Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

lunes, 21 de noviembre de 2011

Me sacan, me sacan!

Hay frases que me transforman como al increíble Hulk. Me pongo verde, roja, violeta de furia. Las escucho bastante seguido y trato de tragar saliva y sonreír, o bien, de utilizar la ironía para no morir en el intento de sortear boludos con lengua larga.
Están las frases que uno recibe de parte de quienes creen conocerlo y que distan mucho de sugerir algo que nos deje en un lugar medianamente “copado” y se acerca bastante a un insulto encubierto.
Si la frase se relaciona directamente con lo que el otro supone que es un rasgo de tu personalidad –que claramente no lo es- irá acompañada de una media sonrisa o una risita o de un golpecito en tu brazo, en señal de “paz” o de “amistad” inexistente.
Me canso de escuchar de gente que lo único que conoce es mi nombre, frases tales como: “Vos que….”, ‘tal cosa’ que te define mal, según lo que la otra persona cree que vos sos. Por ejemplo, “vos que sos tan obsesiva”, “vos que sos re histérica con la ropa”, “a vos que te encanta hablar a la mañana”. Sí sí, soy obsesiva, re histérica con la ropa y me encanta hablar a la mañana. Dale, seguí pegándole con tus vaticinios que te estás ganando una persona que en poquito tiempo va a hablar pestes de vos.
Hay otra que me genera tanta violencia que se me presenta la imagen en cámara lenta… Estoy tomando a la persona por los hombros y la zamarreo contra la pared, la cabeza se mueve hacia atrás y hacia adelante y queda totalmente despeinada y desorbitada. La persona acaba de decirme, luego de enterarse de cualquier evento en mi vida, “No te podes quejar”.
¿A mí? ¿A mí me vas a venir a decir que no me puedo quejar? ¿Para qué mierda vivo entonces? ¿Vos me viste cara de pelotuda? ¿Te pensas que porque me puedo tomar un día por estudio que me corresponde por ley, no tengo derecho a quejarme? ¿En serio crees que porque no llovió el día que había planeado ir de picnic no me puedo quejar? En este mundo, TODOS los seres humanos se quejan, los animales se quejan, el día que logremos entender a los vegetales comprobaremos que ellos también se quejan! Y porque a mí me salió una bien, ¿no me puedo quejar? Dejame de joder, me voy a quejar el triple si me seguís rompiendo las bolas con que no me puedo quejar. Yo me quejo si quiero y si no quiero, me quejo igual.
La tercera frase que me hace pensar en que ese día no debí haber salido de la cama, es la frase que algunas personas pronuncian cuando están contando algo de sí. Te cuentan la anécdota, te dan un par de datos de un momento, un tiempo, un lugar, un interlocutor y te la tiran, sin anestesia: “Viste como soy yo”… y siguen hablando. No, no vi cómo sos vos, ¿cómo carajo sos? ¿Se supone que ahora tengo que llenar ese silencio que dejaste después de afirmar algo que no está dado? Digo, lo único que veo es que vos crees que yo tengo que saber cómo actuas en todas las putas situaciones que se te presentan. Bueno, te cuento que no estudié para leer pensamientos ni para poder predecir el futuro, ni para hacer deducciones lógicas con datos que no tengo y justo hoy, mirá que puta suerte, se me rompió la bola de cristal. Así es que si querés que “vea” como sos vos, decímelo. Porque podes ser de 20 mil distintas putas maneras de acuerdo con la situación que se te presente. Y si queres que sepa como sos vos, decime como sos porque las adivinanzas en esta vida las hago yo.
Por último, porque no quiero robarte tiempo (viste como soy yo) y para que no pierdas toda la tarde leyendo (no te podes quejar) te cuento la frase que me dijeron hoy y por la que creí que iba a terminar usando mi puño por 1° vez. Salgo de la pileta, tengo que comprar mi almuerzo y no tengo dinero. ¿Qué hice? Sí, fui a un cajero –vos que sos re vivo, seguro adivinaste-. Cuando entré había un viejo intentando hacer andar uno de los 3 cajeros del banco. Se ve que no tuvo suerte, porque no pudo realizar la operación y volvió al principio de la fila, o sea, delante de mí. Bien, pensé, no anda. Listo, ahí finalizó mi análisis, no había mucho más para pensar. O sí, qué iba a comer. Pero en relación con el cajero, nada. Pues bien, dos cajeros estaban vacíos y un tercero, ocupado. Entró una chica, se paró detrás de mí y le preguntó al viejo “¿esos no andan?”(Se ve que yo soy invisible) “no”, contestó el viejo y agregó “Acá hay algo raro”…. “cuando hay 3 cajeros y 2 no funcionan, hay algo raro”.
Cric-cric-cric-.
¡La puta madre, señor! ¿Qué es lo que le resulta raro? Porque yo no entiendo demasiado de administración ni de matemáticas, pero cuando hay 3 cajeros y 2 no andan, lo único que hay es UN puto cajero que funciona! ¿No podemos quedarnos todos callados en la fila, esperando nuestro turno en lugar de comenzar con las teorías apocalípticas pelotudas de cómo el país y el mundo se van a la mierda y qué se yo cuánto más? ¿Por qué siempre tiene que haber alguien, mínimo una persona por entorno, que crea que el mundo se va a la mierda ante el menor acontecimiento desalineado? ¿Por qué no pensar que se rompieron 2 cajeros y que en este momento los técnicos no están disponibles, en lugar de pensar que en 5 minutos todos los cajeros de América van a quedar completamente vacíos?
El señor hizo su operación y, supongo que gracias a que tengo cara de pelotuda, antes de irse me aclaró a mí, que estaba primera en la fila: “ese sí anda”. Chocolate por la noticia señor!! ¿Se cree que me iba a quedar esperando por las dudas?
Puta madre, ya no se puede confiar en nadie….




