Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

jueves, 19 de abril de 2012

Te quiero pero... me rompes tanto las bolas!!!

Luego de casi un mes de volver a acariciar la soledad hermosa de cantar a los gritos mientras cocino, de bañarme temprano con la puerta del baño abierta de par en par, de “picar” una fruta en lugar de sentarme a cenar, de buenas a primeras veo que todo se va reacomodando a lo que algunos llaman la ‘convivencia’.
Él estuvo de viaje y yo también estuve de viaje, aunque él se haya ido a recorrer el mundo y yo me haya quedado en casa. Y aproveché mi viaje hacia aquellas épocas en las que solo éramos mi gata y yo y rememoré todas las viejas costumbres de mujer sola y ¿feliz? Duró un poquito menos de lo que hubiera necesitado y la soledad fue un lugar cómodo y seguro que tenía fecha de vencimiento. Por eso fue tan bienvenida y tan disfrutada, hasta que ya no quedó ni un poco de jugo para sacarle.
Hoy me encuentro enviando la misma cantidad de mensajes de texto a ese ser humano que volvió, llamándolo la misma cantidad de veces y discutiendo en el mismo tono de voz que antes de que partiera. Lo que no entiendo es por qué no puedo conservar la calma y la paz que mantuve en su ausencia y por qué vuelvo a mecanizar los instrumentos de comunicación con los que cuento. Si cuando él no estuvo yo no necesité de esos llamados para nada ni de esos mensajes para mucho menos….
Lo que más bronca me da es que mientras él no estuvo, tuve momentos de añoranza. Pero hoy me doy cuenta que añoré un imposible, o 2 o 3 imposibles o todos los imposibles, mierda!
Y lo peor es que esos imposibles son sus imposibles. Y mis añoranzas y la conjunción hacen a la discusión y así terminamos enmarañados en los llamados para nada y en los mensajes para mucho menos. Esos imposibles se componen de pequeñas modificaciones de conducta que generan una casi desaparición total del movimiento cuando a mí me moleste ese movimiento. ¿Me explico? Mientras estuve sola no había un ser humano sentado en el sillón que prolijamente dejo cada tarde y ahora hay un ser humano que se sienta ahí, a mirar televisión, a tomar un café, a hacer bricolaje, a jugar con la gata… Y mi sillón se arruga y se ensucia y eso no pasaba cuando yo estaba sola!!
Ahora que no pico de noche y que me siento a cenar a horario, me encuentro con que los platos no han aprendido a ir hacia la mesa, que siempre hay un solo vaso y que la comida se quema si yo no la vigilo. Sí, sí, es imposible pretender la ayuda del otro que construye castillitos en el maldito juego de internet que lo deja hipnotizado a pesar de mis gritos y mis súplicas.
También tengo que dejar la puerta del baño cerrada mientras me ducho, porque hay un ser humano que duerme en el horario en el que yo me levanto y al que le molesta la luz reflejada en la habitación. Ese ser humano es el mismo que de noche puede mantener el televisor prendido hasta la hora que se le cante, a pesar de que a mí me moleste el reflejo de la luz en la habitación. La diferencia entre nosotros dos es que yo presto atención allí donde el otro hace agua.
Ojo, si llega a tener que ser él quien se levante temprano, no va a volar ni una mosca y hasta la gata tendrá que aprender a llorar como un mimo, porque el ser humano necesita descansar.
La excusa al día siguiente será que “estoy cansado, me levanté re temprano”. Sí, sí, a la misma hora que yo me levanto todos los putos días para terminar haciendo todo lo que a vos te impide el cansancio, como si fuera para mí una obligación adquirida por esta antigua y absurda idea del machismo y el feminismo.
La escoba es una animal extraño que habita el patio de la casa, al cual resulta casi imposible el acercamiento. No se tiene noción de la existencia de la lavandina, menos aún de la necesidad de limpiar un baño o una cocina. Esas son cuestiones completamente ajenas al cerebro del otro ser humano, en el que habitan el deseo de comer, el deseo de descansar y el deseo de jugar a los jueguitos. A duras penas y tras muchas discusiones, consigo que “estire” las sábanas, ‘si a la noche la vamos a desarmar de nuevo!’. Dale, entonces tampoco lavemos los platos si los vamos a usar a la noche y no lavemos la ropa, porque también la volveremos a usar y así sucesivamente. Ya que estaos,¿por qué no convertirnos en recicladores de mugre?
Solo un grito lo suficientemente fuerte permite que ese ser humano que dijo extrañarnos y amarnos tanto, vuelva en sí y finalmente guarde la ropa recién lavada y doblada, que tampoco sabe caminar de la cuerda a la cama. Y a ese grito le siguen miles más, hasta el hartazgo, que me recuerdan a mis hermanas, a mí y a mi madre, cuando nosotras las mujeres no hacíamos ningún quehacer doméstico y ella era la que gritaba para que la ayudáramos en algo.
Lo gracioso es que siempre termino siendo la gritona histérica que harto al ser humano con mis demandas. Quisiera por una sola vez en toda mi vida tener la posibilidad de que él encarnara en mí durante 24 hs y viviera en carne propia lo que es estar a 1500 y que nadie te ayude en nada. Porque si se lo cuento piensa que exagero. Y si me ve hacerlo dice que es porque estoy mal de la cabeza, porque soy una obsesiva. La casa está como está porque tiene un mantenimiento encima. Si nos manejáramos con sus ganas y sus tiempos, nos taparía la tierra. Y ni comeríamos, porque la heladera tampoco se llena de comida apretando un botón. De más está decir que el lavarropas es una palabra de origen holandes para ese ser humano, que dice no saber usarlo y que jamás se tomó el trabajo de empezar a aprender… Seguramente soy una más del montón de minas recontra podridas de pedir ayuda que no llega. Solo que me había olvidado que todo esto también venia en el combo del “fueron felices y comieron perdices”.
Y ya te dije mil veces que no tenemos acciones en ninguna compañía eléctrica, así que bienvenido a casa y ¡apagá la luz, carajo!

5 comentarios:

Daniela dijo...

:D quien nos ha visto y quien nos ve, la puta madre...
En mi caso, por lo menos puedo descargar un poco de bronca (mentalmente) en su mamma italiana que le limpio hasta el culo hasta los 30 anios.

Irónica dijo...

Juajuajua!!!! Ojo que este pequeño ser humano con el que convivo no se queda atrás en ese sentido... ¿Serán las madres? ¿Serán ellos? Lo que es seguro, no van a poder con nosotras!! A barrer, mierda!

Romi dijo...

jajaja estoy poniendome al dia de nuevo con tu blog...sos una grosa!!!

Anónimo dijo...

Yo vivo sola y entro y salgo cuando quiero y hago de mi vida un pito. Pero a veces me ataca la soledad y pienso que quiero una pareja, que necesito una pareja YA, pero leyendote me siento feliz de estar como estoy Gracias!!!!!!

Irónica dijo...

No todo es blanco y tampoco negro. La convivencia tiene miles de cosas lindas. Una de ellas es el calorcito del otro ser humano en la cama grande, cuando te vas a dormir. O el despertarte en medio de la noche y notar que te está abrazando y que te acerca hacia sí. Pero bueno, este es un blog que habla de la ironía, no de la vida real, por eso el acento en esas cuestiones vanales -al fin y al cabo- de la convivencia.