Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

jueves, 27 de octubre de 2011

Yo te lo presto y si te gusta, te lo podes quedar!

Estoy sola en la oficina. Es un placer casi completo, aunque no debo perder la cabeza y tengo que permanecer atenta a que, en cualquier momento, puede llegar alguien que me saque de este lugar de felicidad inmensa.
Mi compañera fue a un curso, mi jefa a un reunión, mi compañero está en uno de sus días de “trámites personales” que se toma 3 o 4 veces por semana. Está bueno, se toma el día entero, ¿para qué escatimar en tiempo de ocio si puede no laburar directamente?
Es tan odioso que te dan ganas de escupirlo en la cara. El tipo se dedica a hacer negocios inmobiliarios como trabajo secundario al que tiene acá. Construye o algo así. En la oficina cumplimos horario de 9 hs, como en la mayoría de las oficinas en esta ciudad. El tipo entra 2 hs y media (promedio) más tarde que todos, prende su computadora, se sorbe un café y se levanta para ir a la puerta a fumar un cigarrillo . La fumata le toma una media hora. Vuelve a subir y a los 10 minutos anuncia que se va a almorzar. Sí, almuerza más temprano que nadie, pero vuelve a la misma hora que todos, con lo que su almuerzo dura un mínimo de 2 horas y media. Muchos días tiene que ir a hacer un “trámite al banco”, con lo que su horario de “almuerzo” puede llegar a durar 4 horitas.
El tipo tiene la edad de mi viejo (¡adivinala!), está casado, tiene 3 hijos tan piolas como él y por supuesto, su mujer es casi 20 años menor y se fijó en él, por lo canchero y lo “fachero”. Aclaro que todas estas apreciaciones son de él y no mías. Se la pasa contando lo "cojedor" que era de joven y lo irresistible que le resulta a las mujeres (¿de Marte?).
Cuando vuelve del almuerzo extendido, se trae otro café para sorber, a veces estira las piernas y duerme una mini siesta delante de nosotros y otras, se pone a hablar por teléfono. Por lo general, sus llamados son a agencias de viaje en la búsqueda de algún paquete para sus próximas vacaciones, a algún amigo para contarle el viaje que quiere hacer o a algún call center de alguna tarjeta de crédito, para canjear sus puntos por pasajes aéreos. Si llama a su madre, es para hablar 1 minuto, para decirle que no puede ir a verla porque está "muy ocupado" y para luego cortar y putearla.
Convengamos, este tipo labura como nadie. Dos horas antes de que termine la jornada, se para, da un par de vueltas, si tiene ganas baja a fumar y si no tiene ganas, directamente se va a la casa.
En definitiva, las horas que pasa en su lugar de trabajo no son más de 3. Obviamente, el tipo cobra más del doble de mi sueldo. ¿Mi jefa? Bien, gracias. Parece que el tipo es intocable y él se encarga de demostrarlo por donde vaya.
No solo a eso nos somete a quienes lo vemos a diario, sino también a sus comentarios muy soretes que intenta explicar que son “sin querer”. Uno de esos comentarios es a mi compañera, que no tiene donde caerse muerta, a quien le pregunta al menos una vez por semana: “Si tuvieras 20 mil dólares, ¿te comprarías unos pasajes a Grecia? Porque yo no me decido…”. A mí, que tengo ciertas alergias alimentarias conocidas por mis compañeros, siempre me ofrece algún producto que me da alergia y enseguida agrega: “ah, no, cierto que no podes”.
Los que no tienen desperdicio son sus comentarios respecto de la clase social baja, de la política y de la sociedad en general. Prejuicios le sobran, podría venderlos y llenarse de guita para seguir viajando a Grecia. Tiene un GPS personal, que le permite determinar quién de nosotros es vivo, quién sabe, quién es capaz de seducir y ganar, quién va a lograr algo en su vida y a quién le hace falta trabajar. Y siempre, siempre dice que "esto se va a la mierda" y que hay que comprar dólares e irse a vivir a otro lado. Es el hombre apocalíptico por excelencia.
Concluyendo, una verdadera pinturita como esta debería compartirse. Nadie puede pasar por esta vida sin encontrarse con una valor humano de tanta calidad. Yo quiero compartirlo, no me gusta la avaricia. Por lo que, invito a mis lectores a confirmarme si tienen un puesto vacante en sus lugares de trabajo y les mando esta joyita con GPS y todo.
Que terminen bien la semana, yo no podré hacer nada, porque tengo que hacer de cuenta que estudio!

