Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

martes, 6 de diciembre de 2011

Piensa mal y ¿acertarás? (Conclusión)


*Se recomienda leer "Piensa mal y ¿acertarás? (Antecedentes)"
Coctel de bienvenida al seminario en el que estoy participando. Las dos mujeres que están sentadas a mi lado, charlan entre sí. Miran mi plato de comida, a mí no me miran. Hace un par de minutos se levantaron del lugar que ahora ocupan ellas, una mujer y un hombre que también miraban mi plato de comida, pero que a mí me ignoraron.
Evidentemente, lo que como es más interesante que lo que soy. Estamos en una terraza, con 25 grados de temperatura y un lindo viento para acompañar una copa de vino. Todos los que estamos participando de este evento llevamos el día entero a cuestas, que no es poco.
Me sirven la segunda copa de vino y una de las mujeres me consulta si mi comida está rica. Bien, tengo la posibilidad de hablar, pero tengo la boca llena. Trago y respondo que sí, que está rica. Bien, me maté hablando! Esa respuesta genera la típica charla en la que nos preguntamos de dónde somos y dónde trabajamos. Ellas cuentan que se suponía que volaban en mi mismo vuelo, pero que finalmente las reubicaron en otro. Palabras van, palabras vienen y una de las ellas termina hablando del novio.
No da mayores datos, solo menciona que él es callado. Luego vuelve a nombrarlo y agrega que él es músico. Mmm, yo escucho. Empiezo a tener mis sospechas, pero solo escucho. Ella amplía, él es baterista. Luego menciona el barrio en el que él vivía antes de mudarse con ella…
Shit, esta puta sale con mi ex! Mientras ella sigue contando pelotudeces de su puta vida privada que a nadie pueden interesarle, yo le hago señas al mozo para que vuelva a llenar mi copa. La escucho y le saco una radiografía con la mirada.
Sigue hablando, ¿qué sorete le vio? Bastante a menos se tiró si está con ésta… Bueno, a falta de pan… ¿Hace cuánto que están juntos? Hijo de puta! Ni a los talones me llega esta turra de cuarta!
Cuando ella le cuente que me vio acá, él no lo va a poder creer.
Entonces llega mi turno para hablar. Aguardo el espacio de silencio y arremeto. No recuerdo qué digo, pero espero que sea algo bueno si esta puta se lo va a contar a mi ex.
No lo puedo creer, ¿tan pronto se olvidó de mí? Sí, ya sé, él me dejó hace 6 años porque ya no me amaba, pero ¿tan pronto se olvidó de mí?.
Ironía y vino, ¡qué buenos compañeros! ¿Hay fuegos artificiales también? ¿Tan pronto se le fue el amor a ese hijo de puta? ¿Y a esta turra de dónde la sacó? De pronto se representa la escena en mi cabeza: ni bien se levante voy a estirar mi pierna para que se la lleve por delante y caiga y se dé la jeta contra el piso. Es fea, pensé que la mujer que ocupara mi lugar iba a valer mis días de llanto desconsolado.
Puta madre, ¿por eso me tocó el asiento vacío en el avión? ¿Cómo es? ¿Una buena y al toque un golpe bien bajo? Hubiera preferido viajar con alguien al lado y si era necesario, que roncara!
Ella sigue hablando, no la aguanto más, parece una radio. Ahora cuenta cómo lo conoció: fue en un supermercado chino, qué romántico pelotuda! Ella había comprado un somier –porque seguro ya le había echado el ojo a él- y, una tarde de sábado, se había quedado charlando con el fletero que lo había llevado a su casa –qué simpática y qué dada sos, seguro que al fletero también te lo querías garchar-. Esa misma noche tenía un cumpleaños –vida social a full- y no tenía cambio para el taxi –le va a reventar la billetera-. Entonces el fletero le sugirió que fuera al supermercado chino, porque ahí siempre tienen cambio.
Hijos de puta, ¡el chino que estaba a la vuelta de su departamento, al que íbamos juntos! Y la turra sigue hablando y cuenta que entonces fue al chino y ahí estaba él y ¡oh, casualidad!, al día siguiente ella cumplía años. ¿No era que necesitabas cambio, turra? Entonces ella dijo que era su cumpleaños –por lo visto, a ella le encanta que todo el mundo sepa de su vida privada- y él le sugirió que no lo estaba invitando. Ella se hizo la boluda y luego se arrepintió. Pero él al cumpleaños de ella, no fue. ¡Hijos de puta! Si hasta me veo en su departamento, esperando que vuelva del chino con la coca cola y él haciéndose el lindo con otra mina!
Ya no la quiero escuchar, no me interesa lo que esta turra tenga para agregar a esta historia de mierda. 53 años.. ¿qué? Que mi novio tiene 53 años, nos llevamos casi 20 años, pero no se nota la diferencia. Y tenemos un perro.
¿Un perro? Qué lindo, ¿cómo se llama el pichicho?....
Esta mina me cae muy bien! Mozo!
Y el resto de la noche transcurre, entre diálogos con una mina copada y un par de copas de más de un buen vino. Y me queda toda la semana en la ciudad y a ella también. Quién me dice, podemos llegar a ser grandes amigas. Cuanta gente de mierda dando vueltas por ahí y yo tengo la fortuna de poder conocer a una mina como esta. ¡Alguna vez me tenía que tocar a mí!
 

3 comentarios:

Nat dijo...

Menos mal que no crees en las conspiraciones del universo... ja ja! No puedo creer que tengas esa suerte de perros tan terrible! Y ella, ya sabe quién eres? Me parece más interesante si no lo sabe. Ja ja! Reitero que me gusta mucho como escribes, a pesar de que tengan que pasarte cosas tan terribles para que puedas entretener a tu audiencia virtual.

Irónica dijo...

Nat! Ella no era la novia de mi ex, fue toda una tétrica historia que se metió en mi cabeza como consecuencia del vino!!!
A decir verdad, si mañana me cruzo con la novia de mi ex, voy a estar contenta, porque entonces no me dejó porque era gay, me dejó porque no me quería!!! (esta es otra ironía, eh!)

Anónimo dijo...

te banco...sos lo más!