Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

viernes, 22 de junio de 2012

Llamalo a Cachito nomás

Tras que soy bastante nerviosita sin contar el entorno, mi jefa se empeña en agregar personajes a esta parodia que es la oficina, en la que vivimos más tiempo que en nuestras casas y con gente que nos ve más que cualquier otra persona en el mundo (dejo de lado a los espías y psicópatas, que nos deben ver mucho más tiempo, pero de los que no podemos dar cuenta).
Hace algo más de dos meses ingresó una nueva persona a la oficina. En realidad ingresaron varias, pero una pasó a ocupar el escritorio que yo había dejado tiempo atrás, luego de una pelea con un compañero por el exceso de aire acondicionado en mi espalda. Sí, ya sé, es complicado imaginarme peleando con alguien. Pero lo hago a veces.
Pues bien, mi jefa ha hecho un trabajo de puta madre porque ha encontrado la pieza que le faltaba a este sector, para convertirse en una auténtica casa de excentricidades y reliquias de la vida diaria.
Para empezar, la nueva integrante (cuyos datos no revelaré por miedo a represalias) tiene nombre de país, segundo nombre de continente y apellido de color. Si hay algo jodido en este mundo, son los padres a la hora de ponerles nombre a sus hijos. Y a esta la re cagaron. Llamémosla Rosa entre nosotros; es un color y un nombre, así que vamos con esa.
Rosa tiene un andar que ya de por sí te da ganas de empujarla o de dormirte esperando a que llegue a donde estás. Pongámosle que llega y te saluda, ¡my god! El saludo es algo que no espero para nada. Te apoya la mejilla en tu mejilla, pero no te saluda con un beso. Digo yo, ¿para qué sorete se gasta? Si yo no saludo a nadie con beso, apenas digo ‘hola’ de lejos.
Se sienta y enseguida relata lo que hace y lo que hará. “Bueno, ya prendimos la máquina y ahora vamos a preparar un cafecito…..”. Un detalle importante que me saca de quicio (como si fuera lo único...) es su constante manía por decir todo en diminutivo. Ey vieja, estamos en una oficina, no en la sala de un jardín de infantes, acá tomamos té y café, si queres cafecito pedilo en otro lado!
Y entonces relata que a ella a X hora el cuerpo le ‘pide’ un cafecito. Nadie le responde porque es harto pesada y porque a nadie le importa qué le pide el cuerpo a ella.
En determinado momento se cansa y se calla. Pero donde siente que alguien comienza a hablar, se pone a hablar encima y hace preguntas que nadie responde, como si fuera ella el interlocutor único de la conversación de la que no forma parte.
Cuando no puede hacer algo, te llama diciendo “vení un cachito”… Mirá vieja, Cachito está en el taller mecánico y yo no te di confianza ni me convertí en tu secretaria de un día para el otro. Así que si necesitas algo, veni vos y si no arreglate sola!
Un día le tuve que decir 5 veces en qué lugar del teclado se encontraba el @, hasta que me paré y le hice una demostración práctica. Siempre hace las mismas putas preguntas, todas las mañanas se levanta de su silla, viene hacia mi escritorio y dice entre dientes “te saco un cachito” y se lleva un pedazo de cinta adhesiva o un marcador o una lapicera. T-o-d-a-s l-a-s  m-a-ñ-a-n-a-s!!!! Eso es igual a 5 días a la semana. Ahora, digo yo una cosa, ¿qué sorete haces con las cosas que te dieron a vos???? ¿Te comiste la cinta y usaste el marcador para mezclar el azúcar en el ‘cafecito’? ¿Sabes cómo lo tenes a ‘Cachito’ nombrándolo a cada rato?
Y ayer creo que reventé. Llegué a la oficina más temprano que nadie y me puse a sacar fotocopias, sin hincharle las bolas más que a la impresora. Llegó Rosita, jaja, saludó y siguió para la oficina. A los 10 minutos aparecí yo y con su caminar lleno de gracia vino y estiró la cara para darme un ‘no beso’. Reaccioné con un ‘ya te saludé’, pero Rosa no lo recordaba. Le expliqué que me había dicho “Hola” cuando ingresó y me dijo no recordarlo. Al rato volví a sacar fotocopias y la vi venir a ella. Pegó su brazo al mío y yo solo la miré. Me preguntó “¿estás sacando copias?”…no, estoy preparando los pochoclos para la película Rosa, ¿vas a hacer muchas preguntas pelotudas?
“Yo vengo a buscar una copia que mandé a imprimir”; “Ah”. Acto seguido se traba una hoja en la puta máquina y empiezo a putear y a tratar de destrabarla y de hacerla andar. Me mira y le digo que vuelva a la oficina, que le alcanzaré la impresión cuando salga. Me dice que no, que se queda. Puteo un poco más y empieza a meterse, a poner sus dedos en la máquina y a ‘intentar ayudar’. Mi paciencia llega al límite máximo y agoto el ex de paciencia para casos de urgencia en un día en ayunas y le digo “la estas rompiendo” y cancelo mis copias y me voy.
Pensé que mi forma de dirigirme a ella la iba a persuadir de no volver a hablarme. Pensé que iba a darse cuenta de lo odiosa que soy, de lo jodida, intolerante, antipática y mala compañera que puedo llegar a ser.
Y la vi venir y hasta me compadecí por ella y su imposibilidad futura de relacionarse conmigo. Y me devolvió la mirada y me dijo “Bueeeno, ahora me voy a tomar un cafeciiiiito”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja
muy bueno...as usual...casi todos los dias chequeo a ver si hay algo nuevo, pero parece q estas medio vaga para hacer un blog mas continuo como antes...y si te tomas un cafecito?

Daniela dijo...

No sabia que Namibia Europa Azul trabajaba con vos! :D (me muero por saber semejante nombre!)