Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

lunes, 19 de marzo de 2012

Abono para pelotudos

Las situaciones más insólitas y enfermizas me ocurren a mí. No sé si tengo pago un abono de nacimiento, si lo adquirí en algún pedo que me agarré en mis días de joda o si, como las enfermedades autoinmunes, siempre estuvo conmigo y ahora se empieza a manifestar, como despertando de un sueño eterno.
No importa el origen, la cuestión es que este abono de situaciones que me desquician es como el descuento de los domingos en combustible, termino usándolo sin querer y sin aviso.
Hace una semana me enteré que en una gran tienda de Buenos Aires hacían un descuento por pago con una tarjeta de crédito y débito. Como tengo otro abono, que es congénito y que consiste en comprar cualquier cosa -necesaria o no- si está en oferta, le conté a una amiga que iba a pasar por la tienda a “ver qué puedo comprar”. Mi amiga, que realmente necesitaba comprar algo y que no tenía oportunidad de pasar por la tienda, me pidió que averiguara el precio y los descuentos en la compra de un sommier.
Ok, como me encanta perder mi tiempo viendo qué puedo comprar, no tuve inconvenientes en hacerle el favor y, en mi obsesión por arrastrar a otros hacia la compra compulsiva al pedo, invité a otra amiga a pasear por la tienda. En realidad, sospecho que mi amiga no volverá a acompañarme jamás, porque lo que ella suponía un paseo tranquilo en horario de almuerzo terminó convirtiéndose en una carrera contra el resto de las personas que también iban a aprovechar los descuentos y que estaban a punto de copar la tienda.
Pero el abono no lo utilicé para realizar compras con mi amiga, si no para hacerle el favor a mi otra amiga. Créanme, hay que estar en mi cuerpo para saber cuántas ganas de patear culos se pueden tener.
Entramos en la tienda, fuimos al subsuelo en busca de los sommiers y me dirigí sin vacilar al escritorio en el que se encontraban los vendedores de sommiers. Uno cree que si existen vendedores para cada rubro es por algún propósito en particular. También cree que ese propósito debe tener que estar directamente relacionado con el asesoramiento, la practicidad y la mejor atención del cliente.
Pero también uno cree en Dios, otro cree en Buda, otro en Santa Claus y así estamos. Yo creí. Creí que acercándome al escritorio del personal que se encuentra en el área de sommiers, iba a encontrar esa mejor atención al cliente a la que hacía mención. Y de pronto, me sentí obligada a dejar de creer (lo mío en cursiva):

- Buen día
- ……
- (Este es el momento en que debí huir) Buen día
- Hola
- Estoy buscando un somier rosen de 1,60 x 2 y quiero ver las opciones para la compra con el descuento de hoy
- No hay ningún descuento
- Lo tenes en el cartel de ahí, arriba del colchón
- (Dirigiéndose a otro empleado) ¿Hay descuento?
- Si, hay descuento / Si, hay descuento
- No sabía
- (Genial, me adjudiqué un pelotudo) Quiero saber cuáles son los de 1,60 x 2
- Ahh, pero no, los tenes que probar primero
- Solo quiero saber los precios de los de esa medida que entran en la promoción
- Pero elegí uno y probalo
- (Otra vez, pelotudo!!) Es que no es para mí
- Ahhh no! Si no es para vos, entonces tiene que venir la persona
- (Pará hijo de puta, no es una casa, es un colchon!!!!) Es que la persona no puede venir y me pidió que consulte por el precio
- Pero no te puedo dar un precio si no lo prueban, ¿cómo vas a comprar un sommier sin probarlo? ¿Y si no te gusta o te hace mal o no lo sentís cómodo?
- Pero decime todos los precios y cuando la persona venga, lo prueba
- No, primero que lo pruebe y después le doy el precio. No te puedo dar el precio de algo……
A esta altura yo ya estaba subiendo las escaleras mecánicas, seguida por mi amiga, un tanto avergonzada y otro tanto confundida, mientras repetía “no puedo creer que sea tan pelotudo!
Por lo menos tengo una testigo de que tengo mucha mala suerte o de que el mundo está repleto de pelotudos y todos se topan conmigo!
A pesar de todo, mi amiga entro en la página de internet de la tienda y compró su sommier. Y ¿sabés qué, pelotudo? No lo probó!!!!!

jueves, 8 de marzo de 2012

¿Para qué mierda existen los vecinos?

