree que) tiene que “escribir una carta”. La carta en realidad es lo que en nuestro país se llama un “recurso de reconsideración” y este tipo que me rompe las pelotas pretende que yo lo haga ‘de onda’. Como no me lo dice directamente, le pregunto ‘y vos ¿qué querés que haga yo?' Y el responde “vos ¿podes escribir la carta?” y yo le digo “no, yo no puedo, porque yo no me dedico a esa rama. Pero te puedo recomendar un lugar donde te van a asesorar y te van a ‘escribir la carta’ gratis”. Mientras intento entender cómo existe gente con la cara tan dura, le explico que el lugar que le estoy recomendando es un centro de asesoramiento jurídico gratuito y que la prima puede ir sin problemas y él, mientras hace cara de disgusto y desinterés, intenta retroceder en los 10 centímetros de pasillo que lo separan de la pared. Y yo me siento la más boluda por estar perdiendo mi tiempo con un pesado desubicado que, encima, se digna a rechazar mi alternativa para su puta prima. Me dan ganas de decirle “si no decile a tu prima que se vuelva a su país y ándate vos con ella y asunto solucionado” pero me contengo, porque supongo que en cuanto le dé los datos, se va a ir.
Groso error. Me pregunta si al lugar que le estoy recomendando lo llaman “multi algo..” y yo le contesto que no, que en el lugar que le estoy recomendando yo trabajé 3 años, que los profesionales son excelentes y que lo van a poder ayudar y me cuenta que antes consultó con alguien más (un anónimo parece) y que lo envió a un centro barrial. Bien, me encanta como la gente tiene menos información que el envoltorio de un chicle.
Cuando le devuelvo su papel con la dirección, días y horarios de atención apuntados, me dice “vos sabes que yo tuve un problema en mi comercio” y comienza a relatarme el problema que me importa 3 pelotas y que me recuerda por qué nunca debí abrir la puerta. Es que, ¿acaso pegaron un cartel en mi puerta que invita a todo el mundo a que le solucione los problemas?. Me cuenta 4 veces lo mismo y vuelvo a decirle que yo no puedo ayudarlo en eso porque ‘no es mi rama’ y le sugiero que se vaya con la prima. De paso, me dejan de romper bien las pelotas a mí, ¿no?
Y me mira, se queda ahí parado y me mira y me dan ganas de pedirle que dé un paso hacia adelante, así yo cierro la puerta con toda mi fuerza y le vuelo la nariz de la jeta. Hasta que empiezo a entornar la puerta, en señal de “tengo una vida y la quiero seguir disfrutando”. Se da cuenta y me dice “me voy”. Aleluia, era hora!!! Y cuando cierro la puerta, ya dentro de mi casa, recuerdo quién era este tipo.
Es el hijo de puta que cuando, hace un año armé una reunión de vecinos y pedí firmas para poder cambiar la administración, porque la que todavía está no quiere pagar un gasto que le corresponde, se hizo el pelotudo y no quiso firmar ni participar de nada.
Ojalá vuelva a tocar el timbre pronto, así me escucha él a mí y nunca más vuelve a romperme las bolas. Odio a los vecinos!

