Buenos días y bienvenidos a la ironía que le pongo al día a día, para que pese menos...

miércoles, 31 de agosto de 2011

Como vendedora sos una excelente adjetivadora

Me llama una mina a la que inmediatamente tengo que etiquetar: una pelotuda. Me dice que es de la firma X y que está devolviendo un llamado que yo le hice. Le pido que me dé más datos, porque no la ubico y enfatiza el hecho de que yo le dejé un mensaje para que me llamara, como si le molestara que no la recuerde. Le aclaro entonces que el llamado se lo hice hace más de una semana, para marcarle la demora y se hace la pelotuda y me dice que no recuerda cuándo la llamé. Es una linda forma de ubicar a los pelotudos en su lugar, te haces la canchera y te paso con una topadora. Ahora, si sos amable, me quedo en el molde. Bueno, lamento decirte que no me resultaste amable, así que te paso con la topadora.
El motivo del llamado es informarme que está mostrando una propiedad que me interesa. Me recuerda el domicilio en el que se ubica y comienza a describir el lugar. Me dice que tiene ambientes amplios, que es así y asá y me dice todo el tiempo que “habría que hacerle esto y aquello”. En determinado momento la interrumpo, de manera casi abrupta y le consulto “Cuando me decis que ‘habría que hacerle…’ ¿tengo que entender que lo tengo que hacer yo?” y ella, como si fuera una obviedad, me responde que “por supuesto” corre por mi cuenta el arreglo de lo que no está bien en la propiedad. Claro, tendría que haber inferido la obviedad, porque como me estás por regalar la propiedad, lo menos que puedo hacer es arreglarla, ¿no? Ah, no, la propiedad cuesta un huevo y encima yo le tengo que poner guita arriba, ¡qué lindo paquete que me ofreces!
Me dice que a ella no le gusta mentir, lo que a mí me importa tres carajos y medio porque ni sé su nombre –excelente vendedora, ni se presentó, solo dijo para quién trabaja- y que a la propiedad le faltan hacer un par de retoques. Lo sospeché desde que en cada oración agregaba un “le falta pintura”. Agrega que la propiedad es “medio hippie”, lo que me hace soltar una risita al tiempo que concluyo que ella es “recontra prejuiciosa” y cree que yo también lo soy.  Como si no me hubiera convencido con tanto dato al pedo, me dice que el edificio es “canchero” y me hace pensar en todas las cualidades que puede tener un edificio, sin poder arribar jamás a ese calificativo para un conjunto de ladrillos y finaliza la oración -que no me mueve un pelo ni genera medio comentario- con un “la gente tiene buena onda”, lo que jamás podría importarme menos, porque no me mudo para hacer amigos precisamente…
Luego concluye con un dato imprescindible para decidir no ir nunca a ver la propiedad. Me cuenta que en el local de abajo del edificio funciona un taller mecánico, por lo que las personas que allí trabajan “miran”. Me quedo en silencio, cuando ella supone que voy a hacer un comentario. Me encanta desubicar al interlocutor. ¿Se supone que debiera agregar algo al comentario pelotudo? Ya sé hacia dónde va con la aclaración, pero voy a dejar que ella termine con lo que empezó a decir. Quiero que quede en evidencia lo pelotuda que es desde mi punto de vista. Por lo que espero que siga hablando, sin emitir sonido. Entonces agrega “funciona como seguridad” y solo puedo esbozar un “ajá”, porque no se me ocurre ningún comentario para expresar lo que siento. Los recursos pelotudos que se usan hoy en día para venderte algo llegan a límites inimaginables. Resulta que ahora me conviene la propiedad que me ofrece esta “sin nombre” porque la gente que labura abajo “mira”. Es buenísimo, mi capacidad de asombro es ilimitada con gente tan pelotuda dando vueltas por ahí.
 