Antes que nada y aunque no hace falta aclarar, quiero dejar por escrito que odio a los vecinos, no importa de qué departamento sean. Los odio a todos. Dicho esto, va la anécdota.
Estoy sola en el departamento. Son casi las diez de la noche y me pongo a cocinar, aunque sé que no voy a cenar porque no tengo hambre. Guardaré la comida para el día siguiente. Saco las verduras de la heladera, las lavo y justo cuando voy a clavar el cuchillo en la primera cebolla limpia, suena el timbre. Qué raro, no espero a nadie nunca y menos un miércoles a las 10 de la noche. Voy hasta la puerta y pregunto quién es. Me responden “del 15”. En mi edificio los departamentos están identificados con números en lugar de letras. No recuerdo quién es del 15. Miro a través de la cerradura y solo veo un antebrazo apoyado en la puerta. Qué descaro, apoyar el brazo en mi puerta. Retiro la mirada y vuelvo a mirar y pienso que quizá no hay nadie del 15 allí afuera y que no bien abra la puerta pueden entrar a robarme. Entonces retrocedo, dejo el repasador en una silla, pongo el televisor en mudo y cierro la puerta de mi dormitorio, supongo que porque no sé qué hacer. Camino nuevamente hacia la puerta y vuelvo a preguntar quién es y me responden nuevamente “del 15”. No sé quién carajo es del 15, así que pongo la traba de la puerta y abro, pero la puerta queda entornada y mi corazón late a 2000 por hora. Parezco una anciana de barrio. Veo que es el pesado del 15, así que quito la traba y abro. Ya recordé que el tipo da vueltas y vueltas y vueltas al hablar, así es que inhalo y le pregunto qué necesita.
Me cuenta que una prima no fue a una oficina a hacer algo que tenía que hacer y que ahora le dicen que tiene 10 días…. “¿10 días para qué?”, le pregunto. Otra vez comienza con el relato, mientras sostiene un papel en su mano que por momentos me muestra y por momentos dobla. Pero no es claro, me cuesta entender por qué sorete tengo que estar en short, remera y ojotas, hablando con un pelotudo en la puerta de mi casa un miércoles a las 10 de la noche. A ver, yo estaba tranquila en mi casa a punto de cortar una cebolla, ¿por qué mierda abrí la puerta? Me podría haber hecho la muerta, estoy en todo mi derecho porque en mi casa hago lo que quiero y eso incluye no abrir la puerta de entrada!
Ok, inhalo nuevamente y le pido que me explique qué sorete necesita la prima. Entonces otro relato confuso donde me dice que tiene 10 días y le preguntó para qué tiene 10 días y finalmente logra decirme que la prima no obtuvo la residencia y que necesita que Migraciones reconsidere su pedido, para lo cual tiene 10 benditos días y (el cree que) tiene que “escribir una carta”. La carta en realidad es lo que en nuestro país se llama un “recurso de reconsideración” y este tipo que me rompe las pelotas pretende que yo lo haga ‘de onda’. Como no me lo dice directamente, le pregunto ‘y vos ¿qué querés que haga yo?' Y el responde “vos ¿podes escribir la carta?” y yo le digo “no, yo no puedo, porque yo no me dedico a esa rama. Pero te puedo recomendar un lugar donde te van a asesorar y te van a ‘escribir la carta’ gratis”. Mientras intento entender cómo existe gente con la cara tan dura, le explico que el lugar que le estoy recomendando es un centro de asesoramiento jurídico gratuito y que la prima puede ir sin problemas y él, mientras hace cara de disgusto y desinterés, intenta retroceder en los 10 centímetros de pasillo que lo separan de la pared. Y yo me siento la más boluda por estar perdiendo mi tiempo con un pesado desubicado que, encima, se digna a rechazar mi alternativa para su puta prima. Me dan ganas de decirle “si no decile a tu prima que se vuelva a su país y ándate vos con ella y asunto solucionado” pero me contengo, porque supongo que en cuanto le dé los datos, se va a ir.
Groso error. Me pregunta si al lugar que le estoy recomendando lo llaman “multi algo..” y yo le contesto que no, que en el lugar que le estoy recomendando yo trabajé 3 años, que los profesionales son excelentes y que lo van a poder ayudar y me cuenta que antes consultó con alguien más (un anónimo parece) y que lo envió a un centro barrial. Bien, me encanta como la gente tiene menos información que el envoltorio de un chicle.
Cuando le devuelvo su papel con la dirección, días y horarios de atención apuntados, me dice “vos sabes que yo tuve un problema en mi comercio” y comienza a relatarme el problema que me importa 3 pelotas y que me recuerda por qué nunca debí abrir la puerta. Es que, ¿acaso pegaron un cartel en mi puerta que invita a todo el mundo a que le solucione los problemas?. Me cuenta 4 veces lo mismo y vuelvo a decirle que yo no puedo ayudarlo en eso porque ‘no es mi rama’ y le sugiero que se vaya con la prima. De paso, me dejan de romper bien las pelotas a mí, ¿no?
Y me mira, se queda ahí parado y me mira y me dan ganas de pedirle que dé un paso hacia adelante, así yo cierro la puerta con toda mi fuerza y le vuelo la nariz de la jeta. Hasta que empiezo a entornar la puerta, en señal de “tengo una vida y la quiero seguir disfrutando”. Se da cuenta y me dice “me voy”. Aleluia, era hora!!! Y cuando cierro la puerta, ya dentro de mi casa, recuerdo quién era este tipo.
Es el hijo de puta que cuando, hace un año armé una reunión de vecinos y pedí firmas para poder cambiar la administración, porque la que todavía está no quiere pagar un gasto que le corresponde, se hizo el pelotudo y no quiso firmar ni participar de nada.
Ojalá vuelva a tocar el timbre pronto, así me escucha él a mí y nunca más vuelve a romperme las bolas. Odio a los vecinos!