jueves, 20 de octubre de 2011

Cruzadas sin onda

Si hay algo que detesto, es cruzarme con gente conocida. Lo bueno de las ciudades grandes como Buenos Aires, es que existen escasas -cuando no nulas- posibilidades de cruzarte con alguien.
Pues bien, heme aquí para burlar esa posibilidad y ser la puta excepción a la regla. Recuerdo hace años que me había dejado mi novio y yo estaba muy triste y muy deprimida. No quise festejar mi cumpleaños, no por depresión, sino porque no me gusta hacerlo (eso ya lo conté). Y luego de mucho tiempo encerrada, accedí a ir al teatro con una amiga. La obra estuvo buena, yo me distendí y cuando salí de la sala, sí, obvio, el muy hijo de puta había ido a ver la obra siguiente.
Puede pasar, puede fallar. Lo tuve que saludar, porque estaba en mi camino hacia la salida. Obviamente que esas situaciones son una mierda por donde se las mire, porque inevitablemente me pongo nerviosa, me tiemblan las manos, los cachetes se tornan de un rojo intenso y la cantidad de boludeces que salen de mi boca son incalculables. Además, pase lo que pase en una situación así, me la voy a reprochar de una manera u otra y voy a sentir que el otro me vio de la manera exactamente contraria a como me hubiera gustado que me viera, en todo sentido.
Por suerte los superé, al momento y a mi ex. Pero no suelo ser amiga de los encontronazos con gente con la que he tenido un problema, una pelea, ni con gente que nunca me cayó bien o de la que no recuerdo su nombre y que recuerda hasta el talle de mi calzado.
Sin embargo y teniendo en cuenta que soy una excepción caminando, en esta ciudad inmensa siempre encuentro la posibilidad de ser vista. Me gustaría ser invisible en esas circunstancias, así puedo mirar yo y a mí nadie me ve. Porque cuando suceden esos encontronazos, afloran todos mis complejos y me defiendo con todos mis prejuicios.
La semana pasada, por ejemplo, tomé el colectivo para ir a trabajar. Está claro que, más allá del maquillaje y de la ropa recién puesta, las 8 de la mañana no es el mejor horario para cruzarte con nadie. Menos aún, si ese alguien es poco querido por vos o es un enemigo o una antigua parte de tu pasado. Igual debo aclarar que me sentí invadida, porque si alguien decidiera hacer un sondeo de la gente que viaja a diario en la línea de colectivo en la que yo viajo, podría saber enseguida que yo tenía más derecho y antigüedad para estar donde estaba y que no era precisamente la intrusa en la situación.
Además, eso de tomarse el colectivo por un par de cuadras me parece de cuarta. La cuestión es que era uno de esos días en los que viajaba sin libro y sin auriculares puestos, por lo que iba atenta al entorno. Y en una de las últimas paradas (¡qué descaro!) escuché un “hasta Florida…” en una voz de pelotuda grande que se hace la seductora y enseguida reconocí a una turra que había sido compañera mía en la primaria y la secundaria y a quién -aclaro al pedo- detesto. Fue como si el tiempo no hubiera pasado, tenía la misma voz de hija de puta de siempre. Y, como era de prever, estaba bien a la moda, como sacada de la Cosmopolitan. Se había hecho ese jopo de onda que también usaba en la secundaria (y que yo nunca usé porque tengo mucho rulo), tenía pantalones del color de onda, un piloto de onda (porque encima llovía), cartera de onda y caminar de onda. Lo que nunca va a tener es onda por sí sola, por eso debe jugar a imitar a las modelitos de la revista. Y la muy puta estaba flaca, tan flaca que me daban ganas de cagarla a palos. No voy a ponerme en un lugar de mierda ni a describir cómo estaba yo. Pero basta con deslizar que afloraban mis complejos y sobraba mi actitud. En ningún momento la miré y ella se cansó de darse vuelta para verme. La mal nacida estaba sentada al lado de la puerta y yo, más atrás, casi al fondo en un asiento que (la puta que lo parió) es más alto que el resto. Y no me equivoco, sigue siendo tan forra como cuando era chica porque, al llegar a la parada, la yegua me esperó a que bajara y bajó detrás de mí. Antes se encargó de mostrarme su sonrisa socarrona, que vi de reojo porque no pensaba darle el gusto de demostrarle que la había visto. Seguramente quería ver que mi culo era más grande que el de ella.
Chocolate por la noticia turra! Me lo hubieras preguntado y te lo decía, ‘sigo teniendo el culo más grande que vos’, pero además de acumular cachete trasero, acumulé un par de cosas más.
¿Vos? ¿Hace mucho te tomás esta línea? Porque esta línea no es para modelitos turras con cara de caballo. La próxima vez que te veo arriba del colectivo… me bajo. Pero me bajo antes de que llegues a verme el culo, grande, pero siempre en alto.
Comprate una onda, turra. Te odio. Y tanto hueso te queda mal, sábelo.