martes, 6 de marzo de 2012

La comunicación y la puta que lo parió

Está bueno haber cambiado mi número de teléfono celular luego de haberlo tenido durante 14 años. Sobre todo, cuando hace 15 días no paran de romper las pelotas con la “portabilidad numérica” o la posibilidad de quedarte de por vida con tu número de celular, independientemente de la empresa con la que contrates el servicio.
La razón por la que cambié el número fue porque estaba podrida de que me “robaran” todos los meses con cargos fijos inventados, acceso a internet imposibles (teniendo en cuenta que mi equipo apenas marcaba y andaba a ruedas) y cargos tan variables como el clima.
Listo, me comuniqué, pegué mil gritos y cambié mi número. Pero mantuve la empresa. Porque sí, porque soy una infeliz. Ahora tengo un número que muy poca gente sabe que tengo, no avisé a muchos molestos que ya no tengo el número anterior (así les queda el dedo mocho de marcarlo) y tengo un plan nuevo que no termina de colmar mis expectativas, pero que abarata costos.
Y todos contentos cambiándose de empresa de telefonía celular y yo, cual niño aburrido mirando desde su habitación cómo todos juegan mientras él está en penitencia.
Convengamos en lo siguiente: las empresas de telefonía celular son una mierda grande como una casa. Los celulares ya no funcionan para hablar. Eso sí, podes jugar a los jueguitos, mantener la agenda actualizada, calcular el equivalente en libras de una cantidad X de kilos, hacer cuentas, chatear, buscar algo en google, usarlo de GSP. Pero hablar no podes, porque no tenes señal o porque te comieron el crédito mandándote mensajes del orto con textos como “te ganaste 10000 pesos, marcá *la concha de tu hermana y averiguá dónde retirarlos”. Dale, ya marco y de paso reclamo todos los autos y las play station que me avisaron que me gané en otros mensajes. Ah y la factura te la pago con los 10000 que me gané, porque crédito no tengo porque me lo comieron tus mensajes de mierda.
Quiza, luego de mucho intentar, la llamada se va al contestador que ni el dueño del celular sabe que tiene y dejo un mensaje urgente al recontra pedo, porque cuando finalmente logre dar con la persona, me va a decir que no sabía que tenía contestador.
Ahora, ¿por qué la manía de andar con el teléfono para todos lados? ¿Por qué la impresión constante de que vibra en el bolsillo o en la cartera, cuando el equipo está apagado? ¿Por qué la necesidad de mirar el display cada 2 segundos para ver si recibo algún mensaje?
Si hace 10 años no lo necesitábamos. Si cuando me voy de vacaciones ni me lo llevo y sobrevivo igual. Si el hecho de saber que algo no va a vibrar entre mis cosas me genera más libertad que angustia.
¿No estaría mejor volver a hablar con teléfonos públicos desde las calles? Ahora lo único que se ve y que me da pena mezclada con bronca, es un montón de manos moviendo los dedos como locos sobre un aparatito en cualquier lugar, chateando con ese sistema interno de los teléfonos jodidos y mucha gente que ni sabe de qué color es el cabello de la persona que tiene al lado.
También me da bastante pena que niños y niñas desde los 12 años anden compitiendo entre sí por el equipo que tienen y por el abono que sus padres les pagan. ¿Para qué sorete necesita un blackberry un pendejo? Que tenga un teléfono para poder comunicarse con los padres, podría entenderlo si me lo propongo. Pero de ahí al blackberry, cómo se les va la mano a muchos…
Igual, el propósito de la larga introducción comunicacional fue simplemente para pedirle a las empresas que, junto con la portabilidad, implementen el servicio “Me llamas si yo quiero”. Porque esta nueva moda de tener números “amigos” me está cagando la vida. Hay mucha gente que se cree “amiga” y que te agrega como un número al cual llamar sin cargo y termina rompiéndote soberanamente las bolas. A mí, ¿me consultaron si quería recibir llamados de un fulano cada 5 minutos? Porque el abuso abunda en esta sociedad y como las llamadas son gratuitas, varios hinchapelotas se creen con derecho a llamarte cada 5 minutos y hablarte pelotudeces para justificar el abono que pagan.
Bueno señores dueños de empresas de telefonía celular, además de robarme durante 14 años y de forzarme a cambiar mi número para abaratar costos, ustedes son los culpables de que cierta gente me rompa los huevos todos los días. Así que quiero dar la baja de mi línea, por culpa y responsabilidad del servicio de mierda de número amigo que le dan a cualquiera, sin chequear siquiera si es o no es mi amigo. Armen un registro de amigos de clientes antes de ofrecer el servicio y pongan en mi legajo de datos: no tiene amigos ni quiere tenerlos!