martes, 6 de marzo de 2012

La comunicación y la puta que lo parió

Está bueno haber cambiado mi número de teléfono celular luego de haberlo tenido durante 14 años. Sobre todo, cuando hace 15 días no paran de romper las pelotas con la “portabilidad numérica” o la posibilidad de quedarte de por vida con tu número de celular, independientemente de la empresa con la que contrates el servicio.
La razón por la que cambié el número fue porque estaba podrida de que me “robaran” todos los meses con cargos fijos inventados, acceso a internet imposibles (teniendo en cuenta que mi equipo apenas marcaba y andaba a ruedas) y cargos tan variables como el clima.
Listo, me comuniqué, pegué mil gritos y cambié mi número. Pero mantuve la empresa. Porque sí, porque soy una infeliz. Ahora tengo un número que muy poca gente sabe que tengo, no avisé a muchos molestos que ya no tengo el número anterior (así les queda el dedo mocho de marcarlo) y tengo un plan nuevo que no termina de colmar mis expectativas, pero que abarata costos.
Y todos contentos cambiándose de empresa de telefonía celular y yo, cual niño aburrido mirando desde su habitación cómo todos juegan mientras él está en penitencia.
Convengamos en lo siguiente: las empresas de telefonía celular son una mierda grande como una casa. Los celulares ya no funcionan para hablar. Eso sí, podes jugar a los jueguitos, mantener la agenda actualizada, calcular el equivalente en libras de una cantidad X de kilos, hacer cuentas, chatear, buscar algo en google, usarlo de GSP. Pero hablar no podes, porque no tenes señal o porque te comieron el crédito mandándote mensajes del orto con textos como “te ganaste 10000 pesos, marcá *la concha de tu hermana y averiguá dónde retirarlos”. Dale, ya marco y de paso reclamo todos los autos y las play station que me avisaron que me gané en otros mensajes. Ah y la factura te la pago con los 10000 que me gané, porque crédito no tengo porque me lo comieron tus mensajes de mierda.
Quiza, luego de mucho intentar, la llamada se va al contestador que ni el dueño del celular sabe que tiene y dejo un mensaje urgente al recontra pedo, porque cuando finalmente logre dar con la persona, me va a decir que no sabía que tenía contestador.
Ahora, ¿por qué la manía de andar con el teléfono para todos lados? ¿Por qué la impresión constante de que vibra en el bolsillo o en la cartera, cuando el equipo está apagado? ¿Por qué la necesidad de mirar el display cada 2 segundos para ver si recibo algún mensaje?
Si hace 10 años no lo necesitábamos. Si cuando me voy de vacaciones ni me lo llevo y sobrevivo igual. Si el hecho de saber que algo no va a vibrar entre mis cosas me genera más libertad que angustia.
¿No estaría mejor volver a hablar con teléfonos públicos desde las calles? Ahora lo único que se ve y que me da pena mezclada con bronca, es un montón de manos moviendo los dedos como locos sobre un aparatito en cualquier lugar, chateando con ese sistema interno de los teléfonos jodidos y mucha gente que ni sabe de qué color es el cabello de la persona que tiene al lado.
También me da bastante pena que niños y niñas desde los 12 años anden compitiendo entre sí por el equipo que tienen y por el abono que sus padres les pagan. ¿Para qué sorete necesita un blackberry un pendejo? Que tenga un teléfono para poder comunicarse con los padres, podría entenderlo si me lo propongo. Pero de ahí al blackberry, cómo se les va la mano a muchos…
Igual, el propósito de la larga introducción comunicacional fue simplemente para pedirle a las empresas que, junto con la portabilidad, implementen el servicio “Me llamas si yo quiero”. Porque esta nueva moda de tener números “amigos” me está cagando la vida. Hay mucha gente que se cree “amiga” y que te agrega como un número al cual llamar sin cargo y termina rompiéndote soberanamente las bolas. A mí, ¿me consultaron si quería recibir llamados de un fulano cada 5 minutos? Porque el abuso abunda en esta sociedad y como las llamadas son gratuitas, varios hinchapelotas se creen con derecho a llamarte cada 5 minutos y hablarte pelotudeces para justificar el abono que pagan.
Bueno señores dueños de empresas de telefonía celular, además de robarme durante 14 años y de forzarme a cambiar mi número para abaratar costos, ustedes son los culpables de que cierta gente me rompa los huevos todos los días. Así que quiero dar la baja de mi línea, por culpa y responsabilidad del servicio de mierda de número amigo que le dan a cualquiera, sin chequear siquiera si es o no es mi amigo. Armen un registro de amigos de clientes antes de ofrecer el servicio y pongan en mi legajo de datos: no tiene amigos ni quiere tenerlos!