Diálogo urgente con mi teclado

Hace un frío ojetudo y la mina tiene la ventana abierta de par en par, en un piso lo suficientemente alto como para que sople viento dentro de la oficina. Sí, comparto la oficina. Si tuviera un reducto de 1 x 1 sería feliz, sin tener que mirarle la cara a nadie, sostener conversaciones pelotudas bien empezada la mañana, bancarme el olor a cenicero que trae el tipo cada 20 minutos, que equivale a las veces que baja a fumar, los ruidos varios por consumo de comidas y bebidas, las conversaciones pelotudas de las que trato de abstraerme, los comentarios fachos en los que no participo aunque me muera de ganas de decirles cuánto los odio, las reiteradas preguntas provocadoras para que reaccione en algún momento y abandone mi silencio…
Cuánto más fácil sería mi vida con un 1 x 1. Saludaría de lejos al llegar y al irme. A veces me encierro un rato largo en el baño para que no me rompan las pelotas. No quiero que se entienda mal, yo amo mi trabajo. Amo hacer lo que hago, me resulta un desafío diario, me permite desarrollar mis aptitudes y conocimientos, me permite crecer, ser mejor día a día. Pero detesto a la gente. Y todavía no encontré la forma de volverme invisible para que no me rompan las bolas.
Cada día se torna más difícil, porque los filtros que solía usar en una época, se me terminaron. Y ni me preocupé en buscar nuevos. Ahora sale todo como viene de adentro, con mucho impulso y la mejor de las intenciones de mandar al mundo a la mierda. A veces mando un freno de mano en la garganta, a veces es demasiado tarde para eso.
Igual, las caras de orto con las que llega la gente a la oficina a veces superan las mías, aunque Ud. no lo crea! Yo llego con todas las pilas. Me sobra energía, lo que me faltan son ganas de bancarme a los pelotudos que habitan estos reductos compartidos. Pero llego con buena onda, que me dura 2 segundos. Y mantengo conversaciones conmigo misma desde que me levanto, pero me cuesta horrores mantenerlas con los demás. Por lo que, si no me queda otra que empezar a hablar luego de X cantidad de horas de haberme levantado, la palabra equivale a un ladrido y va acompañada de un semblante terrorífico. Cualquiera diría que puedo ser la hija de Hannibal Lecter.
Me sigo cagando de frío, así me la banco con tal de no tener que entablar un diálogo con la mina, a la que le das lugar con un ‘hola’ y te cuenta su vida de arriba a abajo, aun cuando vos metas la cabeza adentro de un cajón para demostrarle que te importa un carajo lo que te diga. Además es mala, vive buscando la oportunidad de hablar mal de alguien, de meter fichas en contra de alguien, de hundir a quien pueda desde su lugar de falsa mujer ingenua y desinteresada. Si no la miro, se acerca y me susurra alguna maldad de un tercero al oído. Como no quiero ser su cómplice, le respondo bien fuerte, casi gritando o le digo que no le entendí nada de lo que dijo para ponerla en evidencia. Yo no soy cómplice de nadie, vos solita sos la hija de puta. Se hace la dulce y la simpática por teléfono y es la más soreta de todas.
Hoy es la cima de la montaña de la semana. A partir de la tarde, empieza el descenso hacia el fin de semana. Ya falta menos, voy a contar hasta 5 mil trillones para no morir en el intento.


lunes, 29 de agosto de 2011

Eureka! Por eso están como están...