jueves, 13 de octubre de 2011

Tomate un mate chamigo, pero que no sea conmigo

Tomar mate no es de sociable ni de amigos, es de asquerosos. Hace un rato pasé por la cocina de la oficina para cambiarle la yerba al mate y el paquete de yerba no estaba ahí, donde suele estar. Entonces pensé: ‘si le digo al pibe de los mandados que no encuentro la yerba, la va a encontrar él y me va a pedir un mate. Si no le digo, me quedo sin tomar…’. Bien, le dije al pibe de los mandados que la yerba no estaba en su lugar y la buscó y me la dio.  Resultado: me pidió un mate y tuve que convidarle.
Ahora siento arcadas. No quiero compartir mi mate, me da asco compartir mi mate. La bombilla es como una parte íntima de uno y no necesito explicar que todo lo que sube del mate puede volver a bajar al mate, en el proceso de succión que utilizamos para beberlo.
Yo me banco mis fluidos, pero los de los demás no me los banco ni en pedo! Cuando era chica tomaba mate bien de la punta de la bombilla, para evitar tener que chupar el mismo lugar del que chupaban otros. Y tengo un lunar en el labio inferior, que insisto en contar que en realidad es un pedacito de yerba que me quedó de tanto tomar de la punta de la bombilla.
 ¿A quién se le ocurrió crear una bebida tan comunitaria? ¿No podrían haber creado un mate con una bombilla por cada tomador?
Porque puedo sonar ‘fifí’ al plantear que no quiero convidar ni compartir un mate, pero los quiero ver a Uds. enfrentándose a una bombilla llena de restos de galletitas que otro comía mientras tomaba mate y que, muy amablemente, luego te pasó a vos.
No hay mucho más para decir, simplemente quería expresar mi descontento con la bebida. El mate compartido es un asco. La gente que comparte mate es asquerosa. Si comparto mi mate, lo comparto reglas de por medio, que implican la prohibición de dejar restos de comida y/o fluídos en la bombilla y que obligan al tomador a limpiarla antes de devolver el mate al cebador. No me gusta compartirlo y si por eso me convierto en una persona más antisocial, festejo por eso!!!! Y levanto mi mate para brindar por todos los antisociales que no compartimos el mate, porque se nos canta!