viernes, 11 de noviembre de 2011

A mí la armonía se me va a la mierda enseguida...

Hubo un 01 del 01 del 01, un 02 del 02 del 02, un 03 del 03 del 03 y si tenes más de 10 años, los viviste, los transitaste a todos y cada uno de esos días.
Hoy es 11 del 11 del 11, guau, me cago en la originalidad. El tema es que esta especie de boludez de presagio mezclada con posibilidad de fin del mundo trucha, es poco menos que un día común. Analicemos un poco más la fecha: hoy es día 11 del mes 11 del año 2011. Epa, ¿qué pasó ahí? Yo veo dos intrusos, el 2 y el 0. En cambio, podría haber esperado que la gente se reuniera en el cerro Uritorco el 11 del 02 del 2011 o que hubiera resultado imposible casarse, porque la gente no solo elige los martes 13 para casarse y para refutar teorías baratas, si no también las fechas capicúas. Y esa gente, es gente como yo. Gente ‘contreras’, que se pasa las teorías por el culo y no le da bola a la gente que pierde el tiempo pasando por una agencia de lotería para jugarle al 11.
¿Por qué no ser más arriesgado y jugarle mañana al 12? Apuesto a que nadie va a apostar a esa. Por suerte el año solo tiene 12 meses, con lo cual nos queda solo un año más de pavada supersticiosa.
Aunque Ud. no lo crea, hoy miré el reloj de mi teléfono celular a las 11.11. Y eran las 11.11 de la mañana; ya a la noche no vale mirar, porque el número va a ser 23.11.
Miré el reloj y ¿saben qué? No pasó nada, absolutamente nada. Seguí haciendo la actividad grupal del orto en el posgrado. Una hora más tarde me informaron que me habían reprobado en un examen, ¿eso cuenta como un evento del más allá, del fin del mundo o de la puta que lo parió? Porque si es así, a mi el 11 me falló y la buena energía y la armonía se me fueron a la misma mierda.
Se nota que quedan pocas noticias por contar, porque los canales de televisión solo se ocupan de entrevistar a pelotudos que presagian boludeces de las que el año que viene, el 12 del 12 del 12, nadie se va a acordar. Además, ya vaticinaron 200 mil veces este año que se iba a acabar el mundo y no creo que muchos tengan eso en mente hoy.
Yo en cambio tengo en un rincón de recuerdos pelotudos e inservibles en mi cabeza, al lado de las fechas de cumpleaños de todos mis compañeros de escuela, cada nota pelotuda que se ha mostrado en un canal de televisión o que ha tenido un espacio en algún diario o revista. Recuerdo los ovnis que no fueron, las previas al 1º de enero del año 2000, los casamientos y vuelos los martes 13 y cuantas pavadas más.
Vos, ¿formas parte de esa gente? Digo yo, en lugar de perder tiempo pensando en que quizá esta noche se acaba el mundo, ¿por qué no salir a gastar los pocos o muchos mangos que se tengan, a compartir un rato con la gente que te cae bien o a tomarte una botella entera de vino del pico?
Yo decidir salir a comer afuera para festejar este “no” evento en mi vida, así es que acabo de terminar de barrer el patio y en un rato me siento a mirar el cielo y a disfrutar de ser parte de la nada del 11 del 11 del 11, que voy a vivir solo esta vez, porque se da cada 100 años.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿Por qué? Por qué? ¿POR QUÉ?!!!!!!!