No todo es joda. No todo causa gracia y a veces hay que ponerse un poco en el lugar del otro. Yo viví en Estados Unidos. No sé si eso me da derecho a hablar de ellos, pero como todo el mundo habla de todo, con o sin derecho, yo no voy a ser menos. Además, quiero experimentar eso de ser “uno más” o parte de la masa y hacer lo que hacen todos.
Entonces voy a intentar llevar una reflexión a las cabecitas de mis lectores. Quizá ni llegue a una reflexión y solo sea un comentario que puede convertirse en una reflexión en el futuro. Quizá no sea nada, pero igual lo escribo. Después de todo, a mí no me pagan para que los haga pensar o reflexionar, así que no me rompan las pelotas. Bastante con que escribo…
Supongo que nadie es ajeno a los acontecimientos que ocurren en el hemisferio norte, más que nada porque los “Americanos” (sí, ellos son los únicos que viven en América, no conocen ni reconocen nada más debajo de Miami) se encargan de comunicarle al mundo hasta el último gas expulsado por cada habitante.
Con lo cual, habrás estado al tanto de la dimensión que tomó el inminente paso del huracán Irene por Nueva York y alrededores. A propósito, ¿sabes el porqué de los nombres de los huracanes? Te la dejo picando, esa averiguala vos…
En fin, toda una semana torturándonos con los desastres que iba a provocar el huracán, con la desaparición del puente de Brooklyn, con el cierre definitivo del teatro en el que hace 100 mil años está 'Mamma Mía', con pensar en que si nunca fuiste a Nueva York, alpiste…Toda la semana enviando mensajes a los “Americanos” desde los medios de comunicación e incitándolos a que se prepararan para “el día después de mañana”.
Bueno, Estados Unidos es uno de los países número uno en obesidad y ¿sabes por qué? Porque para cualquier cosa que pase, te mandan al supermercado. Si va a llover, al supermercado antes para no mojarse. Si están por declarar la guerra al país más remoto, al supermercado antes por si devuelven el ataque. Si algún rostro no “Americano” pisó el aeropuerto de alguna ciudad del país, al supermercado por si sufren un ataque terrorista. Si se viene un huracán, al supermercado por si quedan aislados por mucho tiempo.
¿Qué tendríamos que hacer los que vivimos en Buenos Aires cada vez que una lluvia imprevista inunda las calles llenas de mugre porque los sucios de mierda que viven en ella sacan la basura cuando se les canta y piensan que los tarros de residuos son maceteros? ¿Copar los chinos?
Porque cualquier titular de diario “Americano” hoy alerta que miles de “Americanos” todavía se encuentran en peligro por inundación de calles y cortes de luz. Es como si no pudieran soportar el hecho de que no pasó nada y ahora, quizá, otro país sea el centro de atención. Funciona como un llamado de atención, un 'ojo que el peligro no pasó, todavía hay agua en algunas calles y.. y... por favor!!! mirennos!!!!!' Ayer hubieron cortes de luz en algunos barrios de por acá y seguimos vivos, así que le pediría al periodismo mundial que me llame y le indico los barrios y calles, para que vengan a filmar acá que también se inunda. ¿No se les habrá ocurrido pensar a los "Americanos" que los medios están entongados con  las cadenas de supermercados? Lindo negocio... 'Pasas las noticias más horribles y catastróficas y te hago descuento en las papas fritas y la manteca de maní'.
También hay que pensar que los “Americanos” toman de su propia medicina. Esta gente mira muchas películas que se hacen allí mismo, en Estados Unidos! Y yo me cansé de la exageración al pedo de esta gente que se cree con derecho a expropiar el nombre de un continente que también me pertenece. Así es que ahí va, con esta primicia los fulmino definitivamente:
“Señores yankees, las películas del fin del mundo, las de las plagas y las tormentas, son de ficción! Dejen de ir al supermercado, porque no van a tener la suerte de desaparecer y seguir siendo el centro del universo. Tampoco van a lograr que limpiemos los restos de cada uno de ustedes luego de que exploten por comer tanto y al pedo! Por favor, por el bien de todos, apaguen los malditos televisores y lean un poco más!”
No me asustan las consecuencias. ¿Qué es lo peor que me puede pasar? ¿Que alguien me revele que el estreno de Natalia Oreiro es una mentira porque ella ya está casada y esta sería su 2° boda? Bueno, ya lo sé y también sé que la vieja de "Esperando la Carroza" es Gasalla y que Suar evidentemente le consiguió un novio a su mujer, porque escuché el otro día que ella sale con un cantante... 
Al final, tanto blablá y no pasó nada, apenas una lluvia en las calles de Manhattan…. No aprenden más. ¿Y??? ¿Ya estás reflexionando? Si no entendiste nada, alquilate 2012. Ese sí que es un peliculón de aquellos. Creería que es francesa la peli...después contame qué te pareció!
 