miércoles, 12 de octubre de 2011

Resurgir, antes de morir de miedo

Siempre creo que escribiendo voy a poder deshacerme de lo que me estorba y así, voy a poder avanzar. Por eso escribo –principalmente- acerca de las cosas que me molestan y que me doy cuenta que no soluciono hasta que no exteriorizo y expreso.
Entonces voy a probar con estos miedos que me están acorralando en un rincón tan pequeño de mi pequeño ser,  que dificultan mi respiración, me provocan vértigo y me tienen a la deriva.
Últimamente me olvido de parar, al menos una vez al día y de pensar un ratito en mí y regalarme 5 minutos. Últimamente todo sale de manera automática y frenética, con una velocidad que da miedo y que no llego a percibir, porque estoy concentrada en tener todo hecho y todo listo, sin saber para qué.
El problema es que tanto apuro y tanta corrida han comenzado a enfermarme. Y yo no me canso de repetir que no tengo tiempo para enfermarme, por eso sigo y sigo y sigo. No logro llegar a 'saborear' lo que hago, a encontrarle el gustito, la razón por la cual empecé a hacer lo que hago.  
Como no hay tiempo para parar, busco recetas mágicas para quitarme de encima todo lo que no puedo resolver. Pero las cosas se acumulan y acumulan, como las carpetas en mi escritorio y cada vez son más las cuestiones pendientes y cada vez mayores mis miedos.
Estoy encerrada en un placard de una puerta y no me animo a prender el foquito que cuelga con la cadenita que lo enciende, por miedo a encontrar a alguien más ahí. Siento que esta vez no estoy sola ahí, siento que sin darme cuenta arrastré a otra persona y no quiero verla, para no sentirme más culpable de lo que suelo sentirme a diario, por casi nada.
Me tiembla el cuerpo, tengo ganas de llorar, pero nadie lo va a percibir jamás, porque no hay tiempo para eso y porque el miedo no se va a ir por ponerme a llorar.
Me gustaría poder abrir la puerta del placard y salir a la habitación, que la habitación tenga una ventana que yo pueda abrir y que por ella entre aire puro que pueda respirar y un rayo de sol que me permita disfrutar el hoy y pensar en el mañana.
Soy tan infinitamente rica, tan llena de cosas y personas hermosas a mi alrededor, que no entiendo en qué momento y en qué lugar decidí olvidarme de eso y comencé a prestarle atención a las banalidades a las que mucha de la gente contra la que despotrico se encuentra atada. Quiero recuperar la visión de esa riqueza que me rodea y necesito hacerme de alguna herramienta para lograrlo.
Por eso, voy a poner en práctica una serie de ‘consejos’ que encontré por ahí, de todas las cosas que yo no hago y que me han dejado en ese placard. Los invito a que Uds. también pongan en práctica, al menos una de todas las premisas de la lista (el subrayado me pertenece):
20 LECCIONES PARA LOGRAR UNA BUENA CALIDAD DE VIDA
1) HAGA una pausa de mínima de 5 a 10 minutos por cada 2 horas de trabajo, a lo máximo. Repita estas pausas en su vida diaria y piense en usted, analizando sus actitudes.
2) APRENDA a DECIR NO, sin sentirse culpable, o creer que lastima a alguien. Querer agradar a todos es un desgaste enorme.
3) PLANEE su día, pero deje siempre un buen espacio para cualquier imprevisto, consciente de que no todo depende de usted.
4) CONCÉNTRESE en apenas una tarea a la vez. Por más ágil que sean sus cuadros mentales, usted se cansa.
5) OLVÍDESE de una vez por todas de que usted es indispensable en su trabajo, su casa o su grupo habitual. Por más que eso le desagrade, todo camina sin su actuación, salvo usted mismo.
6) DEJE de sentirse responsable por el placer de los otros. Usted no es fuente de los deseos, ni el eterno maestro de ceremonia.
7) PIDA AYUDA siempre que sea necesario, teniendo el buen sentido de pedírsela a las personas correctas.
8) SEPARE los problemas reales de los imaginarios y elimínelos, porque son pérdida de tiempo y ocupan un espacio mental precioso para cosas más importantes.
9) INTENTE descubrir el placer de cosas cotidianas como dormir, comer y pasear, sin creer que es lo máximo que puede conseguir en la vida.
10) EVITE envolverse en ansiedades y tensiones ajenas, en lo que se refiere a ansiedad y tensión. Espere un poco y después retorne al diálogo y a la acción.
11) SU FAMILIA NO es usted, está junto a usted, compone su mundo, pero no es su propia identidad.
12) COMPRENDA qué principios y convicciones inflexibles pueden ser un gran peso que evite el movimiento y la búsqueda.
13) ES NECESARIO tener siempre a alguien a quien le pueda confiar y hablar abiertamente. No sirve de nada si está lejos.
14) CONOZCA la hora acertada de salir de una cena, levantarse del palco y dejar una reunión. Nunca pierda el sentido de la importancia sutil de Salir a la hora correcta.
15) NO QUIERA saber si hablaron mal de usted, ni se atormente con esa basura mental. Escuche lo que hablaron bien de usted, con reserva analítica, sin creérselo todo.
16) COMPETIR en momentos de diversión, trabajo y vida entre pareja, es ideal para quien quiere quedar cansado o perder la mejor parte.
17) La RIGIDEZ es buena en las piedras pero no en los seres humanos.
18) Una hora de INMENSO PLACER sustituye, con tranquilidad, tres horas de sueño perdido. El placer recompensa más que el sueño. Por eso, no deje pasar una buena oportunidad de divertirse.
19) NO ABANDONE sus tres grandes e invaluables amigas. Intuición, Inocencia y Fe.
20) ENTIENDA de una vez por todas, definitivamente y en conclusión....
...Usted ES LO QUE USTED HAGA de USTED MISMO.