viernes, 17 de febrero de 2012

La cara de culo confunde

Posta que tengo cara de que me encanta que me cuenten mierdas y cosas totalmente inoportunas y que me chupan bien un huevo. No dormí mucho anoche, con lo cual me viene bárbaro que en este trabajo todo el mundo llegue a la hora que se le canta. Porque yo llego a horario y eso me deja entre 1 y 2 hs de soledad necesaria para organizarme mentalmente para manejar soretes. Son las 10 de la mañana, entra a la oficina un compañero que durante el último mes me dirigió la palabra 2 veces y parado frente a mi escritorio -con mi cara de orto que parece ya no frenar nada- me cuenta (él en cursiva, yo en letra común):
-          Qué pesados se ponen los viejos, no quieren hacer nada
-          ¿Nada de qué?
-          Nada
-          Bueno, la gente se pone difícil con la edad
-          No
-          …..
-          Anoche le puse a mi vieja 2 pañales. Al de arriba le hago agujeritos para que pase, para que absorba más. Entonces…
-          ….. (mucha cara de orto)
-          … tengo que ponerle unas cintas más grandes para que suba y calce…
-          ….. (mucha más cara de orto y mirada al horizonte, mientras pienso “¿en serio me estás contando esto?”)
-          … y le digo a mi vieja antes de venirme: ‘ponele la cinta’. Y me pregunta ‘¿a este pañal?’ Y le respondo, ‘a todo el paquete mamá!!’. Y me dice que lo hace a la tarde. Y le pregunto ‘¿por qué? ¿ahora qué tenes que hacer?’ Jajajajajajaja
-          ….
-          ….
-          ….
Me estás tomando el pelo, ¿no? ¿Tan hijo de puta sos o pelotudo en exceso? ¿Realmente crees que me importa ALGO lo que me estás contando? ¿Respetas un chiquitín tu intimidad como para guardarte algo o contas también qué haces vos cuando vas al baño?
La puta madre, es viernes y estoy a punto de irme de vacaciones, porque de lo contrario ya hubiera cagado a trompadas a este sorete. No creo que exista otra persona a la que tanta gente le cuente de los pañales y mierdas de todos sus parientes.
Hola!!!!! Este no es el baño!!!! Que tenga cara de orto todo el tiempo no implica que tenga que bancarme las anécdotas escatológicas del mundo, no!!!! Significa que no te banco y que no quiero que me hables nunca más, sorete!