viernes, 26 de agosto de 2011

De sentidos y sin sentidos

Los ruidos me matan, me descolocan, me enloquecen. Detesto cualquier tipo de ruido que se encuentre en el ámbito de la intimidad del otro. Igual, tranquilos, no voy a entrar en demasiados detalles incómodos para todos.
No hay cosa peor en el mundo que escuchar a alguien tragar. Me da asco, me desespera, genera una ira en mi interior difícil de controlar. La única manera de evitar que mi oído perciba el ruido, es haciendo fuerza para bostezar como si quisiera tapármelos, pero tengo miedo que al hacer tanta presión me reviente la cabeza.
Y cada mañana tengo que escuchar cómo el pelotudo de mi compañero sorbe el café, como si fuera una sopa y cómo la densa de mi compañera mastica galletitas como si fueran ladrillos difíciles de deshacerse en la boca.
Yo creo que me lo hacen a propósito, de lo contrario ellos también tendrían que escucharme a mí. O será que estoy tan obsesionada con el tema, que finalmente logré ser imperceptible para los demás. No lo sé, lo cierto es que ellos no vuelven su mirada hacia mí cuando desayuno. Entonces yo intuyo que es porque no escuchan lo que trago y lo que dejo de tragar. Tampoco me sienten masticar. Yo en cambio, a ellos sí los escucho y los escucho demasiado. Quisiera ser sorda de ruidos inmundos.
Ni que hablar de los ruidos de quienes mascan chicle y creen que comer chicle es directamente proporcional a hacer ruido y tener la boca abierta de par en par.
Las miradas también me molestan. No todas las miradas, pero muchas más de las que soporto me molestan. Me compré una taza de esas térmicas y algunos días me llevo el café en el colectivo de camino a la oficina. Me gusta y me la banco. Pero no soy una pelotuda que no sabe tomar café en movimiento ni llevo la taza destapada. Con lo cual todos los que viajan con “miedo” a mi taza, se pueden meter sus miradas acusadoras y despreciativas en el culo. No voy a volcar el café en cualquier cara de orto matutina.
También odio las miradas de aquellos que van cómodamente sentados y yo, en mi afán de avanzar hacia el fondo de la unidad para evitar el amontonamiento inútil de la gente al lado de la máquina de monedas, los rozo con mi bolso o mochila. Entonces, como en cámara lenta, alguna intolerante de mierda se acomoda y me mira, como diciendo “me tocaste” y ¿qué hago yo? Le sostengo la mirada, sin hacer una sola mueca, pero esperando que desista y siga con su mambo matinal y su vida pobre en adecuación a la sociedad.
Resulta que después soy yo la que tiene que salir a reconocerle al mundo que soy intolerante, colérica y sumamente malhumorada de mañana. Y toda esta gente ¿en qué categoría entra? Porque si aún no han sido clasificados, los puedo poner en la caja de “gente de mierda”.
Hoy, como la tapa de la taza nueva pierde, aproveché para pensar en algún producto de esos que venden en la tele que me pueda servir para solucionar la pérdida de café desde la tapa a rosca.
No, no puedo ir a cambiar la taza porque la compré en la calle. Sí, sigo insistiendo con los productos adquiridos en cualquier esquina. No, no quiero dejar de comprar boludeces. Sí, se soluciona si deja de haber puesteros en la calle.
La cuestión es que se me ocurrió que podría pegarle a la parte superior de la taza, rodeándola, una toallita femenina de esas que publicitan haciéndonos quedar re bien a la mujer. Es decir, si se banca la incontinencia, bien se puede bancar un par de gotas de café sin chistar, ¿no?
Muero por verle la cara a la gente en el colectivo el día que me anime a subir con la taza envuelta en una toallita higiénica para enmendar la pérdida de café de la tapa a rosca.
Es una tarea pendiente que me pongo en este momento. Me desafío a viajar de mi casa a mi trabajo con la taza envuelta en una toallita ultra fina y ultra absorbente. Si me ves, por favor, guíñame un ojo y sabré que leíste el post.
Nada más por hoy, sigo siendo la misma intolerante de siempre, pero me estoy perfeccionando o mejor dicho, “Estoy trabajando para Usted, disculpe las molestias ocasionadas”.

