Tenía que ser hoy. No podía ir ni mañana ni pasado mañana. Hoy era el día en el que me iba a tener que comer ese bodrio. Me robaron la licencia de conducir cuando todavía le quedaban dos años de vigencia. Yo no tenía ganas de dar otra vez el examen de manejo; primero, porque no tengo auto y segundo, porque con la licencia que me robaron había manejado una vez en cuatro años y en otra ciudad. Así es que decidí sacarla lo antes posible, que se traduce en la semana que viene. Y uno de los requisitos para obtenerla es ir a la charla a la que fui. Lo único bueno que puedo sacar de esa charla, es el post que estás leyendo y un papel choto con la firma de Mister Manejo Perfecto.
La charla era a las 19 hs. cerca de mi casa y lejos de la oficina. No sé por qué ridícula razón decidí tomar un colectivo que me dejara a mitad de camino, para luego poder hacer el resto caminando y mirando vidrieras. En horario pico es la peor idea que se me pudo ocurrir. Llegué a las 18.45 a mitad de camino, así es que tomé el subte para hacer dos estaciones y llegué 5 minutos antes de que empezara la charla. Yo soy muy puntual, demasiado. Tanto, que me molesta. Por lo tanto y siguiendo la línea errada del día de hoy, decidí ir a comprar un café a la cadena de cafés que más gente tiene a la hora de la merienda. No solo ví la cantidad de gente que estaba amontonada esperando su café, si no que decidí quedarme y arriesgarme a llegar tarde a la charla, total siempre llego primera a todos lados.
Se hicieron las 19.10 cuando arribé al lugar y la charla ya había empezado hacía 10 minutos y detrás de mí cerraron con llave, en señal de "hasta aquí era tardanza tolerable". Ya no quedaban sillas visibles para usar, así es que me quedé parada un rato... ¿por qué todos me miran? Yo siempre soy puntual y elegí el día equivocado para no serlo!
Siempre supuse que la charla iba a ser aburrida. La había hecho hacía cuatro años y recordaba que nos habían pasado un video horrible en el que todos chocaban y se veía mucha sangre. Desde mi punto de vista, una forma un poco violenta de crear conciencia.
Hoy, para 'suerte' de los alrededor de 70 futuros conductores que estábamos ahí, estaba Mister Manejo Perfecto para asesorarnos. Ya estaba hablando cuando yo llegué, así es que no sé con qué abrió la charla, pero ahora estaba exigiendo que "adivináramos" las respuestas a lo que preguntaba.
Se quejó durante toda la charla de la falta de participación de la gente, pero cuando alguien decidía participar, él decía “vos no” o “callate ahora” o “no me interrumpas” o “no tenes idea”. Lo bueno es que la única oportunidad en la que junté fuerza de voluntad en mi día equívoco, me equivoqué al dar la respuesta pero Mister Manejo Perfecto no me escuchó.
El resto de la charla, que duró 30 minutos de monólogo y estadísticas al pedo y 20 de preguntas pelotudas, me dediqué a retener la mayor cantidad de datos posibles, para compartirlos con ustedes.
Por ejemplo, Mister Manejo Perfecto condena a todo aquel conductor que supere la velocidad máxima, pero se refiere aquel que anda a poca velocidad como el “tarado” o el “infeliz”. Bien, ahora me toca a mí evaluar si quiero quedar entre los “tarados” o entre los que violan la ley.
Si respondías una pregunta de manera incorrecta, soltaba un efusivo "nada que ver!" y siempre había algún chupamedias que intentaba enmendar el "error" que otro había cometido, con un comentario pelotudo. Una de las críticas que se escucharon desde la audiencia, fue la creación de las bici sendas. Mister Manejo Perfecto nos instó a sentarnos durante 10 minutos en alguna calle con bici senda, para que viéramos la cantidad de gente que anda en bicicleta y a quien la bici senda le solucionó la vida. Muy bien, pero acto seguido dice que lo malo es que la gente tira basura y las alcantarillas se tapan. ¿Y eso que mierda tiene que ver con el tránsito?
De allí derivamos en los soretes de perro, pasando por los semáforos en amarillo, las sendas peatonales y las veredas rotas. Y un pobre señor de unos 50 años, decide compartir un pensamiento con todos. Y le comenta a Mister Manejo Perfecto que un escritor (que mantiene en el anonimato hasta el final, por insistencia de Mister) ha dicho que se puede escribir una palabra con exactamente todas las letras que forman “argentino”. Yo, que soy atolondrada para adivinar y nunca entiendo la consigna de primera mano, pienso para mí y me respondo que la palabra que se puede armar es “boludo”. Ya sé, nada que ver, pero por eso aclaré que no entiendo consignas de primera mano. Resulta que la palabra que se puede formar es “ignorante” (me los imagino a todos volviendo al renglón en donde escribí “argentino” para comprobarlo). Ahí Mister Manejo Perfecto salta, al mismo momento que se genera un murmullo colectivo, algunas señoras mayores mueven la cabeza en señal de afirmación y un par, como yo, ponen cara de "me quiero ir ya". Salta para decir "si hay algo que a mí no me gusta, es que me llamen ignorante". Hubiera sido interesante contarles que se agarraron a piñas y que yo aproveché para agarrar mi certificado y salir corriendo de ahí, pero no. Una mujer que estaba en la primera fila dijo que era Uruguaya y todos se concentraron en eso y dijeron que en Uruguay se respetan las normas de tránsito, porque Uruguay es un país serio....
La verdad, no sé cuál es la razón por la que existe gente tan al pedo, con tantas ganas de discutir pelotudeces y sobre todo, con una persona que se dirige a los demás apodándolos “tarado”. Me puse nerviosa y empecé a pensar en estrategias para irme, con el certificado. No me iba a ir con las manos vacías luego de haber desperdiciado mi única tarde libre en tremenda ridiculez. No faltó el moscato y la pizza con morrones que Mister Manejo Perfecto puso de ejemplo para la conocida consigna "Si tomas, no manejes" ni la pregunta "¿vos sabes qué es el moscato?" a una chica de 18 años que contesto que no tenía idea de lo que era, ni los prejuicios por las drogas, ni la automedicaciòn en la que incurre el argentino "promedio".
Faltó la típica discusión acerca de la actual gestión de gobierno y lo caros que son los impuestos en la ciudad.
Sobraron los comentarios llenos de órdenes, mala onda y poco contenido. Al finalizar, Mister Manejo Perfecto fue llamando a cada uno de los que habíamos participado de la charla, para ir entregando los certificados de asistencia, prohibiéndonos pararnos hasta tanto no nos nombrara. ¿Y a que no saben? A mi no me nombró, así es que me acerqué y le dije “no me nombró” y me ligué la cagada a pedos, al pedo. Porque él se había comido mi certificado detrás del de otra persona. Fantaseé con la idea de increparlo, contarle lo que opinaba de su charla vacía y mostrarle que yo también podía tener mal humor y ser maleducada. Pero me puse a pensar que no valía la pena, que en realidad yo solo quería mi licencia...