¿Cuanto miedo tenes vos? ¿Cuánto tiempo perdiste por nada?


jueves, 6 de octubre de 2011

La vida 5.0 (y la cantidad de enemigos que me voy a ganar)

Creo que no hace falta aclarar que estoy muy lejos de tener mi propio libro de caras (mal llamado ‘Facebook’ por un par de personas, miles más, miles menos) y mi propio gorjeador o pio-piador (sí sí, twitter no tweety). No los entiendo, no me entienden a mí, no nos entendemos ni nos hacemos falta.
Tampoco hace falta aclararme a mí misma que estas dos ‘herramientas informáticas’ son muy usadas hoy en día y que mucha gente no puede vivir sin ellas. No cuestiono eso, quizá si les encontrara utilidad, las tendría. De hecho, tengo una cuenta de libro de caras, que de vez en cuando abro para publicar algo del blog, pero que no es muy visitada ni me cambia demasiado la vida.
Sé que si tuviera mi cuenta de gorjeo estaría tres veces más loca de lo que estoy, porque viviría indignándome con peleas pelotudas que tiene la gente –mayormente de la farándula- por temas bastante intrascendentes. Y para escuchar ese tipo de peleas o ‘discusiones’ en el mejor de los casos, prendo el televisor y me lleno el alma de boludeces.
Ahora, un libro de caras es todo un tema y si encima es público es un temaso! No puedo imaginarme publicando fotos de mi vida privada y mucho menos, comentando esas fotos. Ni que hablar de estar tan al pedo como para ponerme a escribir “tomando mate” o “caminando con amigas” o “cenando con mi novio” o “leyendo un libro de geografía”. Se me ocurre que una persona que publica tanto dato de su vida no tendría problema en abrirle la puerta de su casa a cualquiera y brindarle una guía turística de sus emociones, sus relaciones, sus alegrías y sus tristezas. Y me resulta triste que alguien pueda necesitar abrirse tanto a los demás. Digo “abrirle la puerta a cualquiera” porque cada uno tiene una red de amigos, que a su vez tiene amigos, con amigos de amigos de amigos. Por lo que, en 5 minutos tu libro de caras puede tener 500 contactos, pero vos solo tenes relación directa con 15 como mucho. El resto es relleno, chusmerío, ganas de que te vean los conocidos o los amigos de los tíos de los hermanos de los primos de la vecina de algún ex.
Es decir, si yo estuviera tomando mate, estaría tomando mate. Si estuviera caminando con amigas, estaría charlando con ellas, interactuando con ellas. Si estuviera cenando con mi novio, estaría charlando con él, riéndome, compartiendo lo que hago con él y si estuviera leyendo un libro de geografía, mínimamente estaría concentrada. Además, si estoy con esa gente a la que quiero y que me quiere, ¿a quién sorete más le puede importar lo que yo esté haciendo?
Y por otro lado, toda esa gente con la que estoy compartiendo ese momento en el tiempo, ¿sabe que estoy haciendo público lo que estoy haciendo? ¿Sabe que estoy conectada a un dispositivo a través del cual miro lo que otros hacen y cuento lo que hago, que involucra a otros?
Ese otro, ¿quiere formar parte de la publicidad que yo hago de mi vida? Sinceramente, me resulta una cagada atómica pasar a formar parte de la publicidad que un tercero hace de su vida, involucrándome. Por algo no tengo mi libro de caras.
Además, en serio, ¿a quién le importa realmente si estoy tomando mate o estoy laburando o estoy cenando? Tendría que importarme a mí y a los que están conmigo. Los que estén prendidos a su libro de caras a cualquier hora, mirando lo que otros escriben en sus libros de cara, evidentemente tienen mucho tiempo de sobra y muy pocas cosas para compartir con gente ‘en vivo y en directo’ o se coparon con la idea de que todo el barrio sepa a qué hora se van a tirar el próximo pedo.
Sinceramente no me interesa demasiado el porqué de tanta publicidad, más bien me da un poco de tristeza. Ojo, mucho más triste debe ser estar frente a un monitor clickeando el mouse en “Me gusta” a todo lo que publican otros. Eso sí que es miseria pura. Pero bueno, para levantar el ánimo está mi blog, siempre pum para arriba, innovador y cero marquetinero.
De última, cada culo en su inodoro ¿no? Y, nuevamente, “to another thing, butterfly”.