 

miércoles, 17 de agosto de 2011

El placer de empezar las vacaciones...

“Su atención por favor, pasajeros del vuelo TAM 8001 con destino a Río de Janeiro, favor de acercarse a la puerta de embarque número 5”.
“Señores pasajeros, comenzamos con el embarque del vuelo TAM 8001 con destino a Río de Janeiro. Les solicitamos a los pasajeros con necesidades especiales, con niños o mujeres embarazadas, se acerquen a la puerta de embarque. Asimismo, les solicitamos a los pasajeros con asientos del 28 al 20, acercarse a la puerta de embarque. Luego continuaremos llamando al resto de los pasajeros”.
Hasta ahí, solo hasta ahí duró mi paz. No hubo un minuto más en todo el viaje, en que yo no puteara con razón. Tengo un testigo que lo demuestra y es mi medio racimo de uvas achicharrado por el sol, pero no quiero exponerlo. De todas maneras, dejo en claro que tengo un testigo de la razón de mis puteadas y puede acreditar que estuvieron justificadas.
Vamos por parte, porque el viaje fue corto pero la estadía larga y hay mucha tela para cortar. Si la señorita que se encuentra en la puerta de embarque solicita a quienes tienen asientos del 28 al 20 que se acerquen, ¿por qué sorete el argentino pelotudo se acerca sin siquiera preocuparse en mirar el número de su asiento?
Así empiezo un viaje en el que voy a corroborar, una vez más, que el argentino me da vergüenza y que me gustaría tener nacionalidad letona con tal de no quedar ‘pegada’ como una más de esa rara e insoportable especie.
Ok, si el señor que tiene el asiento 12 y no tiene necesidades especiales y no está embarazado y no tiene niños, se para y se pone en la fila, tendré que recurrir a algún tipo de violencia para que entienda que está haciendo las cosas mal y me perjudica. Entonces tendré que atravesar la fila bien por el medio y disgustada esbozar varios ‘permiso’, a la vez que digo, ‘yo tengo el asiento 25, ¿no llamaron del 28 al 20?, parece que vamos todos amontonados en la parte de atrás del avión…’.
Así debo hacerme paso para poder ingresar a la aeronave. Siempre me digo lo mismo, la gente es idiota, ¿no se da cuenta que hasta que no suba el último pasajero no nos vamos? ¿En qué te cambia subir primero si después vas a tener que esperar que suba el resto? Además, por una cuestión de orden y lógica, es mejor que subamos de atrás para adelante.
Bueno, como eso no sucede, al subir al avión tenes que hacer una fila esperando que el pelotudo del 7, que subió antes de lo que le correspondía, ponga sus bolsos en los compartimentos y apoye su culo gordo para ver entrar bien calientes al resto de los pasajeros que sí siguen las reglas.
Seguramente también se verá interrumpida tu caminata hasta el asiento por los adorables niñitos que subieron primero, porque tienen prioridad y porque sus madres no les dan pelota y los pibes hacen lo que se les canta.
Ya lo pensé, la próxima vez le pido a mi hermana que me preste a mi sobrina, solo para gozar de los privilegios de este estilo. Después, que se duerma y que no joda.
Bien, una vez arriba del avión y en tu asiento, bancate los antebrazos de las dos personas que se sentaron a tu lado y que no piensan moverlos de los apoya brazos que a vos también te corresponden. Bancate las patadas de la persona que te tocó en el asiento de atrás, bancate que cada vez que abra o cierre la bandeja te rompa las pelotas como si te estuviera pegando en la espalda, bancate el aire que el pasajero de al lado no quiere cerrar, bancate el ortiva que cierra la ventana porque no quiere ver para afuera, bancate al fóbico que te tocó al lado y que pega patadas nerviosas al piso, mientras se pone la cabeza entre las piernas, bancate a los pendejos llorar, bancate que no podes reclinar el asiento más de dos centímetros, bancate que para ir al baño tengas que hacer un curso práctico, bancate que siempre hay una vieja pelotuda que evoca alguna película catástrofe como “Viven” o recuerda el último accidente de Air France o cuenta la anécdota de la amiga de una amiga que tiene un sobrino que va a una escuela en la que un compañero estudia aviación y le contó que ponen el piloto automático y nos dejan a la deriva, bancate el que dice que el pollo sabe a rata porque como la aerolínea no es nacional, eso en el país de destino es moneda corriente y….
Esto viene para largo, son muchas las experiencias que viví en mis días de descanso. Así que buen viaje, felices vacaciones y bienvenidos al mini verano de locos que compartiré con Uds en los próximos posts.
He vuelto para quedarme, una real cagada!


