Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

jueves, 22 de diciembre de 2011

Algún día te lo iba a decir...

¿Viste la gente que se hace la simpática? Bueno, sí, me molesta. Me jode bastante que me vengan con sonrisitas falsas o que me la jueguen de “amiga”.
Yo tengo perfectamente claro que mi lista de amigas está cerrada, que es casi imposible que se reabra, salvo en el caso de querer pegarle una patada en el orto a alguna de sus integrantes. No tengo miedo de que caerle mal a la gente. Fueron muchos años de terapia y ahora puedo gritar que me cago en lo que piensen los demás de mí.
Pero para algunos no queda claro, por lo que nunca faltan las actitudes “amiguísticas” que lo único que generan en mí son más y más ganas de ser cada día más cabrona y jodida.
Para ser ilustrativa, si me preguntas algo que yo sé que vos sabés, solo por el hecho de intentar una conversación, simplemente te voy a responder “si lo sabes, ¿para qué me preguntas?” o voy a recurrir al “ni idea” y vas a quedar más pintada que de costumbre.
Si me venis a contar alguna anécdota que intenta ser interesante y a mí no hay cosa que me importe menos que tu vida, voy a decirte cuando estés terminando el relato “discúlpame, estaba concentrada y no te escuché” y solo si sos muyyyyyyy perseverante, vas a volver a empezar tu relato. De lo contrario, me voy a haber ahorrado opinar sobre algo que me chupa un huevo.
Si me saludas con una sonrisa amplia, apenas voy a abrir mi boca para esbozar un “hola” y si me llegas a decir “besiiiiiito” por teléfono o, peor aún, en persona, voy a enloquecer hasta el punto de querer golpearte.
No me cambia la vida tu simpatía; es más, sé que no sos simpática y que sos más falsa que billete de 3 pesos, así es que ahorrátela conmigo. A otros andá a venderles lo que tengas, a mí ni prestado me das algo. Tu sonrisa te la metes bien en el orto y tus anécdotas escribilas en alguna hojita borrador.
Para darte conmigo o poder llegar, algún día quizá, a ganar mi amistad, tenes que caminarla y, fundamentalmente, no romperme las pelotas.
Y vos no cumplis con ese requisito ineludible, porque vos sos una hinchapelotas insostenible.
Así es que dedicale tu sonrisita a tu vieja y a mí dejame hacer mi vida en paz, forra!








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