miércoles, 15 de febrero de 2012

Banquemos a los guardavidas

El calor roza lo insoportable unos minutos después de las 10 de la mañana y de fondo se escucha “Oh, my love…”, canción que hizo famosa a la película “Ghost, la sombra del amor” ¿o fue al revés?
No importa, el caso es que es demasiado temprano para que me ponga de mal humor, pero la sola alusión al tema ya me rompe las pelotas.
Al rato escucho que el conductor de radio invita a los oyentes a comunicarse y contarnos a todos, incluso a mí que me importa tres carajos, cómo se conocieron los tortolitos de turno. Cambio, no voy a ser parte de esto. Chequeo mis mails. Todas las ofertas en los sitios de descuento en internet están relacionadas con la fecha. ¿Eso no debiera bastar para subrayar mi punto? ¿Cuál es mi punto? Que todas estas fechas son producto de la mierda comercial que importamos y que no debiéramos adherir a ella, cuando ni siquiera sabemos quién mierda era San Valentín!
Sí, lo contaron 100 veces ayer, pero por una razón u otra el destino no quiso que escuchara la historia. Así que la busqué en internet. Lo primero que encuentro es que San Valentín es una celebración tradicional de origen anglosajón. Bien! Qué bueno importar mierda! Lo siguiente que leo es que en algunos países se celebra como el día de la amistad y el amor. Por favor, por el bien de mis nervios, otro día del amigo no!!!
Y finalmente lo encuentro: San Valentín era un sacerdote que celebraba matrimonios en secreto, porque los mismos habían sido prohibidos por el Emperador, que sostenía que los soldados solteros eran mejores guerreros.
Bien, de ahí vamos directamente a la docena de flores al triple del precio habitual, a la publicidad estúpida de chocolates, en un día en el que hay alerta por el calor y nadie con dos neuronas en funcionamiento se comería un chocolate, ni comprado ni regalado.
Y si nos ponemos bien jodidos, tendríamos que pensar un poco más si San Valentín merece la pena tanto festejo. Por algo era sacerdote. Nunca se habrá casado, con lo cual nunca realmente supo si hacía un bien o les cagaba la vida a muchos hombres y mujeres con su trasgresión a las órdenes del emperador. Habria que haber rastreado años más tarde a aquellos rebeldes que fueron unidos en matrimonio por este señor y ver cuán contentos estaban.
En la televisión pasan las notas de mierda de siempre, donde le preguntan a la mujer qué le gustaría que le regalara su novio, qué hace si su novio se olvida de la fecha –algo prácticamente imposible, porque hasta una casa de rulemanes tiene alguna alusión al día-, cuánto hace que está de novia y millones de otras preguntas pelotudas que no le cambian la vida a nadie.
También habrá que bancarse todas las canciones de mierda que pasen en la radio, todos los saludos que se hagan entre sí los amantes y todas las quejas de aquellas mujeres solteras. Los móviles en vivo visitarán las plazas de la ciudad, en busca de alguna pareja que camine de la mano; recorrerán los registros civiles porque el mundo está lleno de gente que piensa que ¿la pareja durará más? si se casa un 14 de febrero y finalizará la expedición pelotuda del amor, visitando algún bar en el que un par de mujeres, borrachas quizá, saluden a la cámara. No importará la razón que haya reunido a estas dos mujeres, en televisión dirán que están tristes porque están solas, porque solo las mujeres nos ponemos tristes y solo a nosotras nos afecta la soledad el día de San Valentín.
Camino a casa y pensando en jamás festejar semejante día marketinero, me crucé con varios hombres que se escondían detrás de un inmenso ramo de flores y me pregunté hasta dónde el regalo sería sincero y desde dónde sólo se iba a hacer para impedir reproches o comparaciones odiosas del estilo de “a Marina el novio le regaló un ramo de flores y la llevó a cenar y vos ni feliz día me dijiste!”.
Tuve que sufrir la desgracia de ser saludada por el día de “los enamorados” por alguien que no es mi media naranja, solo porque “vos estás enamorada”. Mierda! Es como el día del amigo, una plaga incontrolable!!!
Es obvio que este día me provoca urticaria. Lo que sí me gustaría decirles a los solteros, más allá de eso, es que si siguen puteando porque están solos el 14 de febrero, la cosa se va a propagar cada vez más, hasta volverse incontrolable. Sin ir más lejos, en los diarios digitales publicaron fotos de “El día de San Valentín en el Mundo” y se podía observar a un montón de parejas, rodeadas de globos con forma de corazón, con osos de peluche en la mano, casándose en grupo o rodeados de flores. Cada foto tenía en su título el nombre de un país distinto y todas parecían tomadas aquí a la vuelta. ¿Tan necesario es todo esto? ¿Es contagiosa la pelotudez desmedida?
Así que, por favor, no continúen con la “campaña” de llanto y lamento por la soledad vivida en un día de mierda como este. En su lugar y como plantearon en alguna publicidad ‘cool’, festejen el día del guardavidas y no rompan más las pelotas con la idea de que el 13 de febrero sea el día de los solteros, porque los "enamorados" redoblarán la apuesta y febrero se va a convertir en el mes del amor y ese día me mudo de planeta!
¿El día del rompe bolas cuándo carajo es?
Y la estúpida de la radio, hoy miércoles, nos desea buen día y que no se corte “esta onda del amor”.