martes, 2 de agosto de 2011

No doy más!

Sueño, mucho cansancio, imposibilidad de mantener los ojos abiertos por mucho tiempo, necesidad de mantenerse parado o de caminar para no caer desmayado. Es ese cansancio de mierda que hace que te duelan hasta las uñas de los dedos de los pies. Te levantas a la misma hora de siempre, pero llevas como una maratón de días sin poder dormir 7 horas y el cuerpo se da cuenta y te pasa factura. Y estamos a principios de mes, lo que implica que haya que pagar muchas otras facturas y que, seguramente, la del cansancio la paguemos con intereses y recontra vencida.
Hace más de una semana que me levanto temprano. Por lo general, me guardo un día para dormir hasta tarde pero por diferentes cuestiones estos últimos 10 días no lo he hecho. La verdad es que doy lástima, no aguanto hasta el final del día, no hay café que me levante, no hay conversación que pueda mantener porque no hay humor en mi ser. Si tengo poco humor cuando estoy despierta y con algo de energía, sin descanso no hay humor. Es como una publicidad de esas de artrosis y dolor. Sin descanso no hay humor. Por eso ladro, en cada oportunidad que tengo que gastar energía para separar los labios y abrir la boca, ladro.
Todo el mundo me parece pelotudo, desde la idiota que en la radio y a las 9 de la mañana cuestiona el cambio del Padre Nuestro que se hizo hace mil años, pasando por la otra locutora estúpida y gritona que se quiere hacer la simpática con el político ganador y terminando en la densa de mi compañera que me habla de la ecografía del orto de su hija, que me importa tres carajos y cuarto. Me habla de "devolver" o de "hacer fiebre" y de stress en niños de 3 años, la puta madre que lo parió, me importa un huevo!!!!
Y tiene esa tonada irritante, de una persona que vino hace 100 mil años de una provincia y sigue hablando con la "eye". ¿Nunca vas a pronunciar bien?!!! Ehhh??? Nunca vas a aprender a hablar??????
¿Está claro? No hay humor!!! Buscá en otro lado, acá se terminó hace rato!
Voy a reventar. Voy a terminar frita como una de esas alas de pollo que venden en los puestos del barrio chino. Y ese día quiero público, va a ser un espectáculo inolvidable.
Mientras tanto, estoy llena de trabajo, invadida por libros de estudio cuyos temas me resultan insoportables e imposibles de aprender y con ganas de dedicarme únicamente a escribir. Pero sin tiempo y sin humor.
Sin descanso no hay humor, no lo puedo decir de otra manera. Sin humor, hay poca ironía. Sin ironía, no hay post. Sin post, este blog se va a la mierda!
Paciencia, un par de días más y van a llorar de la risa con mis andanzas por la vida.... (modestia tampoco hay)