Me pongo furiosa, los cachetes se tornan rojos, me empaco como si tuviera 5 años y pongo la peor cara de orto que tenga a mi alcance.
No quiero hacer trabajo en grupo. No me gusta. No lo soporto. Me revienta que me obliguen a socializar. Yo estoy haciendo un posgrado en el que me hice de UNA compañera. Y charlo, muy de vez en cuando, con 3 o 4 compañeros más, pero hasta ahí.
La semana pasada apareció una profesora nueva, dispuesta a cagarme la vida. Nos pidió que nos juntáramos de a 4 o 5 personas y que nos pusiéramos un nombre para poder trabajar todas las clases juntos. ¿Por qué? No lo entiendo, ¿cuál es la necesidad de hacer todo en grupo? ¿Lo hace el profesor para facilitarse la vida? ¿Lo hace porque alguien le contó que voy a morir de un ataque de furia?
En primer lugar me rompe las bolas que durante 2 horas un tipo al que le pagan un sueldo, se dedique a mirarte mientras vos discutis casos de mierda con tus compañeros. Ya juntarme con gente a la que no conozco ni me interesa conocer, es todo un esfuerzo. Pero además, ¿es necesario marcar este hito en mi historia universitaria con un nombre para el grupo? Ok, llamémonos ‘las primas’, que todo el mundo sepa que no nos tomamos esto en serio y ojalá a fin de año nos pidan que pasemos al frente, como en el colegio, a hacer una representación del nombre del grupo. No me van a querer ver nunca más en sus vidas cuando me aparezca con las calzas turquesas, la musculosa amarilla y cante con mucha desafinación “yo tengo una prima, que se llama Lupita!”.
Desde el momento en que la manada de alumnos sigue a la profesora , infiero que las últimas 2 horas (horas reloj) de cada clase voy a tener que sentarme con un grupo de mujeres con las que –por algo- antes no hablaba y voy a tener que discutir mis puntos de vista con ellas y llegar a alguna conclusión más o menos pensada y fundamentada, para obtener mi nota de concepto.
Ahora bien, ¿por qué tengo que compartir mi nota de concepto con 5 alumnos más? ¿Por qué no puedo sentarme sola, tranquila, leer al ritmo que a mí se me cante y plantear la solución a un caso según mi propio parecer? ¿Acaso cuando me vaya mal en el examen, alguna de mis compañeras de grupo va a transferirme parte de su nota para que no tenga que dar recuperatorio? NO, obvio que no, entonces yo tampoco tengo ganas de compartir mi maldita nota de concepto con ellas.
Convengamos que estos grupos, en la mayoría de los casos, no laburan en clase. La excusa es perfecta para que el profesor no haga más que caminar por el aula o se ponga a corregir o a hacer sus cosas pendientes. Los alumnos, mientras tanto, hablarán de cualquier pelotudez la mayor parte del tiempo y dedicarán los últimos 10 o 15 minutos a la resolución del caso dado.
Entonces, ¿por qué tengo que ser la única perjudicada que no quiere socializar y tiene que hacerlo de todas formas? Así como uno decide si se pone anteojos o no, porque ve más o menos las filminas en clase o lo que el profesor apunta en el pizarrón, así de democrática debiera ser la elección de trabajar en grupo. Si yo no necesito pensar con otro, si puedo sola porque mi cerebro labura 24 hs sin cansancio, si no me interesan un pito las opiniones de los demás, si no quiero ampliar mis conocimientos con experiencias de otros, si no tengo ganas de ser la ‘escritora’ oficial del grupo, si me parece una pelotudez lo que piensa el resto de los integrantes, si yo puedo resolver el caso en 20 minutos y dedicar los 40 restantes a leer una novela que tengo en mi bolso, si la persona designada para leer es muy lenta, si me cae mal la integrante que me toca cada vez que se dirige a mí, si hay una que no deja de chatear con su BlackBerry mientras yo intento pensar en la resolución del caso, ¿Por qué no puedo hacer lo que yo quiero y mandarlos a todos a la mierda? ¿Por qué tengo que tener compañeros? Si ya me borré de la cena de fin de año, si no tengo interés en engrosar mi agenda, si no quiero amigos. ¿Por qué señores? ¿Por qué?
Vine al mundo sola, si hubiera querido un compañero de aventuras, me hubiera esforzado por dividirme en dos en la panza y tendría un mellizo o un gemelo. Odio a la gente, ¿ya lo había dicho? Y a pesar de ello, la próxima clase voy a tener que sentarme a discutir casos con mis enemigos en esta vida; con la gente.